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De los cuales fueron procreados las gentes. Los vocablos de las cuales gentes algunos quedaron, de los cuales hoy los vemos claros de donde fueron derivados, como de Héber los Hebreos". Hemos subrayado la afirmación, pues nos lleva de regreso a lo que nos dijera Spanuth, que el nombre hebreo aparece por primera vez en una estela de un templo egipcio y se refiere a los gigantes, no teniendo nada que ver con los judíos, que también se lo apropian. Son seres gigantescos, salvados de la Atlántida, o puede que de Hiperbórea. Por eso en nuestro libro "El Cordón Dorado" dijimos que los hebreos eran arios. Sarmiento continúa explicando que: "de Asur vienen los asirios"; pero, "la gente de tal manera se ha mudado que no basta diligencia humana a lo investigar por esta via". Es decir, ya no hay forma de saber quién es quién; mejor dicho, quién fue quién. "Y habiendo el linaje de los hombres multiplicado numerosísima-mente, partió el mundo entre sus hijos primeros, para que lo poblasen". "Y como dice Xenofonte, embarcóse Noé en unas galeras en el ponto Euxi-no". "Y, como dice Filón y refiere Annio, navegando Noé gigante (subrayamos) por el mar Mediterráneo, dividió toda la tierra a sus hijos". Así, Noé era un gigante. "A Sen encargó que poblase a Asia desde el Nilo hasta la India Oriental. A Can señaló el África, desde las Rinocoruras hasta el estrecho de Gibral-tar. Europa señaló por población de Jafet, con algunos de los hijos habidos después del Diluvio, que fueron todos los hijos de Tuscón, de donde descienden tudescos y alemanes y las naciones a ellos circunvecinas". (El subrayado es también nuestro). Si Jurgen Spanuth pudiese conocer esta afirmación de Sarmiento de Gamboa, hallaría un argumento más para asegurar que la Atlántida sumergida es en verdad su Hiperbórea ártica. Y el profesor Wirth diría que el escritor se está refiriendo, sin saberlo, a los sobrevivientes de la civilización del Gobi. Pero, ¿es que no lo sabía? Porque Don Pedro habla ya de varios otros diluvios anteriores y hasta posteriores: "Beroso dice que Nembrot edificó Babilonia a los 130 años del diluvio. Los hijos de Sen eligieron por rey a Jectán, hijo de Héber (hebreo, gigante). Los de Jafet eligieron por rey a Fénec, también llamado Asse-nes" (los Asen, los Ases). Aun cuando se refiere a razas raíces, Sarmiento nos dice que ellas se están mezclando, porque "un linaje se entrometió en las tierras del otro". En cuanto a la Atlántida, "Estando tan cerca de España, fue poblada por la misma gente de Tubar (tudescos, tedescos) y sus descendientes y también de los pobladores de África, cuya vecina era. Y hace fe a esto, llamarse la isla Atlántica, que fue poblada por Atlas, gigante y sapients'imo astrólogo, el cual pobló primero a Mauritania, que hoy es llamada Berbería, según Godofrido y todas las crónicas. Así, este fue Atlas, hijo de Jafet y de la ninfa Asia, nieto de Noé. Y por desto no hay más autoridad de la dicha, se ha de corroborar con la del divino Platón..." Así queda en claro para nosotros que Don Pedro Sarmiento de Gamboa no se ha referido al diluvio que destruyera la Atlántida, sino a otro mucho más antiguo y que no coincidirá con las fechas que él nos ha dado, que por lo demás son vagas. Es un diluvio muy antiguo, pudiendo ser el de la Segunda Hiperbórea Polar, o la catástrofe del Gobi, pues nos está explicando que es tras ese diluvio cuando Atlas, nieto de Noé, pobló la Atlántida. Y en todo esto tiene muchísima razón, coincidiendo con las exposiciones de este libro. Los primeros españoles y mauritanios fueron vasallos del rey Atlas, de la Atlántida, según