2 - Gnostic Liberation Front
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gigantes disformes en grandeza, pintados o esculpidos para ver si sería bueno hacer los hombres de aquel<br />
tamaño. Y como le pareciesen de mayor proporción que la suya, dijo: 'No es bien que las gentes sean tan crecidas,<br />
mejor será que sean de mi tamaño'. Y así crió a los hombres a su semejanza, como los que agora son. Y vivía en<br />
oscuridad.<br />
"Como los hombres trasgredieron los preceptos de Viracocha, éste envió un diluvio por sesenta días y sesenta<br />
noches. El diluvio fue llamado uno pachacuti. Sólo dos hombres se salvaron sobre el cerro Guasano. Los demás<br />
se convirtieron en piedra, para memoria del hecho y ejemplo de los venideros, en los edificios de Pucará, a sesenta<br />
leguas del Cusco".<br />
Todo esto lo relata Pedro Sarmiento de Gamboa. Dice.también que Titicaca quiere decir "Monte de Plomo". En su<br />
cosmogonía hay un tal Ayar Cache, del linaje de los inkas, que, al igual que el Cuanyip de los selc-nam del extremo<br />
sur, de Tierra del Fuego, con los disparos de su honda, esculpe los montes, las quebradas y traza el curso de los<br />
ríos.<br />
En el Popol Vuh, los Creadores son varios y producen al hombre de la tierra. Se humedece y deshace. Entonces lo<br />
hacen de madera y le enseñan a hablar. Pueblan con él la tierra. Por faltarle alma será también destruido en un<br />
gran diluvio. Lo que sobrevive es él mono. Es decir, el hombre de Neanderthal. Nada más puede crear el<br />
Demiurgo. En otras tradiciones me-soamericanas, los primeros pobladores son gigantes semihumanos. Hay un<br />
gran parecido, ya destacado por De Mahieu, entre el Popol Vuh y las Edda. Del caos nacen los gigantes del hielo,<br />
como Ymir, que es hermafrodita, al igual que los gigantes del Ecuador. Ymir es aniquilado por un diluvio y con los<br />
trozos de su cuerpo muerto se construyen los nuevos pobladores de la tierra, del Nuevo Sol.<br />
También la Voluspa, que nos relata el Ragna-Rók, el Crepúsculo y la muerte de los Dioses, es afín a la<br />
cosmogonía mesoamericana. En las Edda se nos dice que un día Loki, el regente de Hel, el infierno, saldrá de ahí<br />
para iniciar el ataque a Asgard, la ciudad de los divinos Asen (Ases). Es el momento actual del mundo. Con ayuda<br />
de los malignos seres que habían sobrevivido al diluvio y ai hundimiento de la Atlántida —sin duda los judíos— que<br />
en conjunto conforman el cuerpo del Lobo Fenrir, la Serpiente del Mundo, que Thor y Odín han combatido, rodeará<br />
toda la tierra y lanzará el asalto final contra Asgard (Alemania, Berlín, en nuestros días). Así se produce el<br />
Ragna-Rók, el Crepúsculo de los Dioses. (El final de Hitler en Berlín fue anunciado con la música de "El<br />
Crepúsculo de los Dioses", de Wagner).<br />
El Lobo Fenrir devora el sol y la luna (el antiguo sol y la antigua luna). Los hielos se apoderan del mundo. Es el fin<br />
de todo. Hasta que Baldur resucite, como el último Avatar, y con El vuelvan los Ases y la recreación de un nuevo<br />
mundo, de un Nuevo Sol. Es decir, otra posibilidad de encontrar la Salida, de derrotar el Universo del Demiurgo.<br />
Esta misma concepción, de seguro tomada de la tradición nórdico-polar de las Edda, puede descubrirse en<br />
Centroamérica, con la creencia en los Cuatro Soles, tres de los cuales han sido destruidos ya, antes de llegar al<br />
nuestro. Completan las Cuatro Edades de Hesíodo y los Cuatro Yugas de los indoarios. Primero, el Sol de Tierra,<br />
o de Noche; Segundo, el Sol de Aire; Tercero, el Sol de la Lluvia de Fuego, y Cuarto, el Sol de Agua. Hay un Quinto<br />
Sol, que aún no aparece, el Sol de los Cuatro Movimientos, que será también destruido cuando se levanten desde<br />
el Occidente los Demonios del Crepúsculo, comandados por Tezcatlipoca, el maligno. Y el Espíritu Negro de la<br />
Tierra destruirá al astro entre sus fauces, lo quebrará como si fuera de vidrio. Los seres vivientes serán aniquilados<br />
en su totalidad. Un Sexto Sol aparecerá, pero fuera del Universo del Demiurgo, porque ya no habrá más humanos.<br />
Los seres serán los mismos astros. Es el advenimiento del Hombre-Total, del Ser Absoluto; el Hombre y la<br />
Mujer-Redondos, ELELLA y ELLAEL. NOS.<br />
Esta concepción de los soles es de una extraordinaria importancia, pudiendo un Sol comprender todo un Kalpa,<br />
una Noche y un Día de Brahma. La religión de los inkas era de una extrema pureza y simplicidad. Sencillamente<br />
adoraban al Sol Negro, espiritual, su Padre. Desconocemos la concepción del mundo de los atumarunas de<br />
Tiahuanacu, pero pienso que los inkas la habrán tomado de ellos. No es necesario entrar en mayores detalles<br />
sobre matices, las festividades y la cosmogonía. Al adorar al Sol y sentirse sus hijos, los inkas están expresando<br />
un recuerdo de otra vida fuera de este Universo en el que se hallan, obligados a sobrevivir y a comandar a los<br />
esclavos de la Atlántida, a los animales-hombres, a los robots del Demiurgo, luchando como viras para producir la<br />
mutación. Los Inkas tratan de cumplir con ese recuerdo que aún circula por su sangre divina. Saben que el Sol<br />
Antiguo fue superior al de hoy. Sólo el Sexto Sol se encontrará más arriba de todos los otros, quizás más allá del<br />
Círculo de los Círculos. Y a él se alcanza en el camino retrógrado, de Sol en Sol, hacia atrás, hacia la Patria<br />
Primigenia, de la Medianoche Polar, Aryanabaiji, Hiperbórea; luego, el Sol Negro, Sunya, el Vacío, que permitirá<br />
el paso, o salto, hacia el Rayo Verde, la morada de NOS.<br />
He aquí las palabras de Pachakuti Inka Yupanki, tal vez el más grande de todos los inkas, dirigidas a Topa Inka, su<br />
hijo, al morir: "Cuando yo sea muerto, cuidarás de mi cuerpo, instalándolo en mis casas de Patallacta. Esculpirás<br />
mi estatua de oro en la Casa del Sol, y en todas las provincias a mí sujetas harás los sacrificios solemnes, y al final<br />
celebrarás la fiesta de Purucaya, para que yo pueda ir a descansar con mi Padre el Sol".<br />
Luego, en voz baja, triste y melodiosa, comenzó a cantar:<br />
"Nací como lirio en el jardín de mi Padre y así fui criado. Envejecí lentamente, en el camino del Sol. Y con él me fui<br />
secando, apagando, hasta morir...".<br />
Recostó el Inka la cabeza sobre una almohada y expiró, a la edad de ciento veinticinco años.<br />
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