2 - Gnostic Liberation Front

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05.11.2012 Views

física, para que pueda "florecer en el alma el laurel", haciéndose más consciente el vira, hasta llegar a serlo absolutamente, como ahora a través de este libro que hoy estamos escribiendo. Así es el Hitlerismo Esotérico. Jamás habría podido realizarse esta obra si Hitler hubiese vencido materialmente. El Führer va a ganar de un modo más definitivo la guerra, eternamente. También por medio de este libro que yo escribo, prestando mi mano y mi cerebro para que otro lo pueda realizar. A causa de tantos intentos gloriosos y fallidos, de muchos sacrificios y combates, la tierra, el Espíritu de la Tierra, es obligado por el vira a transmutar la energía necesaria para sobrevivir a la catástrofe última, cuando de nuevo se cambien los Polos y la Antartica otra vez sea el Continente del Norte hiperbóreo, en el Satya-Yuga, en la Edad Dorada. Y hasta puede que los viras logren salirse, transformándose en astros, con la aparición del Sexto Sol. El Espíritu de la Tierra habrá sido al fin liberado, redimido, transfigurado. Cada setecientos años hay una nueva Edad del Héroe. El Ultimo Avatar vino a señalárnosla: el Führer, Adolf Hitler. En el siglo XIII se realizó el penúltimo intento, hubo una nueva oleada de luz divina sobre el planeta y el Enemigo se batió en retirada por un instante. Luego, fueron destruidos los cataros, los trovadores y Minnesánger, también Federico II de Hohenstaufen y los templarios. El Misterio iniciático del Gral dejó de ser oficiado. Y ese mismo Objeto Espiritual desapareció de la superficie de la tierra. En América, en Huitramannaland, los atumarunas son masacrados en Tiahuanacu. Pareciera como que, de algún punto desconocido, fuera del planeta, se ha dado una orden imperativa de desaparecer, aún teniendo las posibilidades materiales de vencer físicamente. Los Siddhas que vienen a la tierra a hacer cumplir este mandato espiritual, son los Boddhisatvas, los Tulkus, que a voluntad aquí regresan. Han penetrado por el Vacío del Sol Negro, viniendo del Rayo Verde. En Venus, la Estrella de la Mañana, adquieren el manto necesario y protector para poder traducir su mensaje en esta tierra. "Cada setecientos años el laurel vuelve a florecer", decían los cataros. Setecientos años habían pasado desde la desaparición del Imperio de los visigodos, y setecientos años deberán pasar hasta el intento del hitlerismo por derrotar al Enemigo y retornar a la Edad Dorada sobre la tierra. Setecientos años desde la destrucción del Imperio de los arios hiperbóreos atumarunas en Tiahuanacu. Ahora estamos todavía librando este último combate del Hitlerismo Esotérico, siguiendo las instrucciones llegadas desde el Rayo Verde y que aún pasan a través de la antena del Führer, el Ultimo Avatar. Al igual que todos nuestros camaradas hiperbóreos, de la Orden de Wotan, también lucharemos hasta el último día sin retorno. Porque hoy sabemos que ya no habrá setecientos años más. 244

