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alemanes han sufrido estos suplicios. En España, Ramón Bau y José Hernández han escrito sobre este tema prohibido. En 1905 Nilus creía que ya estábamos en los últimos tiempos de las profecías, cumpliéndose los planes rabínicos; porque la serpiente había cerrado el círculo fatídico. En verdad, faltaba muy poco. Nilus escribía: "No puede caber dudas. Con todo el poder y terror de Satanás, el reinado del Rey triunfante de Israel se acerca a nuestro no regenerado mundo. El Rey nacido de la sangre de Sión se aproxima al trono del poder universal". Hay un símbolo que lo señala. Los judíos están ya cambiando el candelabro de 7 brazos por el de 9. Tan seguros se sienten, que el judío Herbert Hillel Goldberg, editor de un boletín, "Haschiwan" ("El Regreso") publicado en alemán, anuncia el Endzeit, es decir, el fin del tiempo, y usa el candelabro de 9 brazos como su enseña. Ya han reencontrado dos de las tribus perdidas en Sudamérica, las que anunciara jubiloso el marrano Menasseh ben Israel. Faltan aún. Y todas regresarán con su Mesías, caricatura de Kalki y de la Wildes Heer, de Wotan. Como hemos estado viendo, a todo lo largo de esta obra, los judíos intentan apropiarse los símbolos y mitos hiperbóreos, distorsionándolos y viviéndolos también con su anti-sangre; pero al revés. En la espalda de la Luz, como la sombra que aquí proyectan los Dioses Blancos. Es éste un Misterio y un secreto escalofriante. El Príncipe de las Sombras hace que sus secuaces oficien su Misterio y lo vivan hasta sus últimas consecuencias, sin escape posible. Los JUDÍOS EN ESPAÑA Y AMERICA Mucho se ha escrito sobre los judíos españoles, mejor dicho sobre los judíos en España. Las obras fundamentales son las de M. Keyserling (no confundirlo con el Conde Hermann de Keyserling) y Amador de los Ríos, en el siglo pasado; la de Cesil Roth y la más amplia y exhaustiva de Julio CaroBaroja. Todas estas obras adolecen de la misma falta, son parciales a favor de los marranos o, bajo una pretendida imparcialidad y "amplitud de visión", como gustan llamarla, escamotean el verdadero asunto. Caro Baroja se admira del hecho histórico del antagonismo esencial entre los pueblos nórdicos arios y los judíos, que se remonta al origen de los mismos. En ellos encuentra rasgos semejantes, como ser el nomadismo primero, el monoteísmo (lo que no es cierto, pues hemos visto que los arios son politeístas) y el culto de la pureza de la sangre. Y ahí se queda, pues le falta la cultura mítica y la sabiduría, como a la mayoría de los españoles, amplitud real de miras que le permitiera superar ese antigermanismo de base de los iberos autóctonos, pudiendo entender lo que aquí hemos explicado de un modo repetitivo: los judíos se apropiaron hace milenios de algo fundamental perteneciente a los arios, para desvirtuarlo mañosamente. Por lo tanto, no hay similitud. Hay robo y falsificación en la forma y la substancia y polarización en los fines. Muy difícilmente un español aceptará esto, más aún cuando se permiten afirmar que los visigodos son un pueblo extranjero y personajes filojudíos o filóse-mitas como Américo de Castro escriben que, "como etnia, los visigodos e hispano-germanos quedan fuera del horizonte histórico español". ¿Qué es España, entonces? ¿El hombre de Neanderthal? Por supuesto, no todos los españoles han pensado y piensan así. El mismo Pío Baroja tuvo una opinión diferente de su sobrino. Y la tuvo, desde luego, Quevedo. Ya hablaremos de esto. Por ahora deseamos citar lo escrito por Menasseh ben Israel, en su libro "Esperanca de Israel", sobre lo que descubriera en América el marrano Aharón Levi Montezinos, en 1642: "Sobre todo, a lo que doy más crédito es a la relación de nuestro Montezinos, portugués