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Las sociedades secretas fueron organizadas al modelo de las de Amsterdam. En Brasil pasó a llamarse "K.K. zur Israel" -Sagrada Congregación de la Roca de Israel—. Allí llegó el primer rabino venido a América, Isaac Aboad da Fonseca. La Inquisición debió también trasladarse a Brasil. Cuando en la segunda década del siglo XVII, los holandeses trataron de conquistar el Brasil, los judíos marranos se pusieron de su lado, les sirvieron de espías y hasta financieron sus excursiones. Eran dueños de una cuarta parte de las acciones de la Compañía de las Indias Occidentales. Cuando los portugueses logran imponerse a los holandeses, los marranos se dispersan por todo el continente. Se establecen en Jamaica, donde ayudan a la conquista inglesa. En la isla de Barbados establecen dos comunidades: "K.K. Nidhe Israel" —Sagrada Congregación de los Dispersos de Israel— y "K.K. Semah David" —Sagrada Congregación de la Rama de David—. Van también a Nassau y a la Martinica. En Surinam, los marranos reprimen la revuelta de los negros, que hacía peligrar su negocio. En 1645 llega a Nueva Amsterdam, en Norteamérica, un barco con refugiados marranos del Brasil, apoyado por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Fundan de inmediato la "K.K. Shearith Israel" -Sagrada Congregación de los Restos de Israel—. De este modo se da origen a la que un día sería la más grande comunidad judía de todos los tiempos: la Comunidad de Nueva York. El círculo de comunidades marranas se había cerrado, desde el Mar del Norte, desde el más lejano Oriente, desde Macao y Goa, al más distante Occidente. De un Polo al otro Polo. Nos asiste la seguridad de que la conquista de América, su "descubrimiento" por Colón, fue una gran operación judía montada teniendo a la vista un fin preciso, desde sus mismos inicios, pero preparada desde mucho tiempo antes. Cuando me hallaba en Viena, ese siniestro hampón judío, Simón Wiesenthal, publicó un libro sobre América, declarándola como tierra judía desde sus lejanos orígenes. Recientemente se ha publicado en España otro interesante libro: "Sudamérica, la Nueva Jerusalén", de Edmundo Waisman. La expedición de Colón es la culminación de una antigua inquietud en los círculos más secretos del judaismo. La historia de la tierra nos es hoy desconocida. Nada nos es dado saber de cierto de lo que pasara tras las más grandes catástrofes geológicas y planetarias. ¿Dónde se cumplen las viejas tradiciones, los mitos, las leyendas? ¿Sobre cuáles continentes? ¿Y el Éxodo? ¿De quién es en verdad el Éxodo? De seguro no lo es del pueblo judío. Como tantas otras cosas, también se lo han apropiado. Ya vemos que el profesor Wirth nos habla del Gobi. Pero uno de los más extraordinarios conquistadores españoles, si no el más extraordinario de todos, Pedro Sarmiento de Gamboa, el colonizador del Estrecho de Magallanes y fundador de la Ciudad del Rey Felipe, después llamada "Puerto Hambre", en su libro "Historia de los Incas", afirma que la Isla Atlántida se hallaba unida a América, si es que América mismo no era una parte de ella. Y ahí también reconoce a los judíos. Inquieta sobre todo a los judíos la misteriosa desaparición de los Templarios, su tesoro y sus documentos, nunca hallados ni por el Papa ni por el Rey de Francia. Sus más altos dirigentes han desaparecido sin dejar rastros, junto con la flota surta en el puerto de La Rochelle. Muchos templarios se refugiaron en Portugal, pasando a la Orden de Cristo. La bandera portuguesa llega a ser la templaría y el Imperio de esa pequeña nación será fundado sobre los conocimientos cosmográficos que le entregan los miembros de la Orden disuelta. Los ocultos dirigentes de los templarios, su tesoro, sus secretos, han sido llevados a América, continente que ellos conocían y con el cual mantenían un contacto regular. Allí obtenían la plata con la que financiaron las grandes construcciones de catedrales y las corporaciones de constructores. Guardaron el más estricto secreto de todo esto, y, en el momento de la derrota y la persecución, sus Maestres desconocidos partieron con el tesoro, en dirección a ese mundo lejano. La leyenda, asimismo, nos cuenta que Parzival se va en un buque con la insignia templaría, portando el Gral, en dirección de una lejana tierra de Occidente, de donde no regresó más. En alguna parte, los templarios recogieron la tradición hiperbórea, visigoda, vikinga, de ese mundo distante de los Dioses Blancos, de los antepasados, junto con el camino para