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2 - Gnostic Liberation Front

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la historia del Nazismo, desde su nacimiento. Un grupo de alemanes y chilenos del sur, decidieron dar vida al<br />

partido, impresionados por los triunfos de Hitler, que ellos creyeron irreversibles. Debían encontrar a alguien que<br />

pudiera desempeñar el papel de Jefe, cumpliendo con las condiciones necesarias para arrastrar a las masas<br />

mestizas de chilenos. Tendría que ser un mestizo de alemán. Fue así como se encontró a ese abogado opaco,<br />

oscuro y desconocido, en el que se descubrieron ciertas condiciones que podrían desarrollarse con un poco de<br />

esfuerzo y disciplina. Jorge González von Marees reunía las cualidades ideales; era de estatura media, moreno, su<br />

primer apellido no podía ser más común: González; sería usado cuando más conviniese, pudiendo hacerse ignorar<br />

el segundo, suprimiéndolo, si esto fuese necesario. Si el triunfo mundial del Nazismo se hacía evidente, el apellido<br />

que se suprimiría sería el primero. De hecho, durante los años de éxito, el Jefe era conocido únicamente como von<br />

Marees. Cuando se creó la Vanguardia Popular Socialista, pasó a ser Jorge González, a secas.<br />

Keller me estaba revelando algo extraordinario, que hasta ahora nunca se ha dicho: de Jorge González von Marees<br />

se quiso hacer un autómata dirigido y controlado, hasta llegar a transformarle en Jefe de un movimiento irresistible.<br />

Algunos se han preguntado si no habrá pasado algo semejante con Hitler y la Sociedad de Thule. La diferencia se<br />

hallaba en que estos aprendices de brujos criollos carecían de todo conocimiento esotérico y del verdadero poder<br />

mágico para controlar y dirigir a un "médium", que, además, tampoco habían iniciado como para que fuera capaz<br />

de recibir al Arquetipo, al Dios-Avatar. Fue así como estos neófitos inexpertos se encontraban ahora, sin saberlo,<br />

frente a un engendro que ellos mismos contrihuyeron a crear. Porque lo único efectivo que pudieron traspasarle fue<br />

una ambición sin límite de poder. Casi siempre sucede así.<br />

Carlos Keller estaba desorientado ante los hechos del 5 de septiembre. Trataba de encontrar su explicación en una<br />

locura efectiva de von Marees, o en la repulsión que la cárcel le había producido, en algunas permanencias<br />

anteriores. En esos días, precisamente, debería volver a la prisión, por juicios políticos perdidos. Al dar el golpe,<br />

había pretendido salvarse de la cárcel. Keller justificaba a Ibáñez y al ejército, que ignoraron todo sobre la asonada<br />

nazista, porque la fecha fijada para actuar era otra. Culpaba del desastre únicamente a González von Marees.<br />

Carlos Keller escribió después una novela en la que se refiere a todo esto, "La locura de Juan Bernales". Es una<br />

mala novela.<br />

Con esta entrevista, comprendí que ya no había nada que hacer ahí. No pudiendo detenerme en una decisión<br />

tomada, no tenía otra alternativa que seguir adelante. Y fue así como escribí al Jefe, Jorge González von Marees.<br />

Reviso la prensa de aquellos tiempos y, en la Revista "Vea", del 2 de agosto de 1939, encuentro el relato de lo<br />

acontecido, la publicación de mi carta y la respuesta del Jefe de la Vanguardia Popular Socialista. Reproduzco<br />

ambas a continuación, tal como allí aparecieron:<br />

"Inesperado cambio de ideas en el intelectual socialista y amigo de Barreto. — Explicaciones epistolares. — Una<br />

carta de Serrano y una respuesta del Jefe de la Vanguardia. — Han provocado gran revuelo en todos los círculos.<br />

"Señor Jorge González von Marees.<br />

Presente.<br />

Apreciado señor:<br />

"Después de alguna vacilación sobre la actitud que debería tomar he decidido escribir directamente a usted. Quise<br />

primero hacer alguna declaración en la prensa; debido al tema se me pusieron dificultades. Deseo rectificar mi<br />

posición frente a usted, la que se debiera a incomprensióny a una falta de clarividencia, justificable puesto que no<br />

soy político. Como escritor y como hombre admiro las personalidades definidas, creo solamente en el hombre<br />

apasionado, inteligente y fuerte, que pueda dirigir, para el bien de los pueblos y de las naciones. La política chilena<br />

y no sólo la de Chile, pasan por gran crisis de individualidades. El gregarismo absorbe toda iniciativa, toda luz, toda<br />

voz individual desaparece. Y no es ésta una declaración de principios que me ubique dentro de las manoseadas<br />

antinomias europeas, que no nos pertenecen y que pasarán de moda tal vez en cinco años. Creo que América<br />

(como usted también lo cree, si no me equivoco) no tiene por qué vivir con la preocupación dentro de algunas de<br />

estas antinomias políticas occidentales. Solamente debe hacerse la política que convenga a América, y el hombre<br />

debe actuar sin temor a ser clasificado con esas fórmulas verbalistas. Solamente existen actitudes humanas y<br />

éstas solamente permanecen.<br />

"Yo no he acostumbrado en mi vida a reaccionar con las vacilaciones y contradicciones con que lo he hecho ante<br />

usted; corrientemente reconozco con mayor facilidad mis simpatías. Pero en este caso hubo un suceso particular,<br />

del que, después de todo, Usted no tiene la culpa. Ni nadie. Ha sido la muerte de Héctor Barreto, mi gran amigo.<br />

Pero hoy sé que a Barreto no le mató nadie. Barreto era demasiado grande para que le matara alguien que no fuera<br />

él mismo.<br />

"Si no hubiera sido también por este suceso, yo no habría salido tal vez tan pronto afuera, no me habría<br />

desilusionado de muchas cosas, y no me habría interesado tanto el destino de mi país.<br />

"Sea esta carta, pues, mi rectificación y la muestra de un reconocimiento que yo espero recíproco, puesto que, en<br />

otro plano, también tengo una trayectoria que, por corta, no es menos intensa y sincera.<br />

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