de nación, judío de religión, nacido en una ciudad de Portugal llamada Villaflor, de padres conocidos y honrados, de edad de cuarenta años, hombre de bien y fuera de ambición. Navegó a las Indias, y allá fue preso por la Inquisición, como sucede a otros muchos nacidos en Portugal, descendientes de los que el Rey Don Manuel hizo Christianos por fuerca (de rebus Himanuelis) iniquo y injusto; fuit quidem hoc ñeque ex religione factum; y por esto aun oy, conservan y observan secretamente la ley de sus padres que por fuerca y no por voluntad dexaron". Del judío Montezinos, o Levi, hablan muchos de los que se han ocupado de la literatura judía peninsular. Porque el asunto de los antiguos judíos y su relación con los indios americanos es muy viejo, anterior al mismo Montezinos y a Menasseh. En publicaciones de Fernández Navarrete y en escritos de Pascual de Andagoya, se lee en relación con los indios de Panamá y Burita que, además de tener costumbres y trajes parecidos, era "gente ajudiada". Bernal Díaz del Castillo en su relación de "La Conquista de la Nueva España", señala que al descubrirse el Yucatán y verse casas de cal y canto e ídolos, "unos decían que eran del tiempo de los gentiles, otros que era del tiempo de los judíos que desterraran Tito y Vespasiano de Je-rusalén y que aquí habían llegado con los navios en que les echaron de aquella tierra..." El padre Acosta decía que se daba como argumento para sostener que los indios procedían de los judíos el que "eran medrosos y descaídos y muy ceremoniáticos, agudos y mentirosos..." "Su hábito parece el propio que usaban los judíos, porque usan una túnica o camiseta, y de un manto rodeado encima; traen los pies descalzos, o su calzado son unas suelas asidas por arriba y que ellos llaman ojotas. Y que éste haya sido el hábito de los hebreos dicen que consta así por sus historias, como por pinturas antiguas, que los pintan vestidos con este traje. Y que estos dos vestidos, que solamente traen los .'indios, eran los que puso en apuesta Sansón, que la Escritura nombra tunicam et syndonen, y es lo mismo que los indios dicen camiseta y monta". El padre José de Acosta no era un convencido de que los indios estos tuvieran que ver con los judíos. Sin embargo, los criptojudíos y los judíos que pasaron con los españoles al Nuevo Mundo, valiéndose del texto de 194
Esdras relativo a las diez tribus de Israel llevadas en cautiverio en tiempo de Salmanasar y desaparecidas luego (tras el Purim seguramente) se hallaban, convencidos que se encontraban en América. Y Levi Montezinos no hizo más que afirmar que, por fin, él había encontrado a dos de estas tribus. Es interesante lo que se afirma del Yucatán, porque también allí se cometieron muchos sacrificios sangrientos, aún entre los Mayas. Es importante conocer que fue la muerte del "Santo niño de La Guardia", un sacrificado del Passover, en 1491, la que sirvió como motivo o excusa final para la expulsión de los judíos de España por los Reyes Católicos. Mucho se ha discutido sobre este y otros casos similares; pero Me-néndez y Pelayo, junto a otros escritores, consideraban que era verídico y auténtico. ¿Cuándo llegan los judíos a España? José Amador de los Ríos piensa que en tiempos bastante remotos, con los fenicios. Fundaron colonias cuando, "derramándose por el mundo apenas hubo un pueblo donde no llevaran su comercio". Strabon, que vivía en la era de Augusto, dice: "Cuatro géneros de hombres hay en la ciudad de Cirene (África): ciudadanos, labradores, extranjeros y judíos; y estas cuatro jerarquías se hallan en todas las ciudades. No será fácil encontrar lugar en toda la tierra en donde una vez recibida esta gente, no prevalezca; porque Egipto y Cirene y otras muchas provincias han admitido su religión y mantienen