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2 - Gnostic Liberation Front

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La conclusión que se nos viene de inmediato a la mente es que, sin preparación esotérica, sin iniciación, un ser<br />

humano no puede abrirse a la posesión por un Arquetipo, porque será aniquilado, destruido como por un rayo del<br />

cielo. Porque las fuerzas tremendas que ha invocado serán muy superiores a lo que es capaz de resistir y<br />

comprender. No podrá mantenerse en pie. Ningún otro Jefe mundial del fascismo, salvo Codreanu, quizás,<br />

pretendió expresar esas potencias místicas que sólo en Hitler encontraban su vehículo. Jorge González von<br />

Marees carecía de una Weltanschauung y de toda formación apta para compenetrarse y proyectarse en esos<br />

territorios. Su educación racionalista no alcanzaba más allá de Spengler, hallándose intelectualmente más cerca<br />

de un maquiavelismo y pragmatismo musso-liniano, que del concepto mágico de la vida de un Hitler. Sin embargo,<br />

su herencia racial y sanguínea le hicieron pasar más allá de su razón, penetrando por un momento en esas zonas<br />

desconocidas del Destino, en ese mundo fantasmal de Dioses y Demonios, vedado a los simples mortales.<br />

Por ello, el drama del Jefe del nazismo chileno deberá ser meditado con recogimiento, porque tragedia como ésta<br />

sólo tiene parangón en los mitos clásicos. Sin saberlo, él tentó al cielo, en un momento demasiado eléctrico del<br />

planeta. Y atrajo la desgracia sobre sí y sobre las futuras generaciones de esta patria.<br />

Después del sacrificio del 5 de septiembre, mi resistencia se había derrumbado. El Jefe y sus más cercanos<br />

colaboradores fueron encarcelados. Se pensaba que los condenarían a muerte. Sus declaraciones fueron desafiantes.<br />

Otros nazistas lograron escapar al exterior, cruzando a pie los Andes.<br />

Los nazistas chilenos habían intentado dar un golpe de Estado, para evitar que en las elecciones de Presidente que<br />

se efectuarían en esos días ganara el candidato de la oligarquía, Gustavo Ross Santa María, apoyado desde el<br />

gobierno por el Presidente Arturo Alessandri Palma. Intentaban instalar en la presidencia al general Carlos Ibáñez<br />

del Campo. En el golpe estaban de acuerdo los militares. Como hemos visto, el hombre de enlace fue el masón,<br />

coronel en retiro y "traidor", Caupolicán Clavel. Es evidente que Jorge González von Marees se adelantó para<br />

precipitar los acontecimientos y forzar al ejército a intervenir. Los resultados ya los conocemos, una masacre, sin<br />

que los soldados se movieran de sus barracas. El general Carlos Ibáñez se refugió de inmediato en un cuartel<br />

militar.<br />

Como este libro se conocerá algún día en el extranjero, es bueno decir que en Chile, desde los tiempos de Portales,<br />

desde sus inicios en la vida independiente, al contrario del resto de América, nadie se ha instalado en el poder por<br />

medios violentos. No existieron aquí dictaduras militares. Portales impuso el respeto casi metafísico por la Ley y la<br />

Constitución. Chile fue siempre un país democrático. Pero los nazistas no creían en esta democracia, aunque sí<br />

creían en Portales. Es casi seguro, por eso, que fue el Jefe, junto a muy pocos de sus colaboradores, quien decidió<br />

adelantarse para dar el golpe; lo hizo sin avisar a nadie, sin informar a Ibáñez ni al ejército, pensando forzarles la<br />

mano con un hecho consumado. No creía, a pesar de sus promesas, que los militares fueron a actuar. Además,<br />

hay otro punto de suma importancia: Von Marees tendría presente lo acontecido en Brasil con el general Getulio<br />

Vargas, quien una vez en el poder liquidó a sus aliados, los fascistas de Plinio Salgado, y al general Antonescu, en<br />

Rumania, permitiendo la destrucción de la Guardia de Hierro y el asesinato de su Jefe, Codreanu. Por último,<br />

estaba el caso del general Francisco Franco, en España, que no aceptó el canje de José Antonio Primo de Rivera<br />

y transformó en un partido inocuo a la Falange. Adelantándose y forzando el golpe, el Jefe pensaba poder<br />

sobrevivir en los tiempos que seguirían. Porque el naz^imo habría sido el responsable y principal autor del cambio.<br />

El asesinato de los jóvenes nazistas debió conmover a fondo a este país. Nunca había pasado algo semejante. La<br />

opinión se volvió en contra del gobierno de Alessandri Palma y del candidato oficial a la presidencia. Sin embargo,<br />

el representante del Frente Popular, el radical Pedro Aguirre Cerda, a quien ya nos hemos referido, no estaba ni<br />

mucho menos seguro de su triunfo. Entonces, se produjo lo inesperado. Desde la cárcel, el Jefe del Nazismo dio<br />

órdenes a sus huestes de votar por el candidato del Frente Popular.<br />

Un sincero desconcierto conmovió las filas del nazismo chileno, porque significaba una concesión, un cambio en<br />

los principios esenciales. Nadie se esperaba esto después de la tremenda tragedia. El instinto certero de los<br />

militantes, del pueblo, del alma colectiva, supo que se había destruido algo. En efecto, comenzaba el derrumbe. A<br />

la masacre exterior seguiría la masacre del alma. Sin embargo, los signos visibles de la descomposición no vienen<br />

nunca de inmediato. Se demoran.<br />

Las fuerzas que se habían movilizado con el nazismo en Chile, al igual que en Alemania, eran de origen religioso,<br />

por eso habían hecho posible ese milagro de "fundir en el yunque de otra vida al hijo del palacio y del taller". Por<br />

todo esto, yo había sido tocado en un punto fundamental del ser y estaba dispuesto a pasar por encima del cadáver<br />

de mi amigo y camarada de la juventud. No podíamos entender, entonces, esa suerte de componenda, de<br />

claudicación. Se esperaba, más bien, el suicidio del Jefe, acompañando al otro mundo, a esa "otra vida", a sus<br />

camaradas-guerreros, a sus jóvenes héroes, a esos "monjes del ideal". Sólo de este modo era posible ganar la<br />

batalla por el alma de Chile, salvar la patria sacra, dejando un ejemplo imperecedero para las generaciones de<br />

todos los tiempos. En ningún caso, haciendo lo que hizo.<br />

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