llegar hasta él. Pudieron así establecer el contacto con la civilización vikinga de Tiahuanacu y con el imperio de Quetzalcóatl. Esto habría pesado grandemente sobre ellos, llegando a producir un cambio esencial en su cúpula invisible, que los llevó, al final de su camino exterior, a romper con los orígenes cistercienses, benedictinos, cristianos y judaicos de la Orden, creada por el hijo de los druidas, San Bernardo. A decir verdad, esta ruptura se inicia mucho antes, casi en los comienzos, cuando la separación del Temple y la misteriosa organización conspira-tiva, fundada en Jerusalén, el Priorato de Sión, activa hasta nuestros días. La Orden Templaría, también por sus contactos con los Ismaelitas y los guerreros persas del "Viejo" de la Montaña", más y más deriva hacia el Gnosticismo, entrando en conflicto de conciencia con el siniestro Demiurgo Jehová, que ha pensado servirse de ellos, utilizándolos como una milicia armada y esotérica. Los templarios llegan a descubrir que la Cabala judía no es judía sino aria hiperbórea y que ella ha sido falsificada, distorsionada, para ser utilizada en ceremonial de magia negra y en la producción degolems. Ante la imposibilidad de producir una mutación general de la orden visible, los templarios propician su propia destrucción. Y no se 212
defienden. Pero sus más altos dirigentes "hiperborizados" desaparecen en los refugios polares de los Dioses Blancos. Así, ganan perdiendo. Un mayor conocimiento de estos hechos también ha llegado a mi poder tras la publicación de "El Cordón Dorado", donde dediqué un extenso capítulo a la Orden del Temple. Es en Portugal donde los judíos adquieren conocimientos precisos de la existencia del Nuevo Mundo. En el Archivo Nacional de la Tesouraria, de Lisboa, donde el Rey guarda sus documentos secretos, Colón logrará apropiarse de las cartas geográficas del continente occidental. Sus congéneres marranos le abrirán el camino y le facilitarán el acceso. Además, Colón contrae matrimonio con la hija de un descendiente de templarios. Como hemos dicho, los judíos son la sombra negra de los Dioses Blancos. Llegaron a tener la certeza de que el gran Tesoro, el gran Secreto, del que hasta ahora nunca se han podido apoderar (la Cabala era sólo una ínfima parte de él) había sido transportado a América. Por eso han montado la importante operación, sólo iniciada por Colón, llamada "Descubrimiento de América". Creer que los judíos financiaron a Colón a objeto de encontrar un sitio distante donde poder escapar de la Inquisición, es subestimar los fines reales por los que lucha el judaismo. Por esto hemos titulado este capítulo con el nombre de un libro de Otto Rahn: "La Cruzada contra el Gral". El judío emprendió una verdadera cruzada contra los Dioses Blancos americanos para impedir que en este otro confín del universo se pudiera organizar una vida superior, de acuerdo con el conocimiento hiperbóreo, una existencia polar, una resurrección de la Edad Dorada en el Polo Sur. Para lograr sus fines se valdría primero de la Iglesia de Roma y del celo evan-gelizador de los cristianos viejos y nuevos, de la "traición blanca" y del empuje de la misma sangre gótica, del cuerpo gótico, pero con la vista enceguecida y el alma judaizada. Es decir, de los cristianos. Y allí donde el cristianismo no pudo ya más, porque había cumplido al máximo con sus disposiciones, entonces vino a actuar la masonería, que para esto estaban ya preparados los marranos con sus organizaciones cripto-judías, los "K.K.", sus "Santas Congregaciones", propiciando la "independencia" americana, con la institución de recambio del judaismo liberal anglosajón y la emigración ashkenazim dirigida a la Babel del Norte. De ambas Américas se haría el caldero ebullente, monstruoso, del mestizaje, del mulatismo; una bastardiza-ción de pesadilla. A los Dioses Blancos sólo les restaban las Ciudades Secretas de los Andes, la Tierra Hueca, los Oasis de la Antartica, esos "paraísos inexpugnables", donde nunca podrá penetrar el Enemigo. Ni siquiera conocemos el verdadero nombre del Gran Almirante de la Mar Océano. Los documentos de la época le llaman de forma indistinta: Colombo, Colomo, Colom y Colón. No hablaba ni escribía bien el español, ni el italiano, ni el portugués. Los mezclaba todos. Tal vez sólo hablase correctamente el hebreo. Se conoce de él una carta en catalán, también con errores. ¿Qué hacía antes de llegar a Lisboa entre 1476 y 1479? Wiesenthal lo da como judío. En su primer viaje no lleva un capellán; pero sí un "intérprete" del