grandes congregaciones de judíos, que se han aumentado con el tiempo y viven con sus mismas leyes". Y Philón certifica que "había colonias judías en todas las ciudades fértiles del Asia, África y Europa". Con seguridad las había en el litoral ibérico, aunque no en el interior todavía, hasta la destrucción del Templo. Toledo, por ejemplo, fue capital de los godos. El documento más antiguo que se refiere a los judíos en España es el Canon XLIX del Concilio Iliberitano en los años 300 al 301. Dice: "Amonéstese a los dueños de las haciendas para que no permitan que los judíos bendigan los frutos que Dios les da, para que no hagan frustránea nuestra bendición". Puede verse que ya en esos tiempos los judíos son mal vistos en España. Como la "sombra negra de los Dioses Blancos", entran en gran número, siguiendo la invasión de los godos. Y es el Rey visigodo Sisebuto el primero en tener que expulsarlos, a pesar de su natural bondadoso y justiciero. Como hemos dicho, Caro Baroja es incapaz de aceptar la razón misteriosa y las consecuencias que de ella se desprenden de esa natural (o innatural) enemistad entre los pueblos arios y el judío, que solamente puede llegar a penetrarse por medio de la Weltanschauung del Hitlerismo Esotérico. Si en España no hubiesen entrado los "godos, esa oposición tan aguda que terminó con la expulsión de los judíos no se habría producido en la forma y estilo que conocemos. Aun cuando se expresó en términos de religión, valiéndose del medio extremo del Tribunal del Santo Oficio, o sea, de la Inquisición, el asunto era racial en el fondo; étnico. Es un hecho que la armazón legal de la Inquisición, su estructura sociales gótica, aunque el espíritu, paradojalmente, sea judaico en su intolerancia, tan ajena al alma visigoda y germánica. Y no es de extrañar, por tratarse del cristianismo judío de Roma. Además, el primer Gran Inquisidor, Tomás de Torquemada, era de ascendencia judía, marrana. Sin embargo, la Inquisición se valió de métodos de comprobación de la pureza de la sangre casi idénticos a los que, pasando los siglos, vinieran a usar las SS. hitleristas. Se investigaba más allá de la sexta generación para saber si un cristiano estaba limpio de impurezas judías en su sangre. Las Ordenes de Caballería iban aún más lejos. En la Orden de Santiago, en 1573 se estableció que "no pudiera tener hábito persona alguna que tenga raza de judío, ni moro, ni converso de parte de padre, ni de madre en ningún grado por remoto y apartado que sea". Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, el muy noble autor de "La Araucana", casi no pudo entrar, por dudarse de la pureza de su ascendencia materna, creyéndose en la existencia de un abuelo marrano. Y recordemos que don Alsonso escribe en su obra inmortal: "Mira a Bermeo, cercado de maleza - Cabeza de Viscaya, y sobre el puerto — Los anchos muros del solar de Ercilla — Solar antes fundado que la villa". Vanagloriándose así de que el linaje de su padre era más antiguo en Vizcaya que la villa donde se asentaba. Su madre, por lo Zúñiga, descendía de un rey de Navarra; pero la madre de su madre, doña Catalina de Zamudio, bien pudo ofrecer dudas, por su abuelo materno, un tal Alonso Martínez de Nájera, o Najara, médico afamado en su época, hijo a su vez de Fernand Martínez Calabaza, mercader, "ciudadano Ruano, que llaman converso". Aún cuando no es seguro, pues los naturales de la ciudad de Nájera aseguraban que "el doctor Alonso era limpio y Cristiano Viejo, con ejecutoría de hidalguía". Así era de difícil poder saber a ciencia cierta en el siglo XVI, en 1571, cuando Ercilla deseaba tomar el hábito de la Orden de Santiago, quién era marrano en España, por algún lejano confín de su sangre. Las denuncias eran a menudo malignas. Don Alonso fue