CHILLI - MAPU EL PAÍS DE LA ESTRELLA DE LA MAÑANA LA T URRA ILL1 Mapu, Tierra de Chile. Este fue el nombre que los seres que la habitaban dieron a la región del sur del mundo, por lo que sabemos durante los inkas y hasta la llegada de los españoles. Antes, no conocemos nada. Tierra extraña, de terrible fascinación, que atrae y espanta. Sus peligros no son tanto materiales como de un orden diferente. No hubo aquí una selva tropical con animales venenosos, con pigmeos asesinos. Su aire es puro, transparente, una luz en movimiento que parece salir de las altas cumbres de los Andes, flota sobre las aguas cercanas de un Océano azul. Todo huele, las plantas, los árboles, las flores, la roca, la montaña, el mar. Hasta la luna, hasta el sol huelen. También la Estrella de la Mañana. Jamás he podido acostumbrarme a otros lugares del mundo, porque allá no existen los perfumes como aquí. En ningún otro sitio de la tierra las violetas huelen de este modo; las violetas de los campos de la infancia. En la India hay perfumes intensos, espesos, sensuales, psíquicos; pero son otra cosa. Aquí el perfume trasciende, pertenece a la luz, a una combinación que se produce por la cercanía de la nieve, de la roca mística y del mar dilatado, de olas soberbias. Ayuda la Corriente de Humboldt, que viene del Polo Sur. Todo esto crea en el alma del hombre, aún sin saberlo, una añoranza de algo que no existe, nostalgia de un amor imposible, de tal modo que cada chileno de verdad habrá sido siempre un Minnesánger, cantor embelesado de un A-Mor perdido al comienzo de los tiempos, de unos tiempos inexistentes, de los que nunca se supo y de los que nunca se sabrá. De una Flor Inexistente del alma. Los habitantes de esta tierra se llamaron a sí mismos Mapuche, que quiere decir hombre de la tierra. ¿De qué otra manera podrían haberse llamado? Habitantes de la tierra de Chilli. Basta. Porque es tan fuerte la marca del paisaje de esta tierra mística, que el hombre no puede ser más que un "hombre de la tierra". Yo también soy un mapuche, en este profundo sentido, y he vuelto aquí, a mi tierra, porque a ninguna otra pertenezco y en ninguna otra puedo acostumbrarme a vivir. Sólo aquí se abre y suelta mi total biología, espiritual y física, sólo en este paisaje, que es el mío, porque aquí se formaron mis huesos, mi sangre, mi linfa, con la substancia de estas hojas, de estos árboles, con el agua de estos ríos y la radiación de sus minerales. Y la luz, la luz divina, me envolvió y penetró en mi alma. Nada podrá existir más doloroso para un chileno, para un 245

CHILLI - MAPU<br />

EL PAÍS DE LA ESTRELLA DE LA MAÑANA<br />

LA T URRA<br />

ILL1 Mapu, Tierra de Chile. Este fue el nombre que los seres que la habitaban dieron<br />

a la región del sur del mundo, por lo que sabemos durante los inkas y hasta la llegada<br />

de los españoles. Antes, no conocemos nada. Tierra extraña, de terrible fascinación, que atrae y espanta. Sus<br />

peligros no son tanto materiales como de un orden diferente. No hubo aquí una selva tropical con animales<br />

venenosos, con pigmeos asesinos. Su aire es puro, transparente, una luz en movimiento que parece salir de las<br />

altas cumbres de los Andes, flota sobre las aguas cercanas de un Océano azul. Todo huele, las plantas, los<br />

árboles, las flores, la roca, la montaña, el mar. Hasta la luna, hasta el sol huelen. También la Estrella de la<br />

Mañana. Jamás he podido acostumbrarme a otros lugares del mundo, porque allá no existen los perfumes como<br />

aquí. En ningún otro sitio de la tierra las violetas huelen de este modo; las violetas de los campos de la infancia.<br />

En la India hay perfumes intensos, espesos, sensuales, psíquicos; pero son otra cosa. Aquí el perfume<br />

trasciende, pertenece a la luz, a una combinación que se produce por la cercanía de la nieve, de la roca mística<br />

y del mar dilatado, de olas soberbias. Ayuda la Corriente de Humboldt, que viene del Polo Sur. Todo esto crea en<br />

el alma del hombre, aún sin saberlo, una añoranza de algo que no existe, nostalgia de un amor imposible, de tal<br />

modo que cada chileno de verdad habrá sido siempre un Minnesánger, cantor embelesado de un A-Mor perdido<br />

al comienzo de los tiempos, de unos tiempos inexistentes, de los que nunca se supo y de los que nunca se sabrá.<br />

De una Flor Inexistente del alma.<br />

Los habitantes de esta tierra se llamaron a sí mismos Mapuche, que quiere decir hombre de la tierra. ¿De qué<br />

otra manera podrían haberse llamado? Habitantes de la tierra de Chilli. Basta. Porque es tan fuerte la marca del<br />

paisaje de esta tierra mística, que el hombre no puede ser más que un "hombre de la tierra". Yo también soy un<br />

mapuche, en este profundo sentido, y he vuelto aquí, a mi tierra, porque a ninguna otra pertenezco y en ninguna<br />

otra puedo acostumbrarme a vivir. Sólo aquí se abre y suelta mi total biología, espiritual y física, sólo en este<br />

paisaje, que es el mío, porque aquí se formaron mis huesos, mi sangre, mi linfa, con la substancia de estas hojas,<br />

de estos árboles, con el agua de estos ríos y la radiación de sus minerales. Y la luz, la luz divina, me envolvió y<br />

penetró en mi alma. Nada podrá existir más doloroso para un chileno, para un<br />

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