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2 - Gnostic Liberation Front

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Esdras relativo a las diez tribus de Israel llevadas en cautiverio en tiempo de Salmanasar y desaparecidas luego<br />

(tras el Purim seguramente) se hallaban, convencidos que se encontraban en América. Y Levi Montezinos no hizo<br />

más que afirmar que, por fin, él había encontrado a dos de estas tribus.<br />

Es interesante lo que se afirma del Yucatán, porque también allí se cometieron muchos sacrificios sangrientos,<br />

aún entre los Mayas.<br />

Es importante conocer que fue la muerte del "Santo niño de La Guardia", un sacrificado del Passover, en 1491, la<br />

que sirvió como motivo o excusa final para la expulsión de los judíos de España por los Reyes Católicos. Mucho se<br />

ha discutido sobre este y otros casos similares; pero Me-néndez y Pelayo, junto a otros escritores, consideraban<br />

que era verídico y auténtico.<br />

¿Cuándo llegan los judíos a España? José Amador de los Ríos piensa que en tiempos bastante remotos, con los<br />

fenicios. Fundaron colonias cuando, "derramándose por el mundo apenas hubo un pueblo donde no llevaran su<br />

comercio". Strabon, que vivía en la era de Augusto, dice: "Cuatro géneros de hombres hay en la ciudad de Cirene<br />

(África): ciudadanos, labradores, extranjeros y judíos; y estas cuatro jerarquías se hallan en todas las ciudades.<br />

No será fácil encontrar lugar en toda la tierra en donde una vez recibida esta gente, no prevalezca; porque Egipto<br />

y Cirene y otras muchas provincias han admitido su religión y mantienen grandes congregaciones de judíos, que<br />

se han aumentado con el tiempo y viven con sus mismas leyes". Y Philón certifica que "había colonias judías en<br />

todas las ciudades fértiles del Asia, África y Europa". Con seguridad las había en el litoral ibérico, aunque no en el<br />

interior todavía, hasta la destrucción del Templo. Toledo, por ejemplo, fue capital de los godos. El documento más<br />

antiguo que se refiere a los judíos en España es el Canon XLIX del Concilio Iliberitano en los años 300 al 301.<br />

Dice: "Amonéstese a los dueños de las haciendas para que no permitan que los judíos bendigan los frutos que<br />

Dios les da, para que no hagan frustránea nuestra bendición".<br />

Puede verse que ya en esos tiempos los judíos son mal vistos en España. Como la "sombra negra de los Dioses<br />

Blancos", entran en gran número, siguiendo la invasión de los godos. Y es el Rey visigodo Sisebuto el primero en<br />

tener que expulsarlos, a pesar de su natural bondadoso y justiciero.<br />

Como hemos dicho, Caro Baroja es incapaz de aceptar la razón misteriosa y las consecuencias que de ella se<br />

desprenden de esa natural (o innatural) enemistad entre los pueblos arios y el judío, que solamente puede llegar<br />

a penetrarse por medio de la Weltanschauung del Hitlerismo Esotérico.<br />

Si en España no hubiesen entrado los "godos, esa oposición tan aguda que terminó con la expulsión de los judíos<br />

no se habría producido en la forma y estilo que conocemos. Aun cuando se expresó en términos de religión,<br />

valiéndose del medio extremo del Tribunal del Santo Oficio, o sea, de la Inquisición, el asunto era racial en el<br />

fondo; étnico. Es un hecho que la armazón legal de la Inquisición, su estructura sociales gótica, aunque el<br />

espíritu, paradojalmente, sea judaico en su intolerancia, tan ajena al alma visigoda y germánica. Y no es de<br />

extrañar, por tratarse del cristianismo judío de Roma. Además, el primer Gran Inquisidor, Tomás de Torquemada,<br />

era de ascendencia judía, marrana.<br />

Sin embargo, la Inquisición se valió de métodos de comprobación de la pureza de la sangre casi idénticos a los<br />

que, pasando los siglos, vinieran a usar las SS. hitleristas. Se investigaba más allá de la sexta generación para<br />

saber si un cristiano estaba limpio de impurezas judías en su sangre. Las Ordenes de Caballería iban aún más<br />

lejos. En la Orden de Santiago, en 1573 se estableció que "no pudiera tener hábito persona alguna que tenga raza<br />

de judío, ni moro, ni converso de parte de padre, ni de madre en ningún grado por remoto y apartado que sea". Don<br />

Alonso de Ercilla y Zúñiga, el muy noble autor de "La Araucana", casi no pudo entrar, por dudarse de la pureza de<br />

su ascendencia materna, creyéndose en la existencia de un abuelo marrano. Y recordemos que don Alsonso<br />

escribe en su obra inmortal: "Mira a Bermeo, cercado de maleza - Cabeza de Viscaya, y sobre el puerto — Los<br />

anchos muros del solar de Ercilla — Solar antes fundado que la villa". Vanagloriándose así de que el linaje de su<br />

padre era más antiguo en Vizcaya que la villa donde se asentaba. Su madre, por lo Zúñiga, descendía de un rey<br />

de Navarra; pero la madre de su madre, doña Catalina de Zamudio, bien pudo ofrecer dudas, por su abuelo<br />

materno, un tal Alonso Martínez de Nájera, o Najara, médico afamado en su época, hijo a su vez de Fernand<br />

Martínez Calabaza, mercader, "ciudadano Ruano, que llaman converso". Aún cuando no es seguro, pues los<br />

naturales de la ciudad de Nájera aseguraban que "el doctor Alonso era limpio y Cristiano Viejo, con ejecutoría de<br />

hidalguía". Así era de difícil poder saber a ciencia cierta en el siglo XVI, en 1571, cuando Ercilla deseaba tomar<br />

el hábito de la Orden de Santiago, quién era marrano en España, por algún lejano confín de su sangre. Las<br />

denuncias eran a menudo malignas. Don Alonso fue admitido en la Orden de Santiago. En todo caso, con este<br />

ejemplo, que a los chilenos nos toca de cerca, deseamos hacer ver cómo los procedimientos e investigaciones de<br />

las Ordenes españolas de Caballería eran tan minuciosos, si no más, que los de la Orden Negra SS. Himmler se<br />

inspiró en ellas, se sabe.<br />

Sin embargo, en España era muy difícil encontrar ya linajes puros. Los judíos compraron la entrada al caudal de<br />

la sangre aria visigoda, como lo hicieron también con los moros. En base del dinero y-de la usura se abrieron paso<br />

a las más altas cumbres de la nobleza. Existe el "Libro Verde de Aragón", que así lo prueba. Y el mismo Rey<br />

Católico, don Fernando, tenía sangre judía, marrana, porju madre. Hemos hablado de Tor-^ quemada, también se<br />

puede hacerlo de Santa Teresa de Jesús" y de Fray Luis de León, entre otros. Por esto mismo, cuando los judíos<br />

sefarditas españoles fueron expulsados de España y fueron a dar a Portugal, a Amberes, en Bélgica, a Holanda,<br />

a Inglaterra, a Venecia, a Ñapóles, a Turquía, a la<br />

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