admitido en la Orden de Santiago. En todo caso, con este ejemplo, que a los chilenos nos toca de cerca, deseamos hacer ver cómo los procedimientos e investigaciones de las Ordenes españolas de Caballería eran tan minuciosos, si no más, que los de la Orden Negra SS. Himmler se inspiró en ellas, se sabe. Sin embargo, en España era muy difícil encontrar ya linajes puros. Los judíos compraron la entrada al caudal de la sangre aria visigoda, como lo hicieron también con los moros. En base del dinero y-de la usura se abrieron paso a las más altas cumbres de la nobleza. Existe el "Libro Verde de Aragón", que así lo prueba. Y el mismo Rey Católico, don Fernando, tenía sangre judía, marrana, porju madre. Hemos hablado de Tor-^ quemada, también se puede hacerlo de Santa Teresa de Jesús" y de Fray Luis de León, entre otros. Por esto mismo, cuando los judíos sefarditas españoles fueron expulsados de España y fueron a dar a Portugal, a Amberes, en Bélgica, a Holanda, a Inglaterra, a Venecia, a Ñapóles, a Turquía, a la 195
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alemanes han sufrido estos suplicios. En España, Ramón Bau y José Hernández han escrito sobre este tema<br />
prohibido.<br />
En 1905 Nilus creía que ya estábamos en los últimos tiempos de las profecías, cumpliéndose los planes rabínicos;<br />
porque la serpiente había cerrado el círculo fatídico. En verdad, faltaba muy poco. Nilus escribía: "No puede caber<br />
dudas. Con todo el poder y terror de Satanás, el reinado del Rey triunfante de Israel se acerca a nuestro no<br />
regenerado mundo. El Rey nacido de la sangre de Sión se aproxima al trono del poder universal".<br />
Hay un símbolo que lo señala. Los judíos están ya cambiando el candelabro de 7 brazos por el de 9. Tan seguros<br />
se sienten, que el judío Herbert Hillel Goldberg, editor de un boletín, "Haschiwan" ("El Regreso") publicado en<br />
alemán, anuncia el Endzeit, es decir, el fin del tiempo, y usa el candelabro de 9 brazos como su enseña.<br />
Ya han reencontrado dos de las tribus perdidas en Sudamérica, las que anunciara jubiloso el marrano Menasseh<br />
ben Israel. Faltan aún. Y todas regresarán con su Mesías, caricatura de Kalki y de la Wildes Heer, de Wotan.<br />
Como hemos estado viendo, a todo lo largo de esta obra, los judíos intentan apropiarse los símbolos y mitos<br />
hiperbóreos, distorsionándolos y viviéndolos también con su anti-sangre; pero al revés. En la espalda de la Luz,<br />
como la sombra que aquí proyectan los Dioses Blancos.<br />
Es éste un Misterio y un secreto escalofriante. El Príncipe de las Sombras hace que sus secuaces oficien su<br />
Misterio y lo vivan hasta sus últimas consecuencias, sin escape posible.<br />
Los JUDÍOS EN ESPAÑA Y AMERICA<br />
Mucho se ha escrito sobre los judíos españoles, mejor dicho sobre los judíos en España. Las obras fundamentales<br />
son las de M. Keyserling (no confundirlo con el Conde Hermann de Keyserling) y Amador de los Ríos, en el siglo<br />
pasado; la de Cesil Roth y la más amplia y exhaustiva de Julio CaroBaroja. Todas estas obras adolecen de la<br />
misma falta, son parciales a favor de los marranos o, bajo una pretendida imparcialidad y "amplitud de visión",<br />
como gustan llamarla, escamotean el verdadero asunto. Caro Baroja se admira del hecho histórico del<br />
antagonismo esencial entre los pueblos nórdicos arios y los judíos, que se remonta al origen de los mismos. En<br />
ellos encuentra rasgos semejantes, como ser el nomadismo primero, el monoteísmo (lo que no es cierto, pues<br />
hemos visto que los arios son politeístas) y el culto de la pureza de la sangre. Y ahí se queda, pues le falta la<br />
cultura mítica y la sabiduría, como a la mayoría de los españoles, amplitud real de miras que le permitiera superar<br />