Sarmiento. Pero este hecho se ha sepultado en el olvido, "y si no es por Platón nadie le habría conservado". Escribe Sarmiento: "Platón, en Cridas, dice que a Neutuno (Poseidón) le cupo en suerte la isla Atlántica, el cual tuvo diez hijos varones (los cinco gemelos), entre los cuales partió Neutuno toda la isla Atlántica, que antes y en su tiempo de Neutuno se llamaba el "Imperio de las Islas Flotas", como nos lo dice Volaterano, de manera que la dividió en diez regiones y reinos. La principal llamada Venere, dio al primigenio llamado Atlante (ésta es la relación de Platón, que únicamente coincide en este nombre con la extraña historia, sólo en apariencia bíblica, que Sarmiento nos ha contado antes) y nombróle por rey de toda la isla. Y así tomó su nombre Atlántica, y el Mar Atlántico, y hoy conserva este nombre. Al segundo hijo, llamado Gadirum, dio la parte que caía cerca de España, cuya parte es agora Cáliz. Al tercero llamó Anferes y al cuarto Ectóctenes, el séptimo Alusipo, el octavo Mestores, el noveno Azaen, el décimo Diaprepem. Estos y sus descendientes reinaron muchos siglos allí, señoreando por la mar muchas otras islas, las cuales no podrían ser otras sino las de Haytín, que llamamos Santo Domingo y Cuba y sus comarcanas. Y señoreaban en África hasta Egipto y en la Europa hasta Tirrenea e Italia". Vamos a reproducir ahora la opinión de la crónica de Pedro Sarmiento de Gamboa, que ha sido corroborada cuatrocientos años más tarde, con pruebas que hemos dado a conocer en páginas anteriores de esta obra, por el antropólogo francés, radicado en Argentina, profesor Jacques de Mahieu. Dice Don Pedro: "Y puesto caso questas naciones numerosísimas de los Atlánticos eran y fueron bastantes para poblar todas estotras tierras de Indias Occidentales de Castilla, también vinieron otras naciones a ellas (a América), que poblarían algunas provincias desta tierra después de la destrucción (de la Atlántida). Dice Strabon y Solino, que Ulises, después de la expugnación de Troya (vemos también que para Sarmiento la guerra y destrucción de Troya no es una pura leyenda homérica, sino realidad, siglos antes de Schlie-mann) navegó en puniente, y en Lusitania 224
pobló Lisbona; y después de edificada, quiso probar su ventura por el Mar Atlántico Océano por donde agora venimos a las Indias, y desapareció, que jamás se supo después qué se hizo. (Subrayamos.) Esto dice Pero (Pedro) Antón Beuter, noble historiador valenciano, y, como él mismo refiere, así lo siente el Dante Aligero, ilustre poeta florentín. Este Ulises, dando crédito a lo dicho, podemos deducir por indicios que de isla en isla vino a dar a la tierra de Yucatán y Campeche, tierra de Nueva España, porque los desta tierra tienen el traje, tocado y vestido grecesco (griego) de la nación de Ulises, y muchos vocablos usan griegos y tenían letras griegas. Y desto yo he visto muchas señales y pruebas. Y llaman a Dios Teos, que es griego, y aun en toda Nueva España usan deste término Teos por Dios. Oí también decir pasando yo por allí que tenían un cierto Génesis en griego. (Tal vez la llamada "Biblia de Chi-checastenango", el "Popol Vuh".) Indicios son bastantes de mi conjetura sobre lo de Ulises. Y de allí se pudieron poblar todas aquellas provincias de México, Tabasco, Xalisco y las septentrionales éstas y los ¿apotecas, Chiapas, Guatemalas, Honduras, Lacandones, Nicaraguas y Tlagusgalpas hasta Nicoya y Costa Rica y Beragua". Luego dice que otras naciones que pasaron a Persia, luego a Catígara, y, desde allí fueron, "conforme a la navegación de los de Alejandro Magno, cuarenta días de navegación de la Asia, esa tierra que llaman los descriptores