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2 - Gnostic Liberation Front

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judaica, disparando contra los nazistas, para poder creer que el crimen haya sido decisión de un solo hombre.<br />

Seguramente, para que no se pensara en él, en relación con el asesino de su mismo nombre, el escritor Carlos<br />

Droguett escribió luego un libro que nada tiene que ver con su obra posterior de corte marxista, un mal libro en todo<br />

caso, sobre los nazistas masacrados: "Sesenta muertos en la escalera". Y hay otro personaje igualmente siniestro,<br />

un coronel en retiro, el masón Caupolicán Clavel, que sirviera de elemento de enlace entre los nazistas y el ejército,<br />

que nunca se movió de sus cuarteles para socorrer a esos jóvenes mártires. En 1941, el Serenísimo Gran Maestro<br />

de la Gran Logia de Chile, Hermógenes del Canto, dictó un decreto de expulsión del hermano Caupolicán Clavel<br />

Dinator, por diversas razones que se exponen en un folleto publicado para el caso. Y termina declarando que ha<br />

sido tres veces traidor: "Como militar, primero; enseguida, como político, y, por último, como masón".<br />

Corresponde esa masacre a un acontecimiento arquetípico, recurrente, en la historia del crimen ritual. Un dios<br />

siniestro, un Golem sediento de sangre, necesita el correr de la misma, inmolando víctimas en sus altares. Como<br />

con los degollados en Nürenberg (además de ahorcados), como con las víctimas de los campos de refugiados<br />

palestinos en el Líbano, como con la matanza de oficiales polacos en Katyn, como con la masacre de Mons y Charleroi,<br />

en la Primera Guerra Mundial. Allí, lo mejor de una juventud europea fue aniquilada por traición. Una decisión<br />

del Gobierno Invisible. Como en Chile. Y siempre se encuentra al hombre apropiado, que no tiene por qué estar<br />

necesariamente al tanto de lo que realmente ejecutará. En Gallipolli fue Churchill; aquí, Alessandri Palma.<br />

Además del sacrificio ritual al Dios ignominado de las sombras, se persigue el fin terrestre de aniquilar a los<br />

mejores, a esos jóvenes que, de seguir vivos, podrían intervenir en los negocios del mundo con idealismo y visión<br />

clara, impidiendo las catástrofes históricas manejadas y dirigidas desde las tinieblas. Así aconteció con el estallido<br />

de la Segunda Guerra Mundial, donde continuaron controlando el poder político visible los hombres viejos e<br />

instrumentados. El mismo Churchill fue valiosísimo para cumplir el plan secreto de destrucción de Alemania y de la<br />

propia Inglaterra. Así aconteció también en Chile, donde nadie ha existido para detener la carrera hacia el abismo<br />

y la desintegración.<br />

Cuando mundialmente el plan se va cumpliendo en sus menores detalles, tras la derrota momentánea del<br />

hitlerismo exotérico (no esotérico) y se consideró necesario, sin recurrir todavía a la destrucción última que cerrará<br />

el ciclo, aniquilar dos o más generaciones de jóvenes, esto se ha hecho con las drogas, con las doctrinas<br />

orientalistas, que predican la pérdida de la persona, el pacifismo, la ensoñación, con toda suerte de ocultismos<br />

perniciosos y falsos, con los "hippies", con la música de los Beatles, con el "rock", esa música negro-judía, el<br />

homosexualismo, el bisexualismo, el feminismo, si lesbianismo y toda la degeneración y pornografía que propicia<br />

la prensa y la propaganda judías. También con el terrorismo cobarde y asesino. Se ha idiotizado, degenerado a la<br />

juventud, con epidemias psíquicas y no sólo psíquicas, propiciadas desde el centro mundial de la degeneración, los<br />

Estados Unidos de América y sus secuaces y cómplices en Moscú. El resultado ha sido que los viejos de siempre,<br />

los instrumentos del Gran Plan, siguen manipulando los negocios y la política del mundo, para llevarlo a su aniquilación<br />

final, o a su esclavitud total.<br />

El misterio de este tenebroso drama pudo ser presentido también en los sucesos trágicos de la vida del que fuera el<br />

Jefe del nazismo chileno.<br />

Es curioso, pero ha sido en Chile y no en otro lugar del mundo donde se dieran casi exactamente las coordenadas<br />

arquetípicas del hitlerismo. Aquí, como allá, hubo un "putsch", que terminó de modo trágico. Y hubo un Jefe<br />

carismático, que pudo tener algunas condiciones semejantes en su personalidad a la de Hitler. Observándole, yo<br />

intentaba comprender la psicología del Führer. Pero sólo en ese aspecto relativo a su condición humana, es decir,<br />

en aquello que en el cuerpo y en la idiosincrasia de un hombre harían posible la posesión por un rayo de otro<br />

mundo. Porque esto no pasó del mismo modo con los otros jefes de los movimientos fascistas mundiales. Ellos<br />

eran sólo políticos que se revestían con la fórmula en moda del Jefe. En Alemania, y también en Chile, fue de otro<br />

modo. Se encarnó el Führer Prinzip. ¿Se deberá esto a la extraña afinidad que ha existido en este país del fin del<br />

mundo con el alma de Alemania, que Nicolás Palacios vio y que también he tratado en mi "Ciclo Racial Chileno"? El<br />

nazismo nuestro fue fundado por alemanes de Chile y por algunos chilenos. El Jefe era autóctono por parte de<br />

padre y alemán por-su madre. Muchos de los jóvenes nazistas tenían también ascendencia germánica, con<br />

antepasados llegados a Chile hace más de cien años y asimilados perfectamente, tanto, que la nacionalidad<br />

chilena no se comprendería sin ellos, pasando a constituirla una mezcla del elemento vernáculo con el germánico.<br />

Según Palacios, esto ha sido así desde los mismos orígenes, por la ascendencia visigótica de los conquistadores<br />

que aquí llegaron a combatir al araucano. Según José Tori-bio Medina, Claudio Gay y otros, el mismo Ercilla, me<br />

atrevería a decirlo, el indio araucano tuvo un legendario ancestro frisón, es decir, germano. De ahí ese amor por el<br />

combate heroico.<br />

Estas reflexiones nos llevan a tratar de comprender ciertos fenómenos terrestres, de la historia del hombre, de<br />

manera mágica. Jung los ha estudiado, pero "psicologizándolos", destruyendo en parte su sacralidad. Jung habló<br />

de "arquetipos" para referirse a ciertas imágenes del Inconsciente Colectivo. Pero estos "arquetipos" jungeanos no<br />

son los Arquetipos de Platón. Sin embargo, Toynbee me confesaba en India que le habían servido para explicarse<br />

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