2 - Gnostic Liberation Front

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Moisés, al apoderarse de la vara del Faraón, pudo hacer brotar agua de la piedra, en el desierto. En verdad, no hizo más que descubrir la corriente oculta, subterránea. En "El Cordón Dorado", cuento que vi a estos zahoríes en Austria. El ámbar, que los frisones llamaban jutten, es apropiado para captar las corrientes magnéticas terrestres, aún usándolo como "péndulo" sobre las cartas geográficas. También poseía el inka una suerte de báculo de plumas, con el color del arcoiris, llamado, Sunturpaúkar y un carnero emblemático, de color blanco, el Napa. Tenía, además, un pájaro, un cuervo. Sarmiento de Gamboa lo llama Indi, y cree que es un halcón. Es Alkamari, Korakenke. Son los cuervos de Wotan, a no dudarlo, y del Rey Barbarroja, Hugin y Munin; también Gañida, de Vishnu, pájaro mágico por excelencia. A la muerte del Inka todos estos atributos del poder eran heredados por su sucesor. Lo que no se heredaba, por ser privativo de cada inka, era su demon, su gurú invisible, o alter ego, que desde el otro mundo lo guiaba, el Guaoki, una especie de ídolo de piedra, que el inka elegía y con el cual conversaba, aconsejándose, al igual que con su pájaro. (El Inka oía la Voz, en la memoria de su sangre pura.) Los tres, así, planeaban guerras y conquistas, viajaban por este mundo y los otros, descubriendo caminos secretos de la tierra y del cielo. El Guaoki se iba con el inka a la tumba. Algo semejante, pero no tan elaboradamente imperial, poseyeron los pieles rojas, quienes afirman que un hombre no es hombre-divino mientras no tenga un guía invisible en el otro mundo, su tótem. El Guaoki era también el verdadero Hijo del Inka —"Hijo del Hombre"— su Los pieles rojas, como los tibetanos, fueron encargados de custodiar las entradas a las ciudades secretas de los Diosesjilancosy ala Tierra Interior. Eidelon, su Kama-Rupa, su Cuerpo Astral. Cuando Manko Kapac muere, a la edad de ciento cuarenta y cuatro años, según Sarmiento, deja las insignias del poder a su hijo Cinchi Roka; su Indi, su Topayauri, su Napa y su Sunturpaúka, al descendiente legítimo del Ayllo, o linaje. Pero su Guaoki se va con él; mejor dicho, el Inka se va con su Guaoki. Según la leyenda, Manko Kapac se ha transformado en estatua de piedra y lo veneran en Indikancha, la Casa del Sol. En 1559 ambos son encontrados en el pueblo de Bimbilla, cercano al Cuzco, por el corregidor Ondegardo. Mas, en verdad, nunca se supo qué fue de su cuerpo y sólo se encontró su estatua venerada, la que portaban a los combates los inkas, sus sucesores. El Guaoki del Inka Cinchi Roka, el sucesor, el descendiente —Pana-ka— fue un espíritu de piedra con figura de pez. Lo encontró, junto con su estatua, el licenciado Polo. 232