de mapas Tierra incógnica al austro, desde la cual se pudo venir poblando hasta el Estrecho de Magallanes, hasta el poniente de Catígara y hacia el levante de la Javas y Nueva Guinea e islas del archipiélago del nombre de Jesús, que yo, mediante Nuestro Señor, descubrí en el Mar del Sur en el año de 1568 años, reinando el invicto Philippo segundo, rey de España y sus adnexos y de la demarcación del medio mundo, que son ciento y ochenta grados de longitud. De manera que lo que aquí se ha de colegir es que la Nueva España y sus provincias fueron pobladas de griegos y los de Catígara de judíos; y los de los ricos y poderosísimos reinos del Pirú y contérminas provincias fueron Atlánticos (atlantes), los cuales fueron deducidos de aquellos primeros mesopotamios o caldeos, pobladores del mundo". Y no es sólo Don Pedro Sarmiento de Gamboa en creer esto de los griegos en América. Un siglo después, en 1673, en Chile, el padre jesuita, Nicolás Mascardi, es muerto buscando la Ciudad Encantada de los Césares, por el sur patagónico. Y antes de entregar la vida por ese sueño, por esa su "flor inexistente", envía con mensajeros indios cartas en griego para los habitantes de la ciudad. Creía que ellos pudieran ser también los troyanos de Homero, que ahora vivían eternamente, en algún lugar secreto de la cordillera andina. En cuanto a los caldeos y mesopotamios, que Don Pedro relaciona con el Perú más antiguo y "poderosísimo", sabemos que ellos son "los de Tubar, Tudescos, Tedescos o germanos", pues él mismo confiesa que Don Francisco Pizarro pudo apoderarse de todo un Imperio con un poco más de cien hombres, porque los incas creyeron que era Vira-Kocha, el Dios Blanco y barbado que volvía. Y no debe extrañarnos que no haga más hincapié en esto, sacando conclusiones y partido, pues debió saber por qué lo hacía, teniendo que permanecer alerta para no trasgredir los límites permitidos por la/conspiración y la cruzada contra los Dioses Blancos. En España la conspiración ya tomaba ese tinte sordo y siniestro, antigótico, de odio envenenado contro todo lo que venga del ancestro visigodo y germano, que al pasar de los siglos estalla en la traición a Alemania de la última guerra, no siendo ésta la única ni la última que se cumplirá contra lo nórdico-ario. En "El Gran Viaje del Dios Sol", De Mahieu nos cuenta que "tampoco se sorprendió el emperador inka Huayna Kapak cuando, en 1523, ocho años antes de la llegada de Pizarro, recibió la noticia de que gente extraña y nunca vista en aquella tierra andaba en un navio por la costa norte del Perú". Era la expedición de Blasco Núñez de Balboa. Moribundo, el inka reunió a sus capitanes, a sus hijos, a los sacerdotes amautas, a los más altos dignatarios y les dijo: "Muchos años ha que por revelación de Nuestro Padre el Sol tenemos que, pasados doce reyes de sus hijos, vendrá gente nueva y no conocida en estas partes y ganará y sujetará a su Imperio todos nuestros reinos y muchos otros; yo me sospecho que serán los que sabemos que han andado por la costa de nuestro mar; será gente valerosa, que en todo os hará ventaja. También sabemos que se cumple en mí el número de los doce reyes. Certificóos que pocos años después que me haya ido de vosotros vendrá gente nueva, y cumplirá lo que nuestro Padre Sol nos ha dicho, y ganará nuestro Imperio y serán señores del. Y os mando que les obedescais y sirváis como a hombres que en todo os harán ventaja, que su ley será mejor que la nuestra, y sus armas poderosas e invencibles más que las nuestras. Quedaos en paz, que yo me voy. a descansar con mi padre el Sol, que me llama". Esto nos lo transmite el Inca Garcilaso de la Vega, en