hebreo. ¿Es que ya sabía que encontraría allá a las tribus perdidas? Y este "intérprete" en verdad debe haber sido un rabino disfrazado. En 1477 Colón, o como se llame, hace un misterioso viaje a Thule, desde el Portugal. Su hijo Fernando y Fray Bartolomé de las Casas, dos de sus biógrafos, citan una carta suya en que cuenta que "navegó más allá de Tyle" Este más allá debe haber sido Groenlandia, por los datos y latitudes que da. ¿Y qué habrá ido a buscar ahí? Conocía la existencia de hiperbóreos en esas islas y de su búsqueda por Piteas. Intentaba, de seguro, seguir sus huellas, la de los Dioses Blancos. La Tyle a qué se refiere ha sido mencionada por Ptolomeo, quien le da el mismo nombre griego que Piteas: "Ultima Tyle". Pero hay algo aún más importante para el caso. En 1476, el Rey Christian III de Dinamarca monta una expedición destinada a reencontrar las colonias perdidas noruegas, hiperbóreas. (Nunca se hallarán, pues se han trasladado a Vinland, en América). La expedición se compone de barcos daneses, alemanes y portugueses. Había un piloto de nombre Johanes Scol-vus, del que nunca se volverá a oír hablar. Sin embarga, en un mapa de 1582, diseñado por un tal Michel Lok, se le ha dado a una tierra, al oeste de Groenlandia, el nombre de "Scolvus Greotland". ¿Quién era este misterioso piloto, cuyo nombre ni siquiera se conoce bien en su ortografía? Scolnus, Scolvo, Kolonus, Scolom, Skolum, Colum. Los polacos tienen un "Kolnus", de Kolno, una pequeña ciudad al norte de ese país. ¿Era Colón un judío polaco, que por esto no hablaba siquiera bien el español, ni el portugués de los marranos? En sus escritos tiene a veces inspiraciones místicas de tipo rabínico, en que menciona a sus profetas y a su Demiurgo, mezcladas a cálculos comerciales. Es un gran embustero y mistificador, otro rasgo típico de los judíos en general, pero en especial de los venidos del este, de los falsificadores e impostores de la Cabala. Lo que importa de aquella expedición es que Scolvus ha llegado hasta la Península del Labrador y, aunque sin encontrar a los hiperbóreos, ya sabe el camino que han seguido hasta Vinland. Lo demás, lo conseguirá en la Tesouraria del Rey de Portugal, donde hay mapas del Nuevo Mundo, diseñados desde los tiempos más antiguos. Los hindúes, los chinos, los egipcios, los griegos y los romanos conocían de América y sabían que "el mundo era redondo". Lo sabían también los libios rubios. El Mapamundi de la geografía de Ptolomeo diseña las dos Américas y la Tierra del Fuego; la Carta de Piri Reis, que muestra el mundo desde lo alto y señala tierras y continentes desaparecidos; el mapa de Pizi-gano, de 1367; el Mapamundi de Cosme Indicopleutes, del siglo III, que me fascinara en tiempos de mi expedición a la Antartica y donde ese mítico cosmógrafo coloca una Terra ultra 213
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Las sociedades secretas fueron organizadas al modelo de las de Amsterdam. En Brasil pasó a llamarse "K.K. zur<br />
Israel" -Sagrada Congregación de la Roca de Israel—. Allí llegó el primer rabino venido a América, Isaac Aboad<br />
da Fonseca.<br />
La Inquisición debió también trasladarse a Brasil.<br />
Cuando en la segunda década del siglo XVII, los holandeses trataron de conquistar el Brasil, los judíos marranos<br />
se pusieron de su lado, les sirvieron de espías y hasta financieron sus excursiones. Eran dueños de una cuarta<br />
parte de las acciones de la Compañía de las Indias Occidentales.<br />
Cuando los portugueses logran imponerse a los holandeses, los marranos se dispersan por todo el continente. Se<br />
establecen en Jamaica, donde ayudan a la conquista inglesa. En la isla de Barbados establecen dos comunidades:<br />
"K.K. Nidhe Israel" —Sagrada Congregación de los Dispersos de Israel— y "K.K. Semah David"<br />
—Sagrada Congregación de la Rama de David—. Van también a Nassau y a la Martinica. En Surinam, los<br />
marranos reprimen la revuelta de los negros, que hacía peligrar su negocio.<br />
En 1645 llega a Nueva Amsterdam, en Norteamérica, un barco con refugiados marranos del Brasil, apoyado por la<br />
Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Fundan de inmediato la "K.K. Shearith Israel" -Sagrada<br />
Congregación de los Restos de Israel—. De este modo se da origen a la que un día sería la más grande<br />
comunidad judía de todos los tiempos: la Comunidad de Nueva York. El círculo de comunidades marranas se<br />
había cerrado, desde el Mar del Norte, desde el más lejano Oriente, desde Macao y Goa, al más distante<br />