Los inkas tenían, además, sus magos predilectos, elegidos entre los amautas, una casta sacerdotal como la de los eumólpidas, de Grecia. El Inka Topa se hacía acompañar por el mago Antarki, quien le aconsejaba en sus conquistas. Los chilenos, los sudamericanos en general, nos hallamos tan cercanos de estas cosas, por la vecindad geográfica, que no nos hemos puesto a pensar seriamente en los inkas, en la maravilla que significaron. Todo se ha presentado como un acontecimiento demasiado común por lo conocido, cuando en realidad no sabemos nada. Fue un Imperio mágico, nacido de la nada y retornado a la nada. Más bien, erigido sobre un interregno que representa a la nada, antes de la cual hubo algo aún más maravilloso, más extraordinario y sobre lo que se desconoce todo: la civilización de Tiahuanacu, que el Inka hereda en la "memoria de su sangre" y que no revelará absolutamente a nadie, haciendo desaparecer la escritura en quilkas, pergaminos y hojas de árbol y reemplazándola por los kipos de cuerdas y nudos. ¿Por qué? ¿Qué ha deseado ocultar el Inka? De Mahieu cree que no ha querido que se conozca la derrota de sus antepasados de Tiahuanacu, que habría puesto en duda su sobrenaturalidad. No es muy convincente. Quizás el Inka se ha apropiado de algo que no le pertenecía completamente, de algún poder que no sabía manejar con propiedad. O, de nuevo, el "pecado racial". Los europeos hacen mucho caudal de los signos físicos sobrenaturales de la raza de los merovingios y de los objetos simbólicos del poder mágico encontrados en sus tumbas reales: abejas de oro, esferas de cristal, báculos electromagnéticos. ¿Y qué decir del Inka entonces? El mito y la leyenda de su origen bien valen la pena de ser contados. En Pacaritambo, que, según Sarmiento, significa "casa de producción", a seis leguas del Cuzco, en un cerro llamado Tambotoco, "casa de ventanas", había tres ventanas (seguramente cavernas o, mejor, entradas al mundo subterráneo, a la Tierra Hueca). Por cada una de ellas salieron tres diferentes clases de gentes, o razas. Por la ventana número uno, "Maras-Toco", salen los indios Maras; por la ventana número dos, "Sutic-Toco", salen los indios Tambos; por la ventana número tres, "Kapak-Toco", que queda al medio, salen cuatro hombres y cuatro mujeres, llamados "los hermanos". Recordemos aquí lo dicho sobre este nombre y su origen rúnico: "Hermán", en verdad ER-MAN. ER es Poder (Vril) y MAN es la Runa que representa la Vida, la encarnación, el Hombre: T • El Hombre con el Poder, la Raza Divina, Solar (del Sol Negro), Hiperbórea. Lo que fueron, o pretendieron ser los inkas. Se podrá argumentar que este nombre, "hermanos", es la traducción de otro en quichua, que no sé escribe así; pero este último habrá tenido su equivalente en la lengua secreta de los inkas, que era el germano antiguo, o el danés. De allí habrá sido traducido a la expresión indígena. Y en esa lengua indoeuropea, su equivalente es el símbolo rúnico mágico. Por la ventana de en medio salen los inkas, de una raza blanca, aria. Por las otras dos, los indios mongólicos, los "esclavos de la Atlántida". La de en medio sería la "entrada" al mundo subterráneo, a la Tierra Hueca. O la Entrada de Venus. Las otras dos, simples cuevas, o cavernas. Los inkas, o ingas, venidos así del Monte Meru, del más allá, de otra tierra y otro mundo, son hijos del Sol Negro, dé Otro Sol, detrás de la Estrella de la Mañana, de Venus-Lucifer. Comandan a los esclavos de la Atlántida, les ponen de su lado, les ordenan combatir junto a ellos y logran dominar a los dueños de la tierra, formando un Imperio Solar que dura siglos y que se extiende desde el Ecuador hasta el más al Sur de una tierra llamada Chile, valiéndose de los Caminos del Inka, que nunca han sido del Inka, a no ser que el Inka fuera anterior a los mismos inkas, lo que es posible. Sarmiento de Gamboa afirma que de la ventana Kapac-Toco salieron los que se llamaron "Kapac", en recuerdo de la misma, y que Cápac significa rico, aunque luego el nombre se usó para designar "al señor príncipe de muchos". Afirmaban haber sido creados señores, destinados a gobernar y, "por eso, se pusieron inga, que significa señor". Los nombres de los ocho hermanos son los siguientes: Manko Kapac, el mayor; el segundo, Ayar Auka; el tercero, Ayar Kache; el cuarto, Ayar Ucho. De las mujeres, la mayor se llamó Mama Ocllo; la segunda, Mama Guako, la tercera, Mama Ipakura, la cuarta, Mama Raua. Manko Kapac, el mayor, pasó a ser el primer soberano inka y desposó a su hermana Mama Ocllo, de donde procede la progenie, el linaje, el Ayllo de los doce inkas divinos e inmortales. Los ocho hermanos no han sido engendrados por ser humano alguno, sino directamente por un Dios: Ticci Huirakocha, quien les produjo y ordenó salir por la Ventana, a conquistar el mundo. Son así hijos de un Dios Solar. Los Inkas, Hijos del Sol Negro. Doce Inkas, en total. El Trece no alcanza a producirse; es un bastardo: Atahualpa. Remontando su origen a Viracocha Pachayachachi, como lo llaman los españoles, a Huirakocha, al ancestro ario, al Dios Blanco hiperbóreo, tal vez al conquistador vikingo de Tiahuanacu y de México, los inkas expresan mitológicamente su identidad racial y el misterio original de un drama perdido en la antehistoria americana, el de los imperios blancos postatlán-tidos, con una minoría racial dirigente dentro de un continente hostil y primitivo, de naturaleza salvaje e indómita, ubicado en el arco de fuego del Pacífico y del anillo pavoroso de sus volcanes. En la mitología de este sur del mundo, Huirakocha es también el creador de todas las cosas. Ha dado la existencia, por lo tanto, a los Inkas, haciéndoles salir del mundo interior por una "ventana". La leyenda también nos dice que la verdadera Tiahuanacu fue una ciudad subterránea, cuya puerta de entrada se encontraba en Kalasasaya, el Templo de la Luna. Tras la gran catástrofe, que lo cambia todo, hasta los polos, pudiendo comprobarse esto en las 233