sus "Comentarios Reales", de 1572, quien lo ha conocido por tradición oral. Huayna Kapac estaría recordando un contacto directo de su estirpe con los blancos. Más impresionante aún es el discurso que Moctezuma pronuncia ante Cortés, en México, cuando le fuera a visitar en el palacio Axaiaca, de su padre y que había puesto a disposición de sus huéspedes, según el relato del cronista Francisco López de Gomara, del que ya hemos extractado, y que también reproduce De Mahieu: "Os tengo a vosotros por parientes; según mi padre me dijo, que lo oyó también del suyo. Nuestros antepasados reyes, de quien yo desciendo, no fueron naturales desta tierra, sino advenedizos, los cuales vinieron con un gran señor, que dende poco se fue a su naturaleza; y que al cabo de muchos años, tornó por ellos; mas no quisieron ir, por haber poblado aquí, y tener ya hijos y mujeres y mucho mando en la tierra. El se volvió muy descontento de ellos, y les dijo a la partida que enviaría a sus hijos a que los gobernasen y mantuviesen en paz y justicia, y en las antiguas 225
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De los cuales fueron procreados las gentes. Los vocablos de las cuales gentes algunos quedaron, de los cuales<br />
hoy los vemos claros de donde fueron derivados, como de Héber los Hebreos". Hemos subrayado la afirmación,<br />
pues nos lleva de regreso a lo que nos dijera Spanuth, que el nombre hebreo aparece por primera vez en una<br />
estela de un templo egipcio y se refiere a los gigantes, no teniendo nada que ver con los judíos, que también se lo<br />
apropian. Son seres gigantescos, salvados de la Atlántida, o puede que de Hiperbórea. Por eso en nuestro libro<br />
"El Cordón Dorado" dijimos que los hebreos eran arios.<br />
Sarmiento continúa explicando que: "de Asur vienen los asirios"; pero, "la gente de tal manera se ha mudado que<br />
no basta diligencia humana a lo investigar por esta via". Es decir, ya no hay forma de saber quién es quién; mejor<br />
dicho, quién fue quién.<br />
"Y habiendo el linaje de los hombres multiplicado numerosísima-mente, partió el mundo entre sus hijos primeros,<br />
para que lo poblasen". "Y como dice Xenofonte, embarcóse Noé en unas galeras en el ponto Euxi-no". "Y, como<br />
dice Filón y refiere Annio, navegando Noé gigante (subrayamos) por el mar Mediterráneo, dividió toda la tierra a<br />
sus hijos".<br />
Así, Noé era un gigante.<br />
"A Sen encargó que poblase a Asia desde el Nilo hasta la India Oriental. A Can señaló el África, desde las<br />
Rinocoruras hasta el estrecho de Gibral-tar. Europa señaló por población de Jafet, con algunos de los hijos<br />
habidos después del Diluvio, que fueron todos los hijos de Tuscón, de donde descienden tudescos y<br />
alemanes y las naciones a ellos circunvecinas". (El subrayado es también nuestro).<br />
Si Jurgen Spanuth pudiese conocer esta afirmación de Sarmiento de Gamboa, hallaría un argumento más para<br />
asegurar que la Atlántida sumergida es en verdad su Hiperbórea ártica. Y el profesor Wirth diría que el escritor se<br />
está refiriendo, sin saberlo, a los sobrevivientes de la civilización del Gobi. Pero, ¿es que no lo sabía? Porque Don<br />
Pedro habla ya de varios otros diluvios anteriores y hasta posteriores:<br />
"Beroso dice que Nembrot edificó Babilonia a los 130 años del diluvio. Los hijos de Sen eligieron por rey a Jectán,<br />
hijo de Héber (hebreo, gigante). Los de Jafet eligieron por rey a Fénec, también llamado Asse-nes" (los Asen, los<br />
Ases).<br />
Aun cuando se refiere a razas raíces, Sarmiento nos dice que ellas se están mezclando, porque "un linaje se<br />