Occidente. De un Polo al otro Polo.<br />
Nos asiste la seguridad de que la conquista de América, su "descubrimiento" por Colón, fue una gran operación<br />
judía montada teniendo a la vista un fin preciso, desde sus mismos inicios, pero preparada desde mucho tiempo<br />
antes.<br />
Cuando me hallaba en Viena, ese siniestro hampón judío, Simón Wiesenthal, publicó un libro sobre América,<br />
declarándola como tierra judía desde sus lejanos orígenes. Recientemente se ha publicado en España otro<br />
interesante libro: "Sudamérica, la Nueva Jerusalén", de Edmundo Waisman.<br />
La expedición de Colón es la culminación de una antigua inquietud en los círculos más secretos del judaismo. La<br />
historia de la tierra nos es hoy desconocida. Nada nos es dado saber de cierto de lo que pasara tras las más<br />
grandes catástrofes geológicas y planetarias. ¿Dónde se cumplen las viejas tradiciones, los mitos, las leyendas?<br />
¿Sobre cuáles continentes? ¿Y el Éxodo? ¿De quién es en verdad el Éxodo? De seguro no lo es del pueblo judío.<br />
Como tantas otras cosas, también se lo han apropiado. Ya vemos que el profesor Wirth nos habla del Gobi. Pero<br />
uno de los más extraordinarios conquistadores españoles, si no el más extraordinario de todos, Pedro Sarmiento<br />
de Gamboa, el colonizador del Estrecho de Magallanes y fundador de la Ciudad del Rey Felipe, después llamada<br />
"Puerto Hambre", en su libro "Historia de los Incas", afirma que la Isla Atlántida se hallaba unida a América, si es<br />
que América mismo no era una parte de ella. Y ahí también reconoce a los judíos.<br />
Inquieta sobre todo a los judíos la misteriosa desaparición de los Templarios, su tesoro y sus documentos, nunca<br />
hallados ni por el Papa ni por el Rey de Francia. Sus más altos dirigentes han desaparecido sin dejar rastros, junto<br />
con la flota surta en el puerto de La Rochelle. Muchos templarios se refugiaron en Portugal, pasando a la Orden de<br />
Cristo. La bandera portuguesa llega a ser la templaría y el Imperio de esa pequeña nación será fundado sobre los<br />
conocimientos cosmográficos que le entregan los miembros de la Orden disuelta. Los ocultos dirigentes de los<br />
templarios, su tesoro, sus secretos, han sido llevados a América, continente que ellos conocían y con el cual<br />
mantenían un contacto regular. Allí obtenían la plata con la que financiaron las grandes construcciones de<br />
catedrales y las corporaciones de constructores. Guardaron el más estricto secreto de todo esto, y, en el momento<br />
de la derrota y la persecución, sus Maestres desconocidos partieron con el tesoro, en dirección a ese mundo<br />
lejano. La leyenda, asimismo, nos cuenta que Parzival se va en un buque con la insignia templaría, portando el<br />
Gral, en dirección de una lejana tierra de Occidente, de donde no regresó más.<br />
En alguna parte, los templarios recogieron la tradición hiperbórea, visigoda, vikinga, de ese mundo distante de los<br />
Dioses Blancos, de los antepasados, junto con el camino para llegar hasta él. Pudieron así establecer el contacto<br />
con la civilización vikinga de Tiahuanacu y con el imperio de Quetzalcóatl. Esto habría pesado grandemente sobre<br />
ellos, llegando a producir un cambio esencial en su cúpula invisible, que los llevó, al final de su camino exterior, a<br />
romper con los orígenes cistercienses, benedictinos, cristianos y judaicos de la Orden, creada por el hijo de los<br />
druidas, San Bernardo. A decir verdad, esta ruptura se inicia mucho antes, casi en los comienzos, cuando la<br />
separación del Temple y la misteriosa organización conspira-tiva, fundada en Jerusalén, el Priorato de Sión, activa<br />
hasta nuestros días. La Orden Templaría, también por sus contactos con los Ismaelitas y los guerreros persas del<br />
"Viejo" de la Montaña", más y más deriva hacia el <strong>Gnostic</strong>ismo, entrando en conflicto de conciencia con el siniestro<br />
Demiurgo Jehová, que ha pensado servirse de ellos, utilizándolos como una milicia armada y esotérica. Los<br />
templarios llegan a descubrir que la Cabala judía no es judía sino aria hiperbórea y que ella ha sido falsificada,<br />
distorsionada, para ser utilizada en ceremonial de magia negra y en la producción degolems. Ante la imposibilidad<br />
de producir una mutación general de la orden visible, los templarios propician su propia destrucción. Y no se<br />
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