Moisés, al apoderarse de la vara del Faraón, pudo hacer brotar agua de la piedra, en el desierto. En verdad, no<br />

hizo más que descubrir la corriente oculta, subterránea. En "El Cordón Dorado", cuento que vi a estos zahoríes en<br />

Austria. El ámbar, que los frisones llamaban jutten, es apropiado para captar las corrientes magnéticas terrestres,<br />

aún usándolo como "péndulo" sobre las cartas geográficas.<br />

También poseía el inka una suerte de báculo de plumas, con el color del arcoiris, llamado, Sunturpaúkar y un<br />

carnero emblemático, de color blanco, el Napa. Tenía, además, un pájaro, un cuervo. Sarmiento de Gamboa lo<br />

llama Indi, y cree que es un halcón. Es Alkamari, Korakenke. Son los cuervos de Wotan, a no dudarlo, y del Rey<br />

Barbarroja, Hugin y Munin; también Gañida, de Vishnu, pájaro mágico por excelencia. A la muerte del Inka todos<br />

estos atributos del poder eran heredados por su sucesor.<br />

Lo que no se heredaba, por ser privativo de cada inka, era su demon, su gurú invisible, o alter ego, que desde el<br />

otro mundo lo guiaba, el Guaoki, una especie de ídolo de piedra, que el inka elegía y con el cual conversaba,<br />

aconsejándose, al igual que con su pájaro. (El Inka oía la Voz, en la memoria de su sangre pura.) Los tres, así,<br />

planeaban guerras y conquistas, viajaban por este mundo y los otros, descubriendo caminos secretos de la tierra y<br />

del cielo. El Guaoki se iba con el inka a la tumba. Algo semejante, pero no tan elaboradamente imperial,<br />

poseyeron los pieles rojas, quienes afirman que un hombre no es hombre-divino mientras no tenga un guía<br />

invisible en el otro mundo, su tótem. El Guaoki era también el verdadero Hijo del Inka —"Hijo del Hombre"— su<br />

Los pieles rojas, como los tibetanos, fueron encargados de<br />

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Cuando Manko Kapac muere, a la edad de ciento cuarenta y cuatro años, según Sarmiento, deja las insignias del<br />

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Ayllo, o linaje. Pero su Guaoki se va con él; mejor dicho, el Inka se va con su Guaoki. Según la leyenda, Manko<br />

Kapac se ha transformado en estatua de piedra y lo veneran en Indikancha, la Casa del Sol. En 1559 ambos son<br />

encontrados en el pueblo de Bimbilla, cercano al Cuzco, por el corregidor Ondegardo. Mas, en verdad, nunca se<br />

supo qué fue de su cuerpo y sólo se encontró su estatua venerada, la que portaban a los combates los inkas, sus<br />

sucesores.<br />

El Guaoki del Inka Cinchi Roka, el sucesor, el descendiente —Pana-ka— fue un espíritu de piedra con figura de<br />

pez. Lo encontró, junto con su estatua, el licenciado Polo.<br />

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