entrometió en las tierras del otro".<br />
En cuanto a la Atlántida, "Estando tan cerca de España, fue poblada por la misma gente de Tubar (tudescos,<br />
tedescos) y sus descendientes y también de los pobladores de África, cuya vecina era. Y hace fe a esto, llamarse<br />
la isla Atlántica, que fue poblada por Atlas, gigante y sapients'imo astrólogo, el cual pobló primero a Mauritania,<br />
que hoy es llamada Berbería, según Godofrido y todas las crónicas. Así, este fue Atlas, hijo de Jafet y de la ninfa<br />
Asia, nieto de Noé. Y por desto no hay más autoridad de la dicha, se ha de corroborar con la del divino Platón..."<br />
Así queda en claro para nosotros que Don Pedro Sarmiento de Gamboa no se ha referido al diluvio que destruyera<br />
la Atlántida, sino a otro mucho más antiguo y que no coincidirá con las fechas que él nos ha dado, que por lo<br />
demás son vagas. Es un diluvio muy antiguo, pudiendo ser el de la Segunda Hiperbórea Polar, o la catástrofe del<br />
Gobi, pues nos está explicando que es tras ese diluvio cuando Atlas, nieto de Noé, pobló la Atlántida. Y en todo<br />
esto tiene muchísima razón, coincidiendo con las exposiciones de este libro.<br />
Los primeros españoles y mauritanios fueron vasallos del rey Atlas, de la Atlántida, según Sarmiento. Pero este<br />
hecho se ha sepultado en el olvido, "y si no es por Platón nadie le habría conservado".<br />
Escribe Sarmiento:<br />
"Platón, en Cridas, dice que a Neutuno (Poseidón) le cupo en suerte la isla Atlántica, el cual tuvo diez hijos varones<br />
(los cinco gemelos), entre los cuales partió Neutuno toda la isla Atlántica, que antes y en su tiempo de Neutuno se<br />
llamaba el "Imperio de las Islas Flotas", como nos lo dice Volaterano, de manera que la dividió en diez regiones y<br />
reinos. La principal llamada Venere, dio al primigenio llamado Atlante (ésta es la relación de Platón, que<br />
únicamente coincide en este nombre con la extraña historia, sólo en apariencia bíblica, que Sarmiento nos ha<br />
contado antes) y nombróle por rey de toda la isla. Y así tomó su nombre Atlántica, y el Mar Atlántico, y hoy<br />
conserva este nombre. Al segundo hijo, llamado Gadirum, dio la parte que caía cerca de España, cuya parte es<br />
agora Cáliz. Al tercero llamó Anferes y al cuarto Ectóctenes, el séptimo Alusipo, el octavo Mestores, el noveno<br />
Azaen, el décimo Diaprepem. Estos y sus descendientes reinaron muchos siglos allí, señoreando por la mar<br />
muchas otras islas, las cuales no podrían ser otras sino las de Haytín, que llamamos Santo Domingo y Cuba y sus<br />
comarcanas. Y señoreaban en África hasta Egipto y en la Europa hasta Tirrenea e Italia".<br />
Vamos a reproducir ahora la opinión de la crónica de Pedro Sarmiento de Gamboa, que ha sido corroborada<br />
cuatrocientos años más tarde, con pruebas que hemos dado a conocer en páginas anteriores de esta obra, por el<br />
antropólogo francés, radicado en Argentina, profesor Jacques de Mahieu.<br />
Dice Don Pedro:<br />
"Y puesto caso questas naciones numerosísimas de los Atlánticos eran y fueron bastantes para poblar todas<br />
estotras tierras de Indias Occidentales de Castilla, también vinieron otras naciones a ellas (a América), que<br />
poblarían algunas provincias desta tierra después de la destrucción (de la Atlántida). Dice Strabon y Solino, que<br />
Ulises, después de la expugnación de Troya (vemos también que para Sarmiento la guerra y destrucción de Troya<br />
no es una pura leyenda homérica, sino realidad, siglos antes de Schlie-mann) navegó en puniente, y en Lusitania<br />
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