ese antigermanismo de base de los iberos autóctonos, pudiendo entender lo que aquí hemos explicado de un<br />
modo repetitivo: los judíos se apropiaron hace milenios de algo fundamental perteneciente a los arios, para<br />
desvirtuarlo mañosamente. Por lo tanto, no hay similitud. Hay robo y falsificación en la forma y la substancia y<br />
polarización en los fines. Muy difícilmente un español aceptará esto, más aún cuando se permiten afirmar que los<br />
visigodos son un pueblo extranjero y personajes filojudíos o filóse-mitas como Américo de Castro escriben que,<br />
"como etnia, los visigodos e hispano-germanos quedan fuera del horizonte histórico español". ¿Qué es España,<br />
entonces? ¿El hombre de Neanderthal?<br />
Por supuesto, no todos los españoles han pensado y piensan así. El mismo Pío Baroja tuvo una opinión diferente<br />
de su sobrino. Y la tuvo, desde luego, Quevedo. Ya hablaremos de esto. Por ahora deseamos citar lo escrito por<br />
Menasseh ben Israel, en su libro "Esperanca de Israel", sobre lo que descubriera en América el marrano Aharón<br />
Levi Montezinos, en 1642:<br />
"Sobre todo, a lo que doy más crédito es a la relación de nuestro Montezinos, portugués de nación, judío de<br />
religión, nacido en una ciudad de Portugal llamada Villaflor, de padres conocidos y honrados, de edad de cuarenta<br />
años, hombre de bien y fuera de ambición. Navegó a las Indias, y allá fue preso por la Inquisición, como sucede a<br />
otros muchos nacidos en Portugal, descendientes de los que el Rey Don Manuel hizo Christianos por fuerca (de<br />
rebus Himanuelis) iniquo y injusto; fuit quidem hoc ñeque ex religione factum; y por esto aun oy, conservan y<br />
observan secretamente la ley de sus padres que por fuerca y no por voluntad dexaron".<br />
Del judío Montezinos, o Levi, hablan muchos de los que se han ocupado de la literatura judía peninsular. Porque el<br />
asunto de los antiguos judíos y su relación con los indios americanos es muy viejo, anterior al mismo Montezinos<br />
y a Menasseh. En publicaciones de Fernández Navarrete y en escritos de Pascual de Andagoya, se lee en<br />
relación con los indios de Panamá y Burita que, además de tener costumbres y trajes parecidos, era "gente<br />
ajudiada". Bernal Díaz del Castillo en su relación de "La Conquista de la Nueva España", señala que al<br />
descubrirse el Yucatán y verse casas de cal y canto e ídolos, "unos decían que eran del tiempo de los gentiles,<br />
otros que era del tiempo de los judíos que desterraran Tito y Vespasiano de Je-rusalén y que aquí habían llegado<br />
con los navios en que les echaron de aquella tierra..." El padre Acosta decía que se daba como argumento para<br />
sostener que los indios procedían de los judíos el que "eran medrosos y descaídos y muy ceremoniáticos, agudos<br />
y mentirosos..." "Su hábito parece el propio que usaban los judíos, porque usan una túnica o camiseta, y de un<br />
manto rodeado encima; traen los pies descalzos, o su calzado son unas suelas asidas por arriba y que ellos<br />
llaman ojotas. Y que éste haya sido el hábito de los hebreos dicen que consta así por sus historias, como por<br />
pinturas antiguas, que los pintan vestidos con este traje. Y que estos dos vestidos, que solamente traen los<br />
.'indios, eran los que puso en apuesta Sansón, que la Escritura nombra tunicam et syndonen, y es lo mismo que<br />
los indios dicen camiseta y monta".<br />
El padre José de Acosta no era un convencido de que los indios estos tuvieran que ver con los judíos. Sin<br />
embargo, los criptojudíos y los judíos que pasaron con los españoles al Nuevo Mundo, valiéndose del texto de<br />
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