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2 - Gnostic Liberation Front

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criminal, vesánica, del infierno? El Señor de las Tinieblas no podía permitir ese milagro en esta tierra martirizada,<br />

en esta patria mística y sacra. No de otro modo ha reaccionado en el resto del mundo, contra quienes han intentado<br />

retornar la Edad Dorada de los Dioses. Los mártires chilenos pensaron que daban su sangre para salvar a su<br />

patria. Y se fueron creyéndolo, seguros de ello. Nada de esto pasó, por supuesto. Sólo la ignominia.<br />

No soy yo, lo repito, quien deba hacer el recuento de esta historia terrible. Pero, ¿quién lo haría si no? ¿Quién<br />

piensa aquí que el honor se llama lealtad'! ¿Quién tiene el valor de escribir sobre aquello, quién lo recuerda ya?<br />

Aunque sólo lo mítico me toca y únicamente en ello desearía concentrarme, como lo he dicho, no puedo dejar de<br />

resaltar detalles humanos, demasiado humanos, para así penetrar el misterio de algunas vidas, de algunos<br />

hombres.<br />

La masacre del 5 de septiembre de 1938, cuando se asesinara a sangre fría a muchachos rendidos en la<br />

Universidad de Chile y en el edificio del Seguro Obrero, rendidos por engaño, a traición, pues ellos estaban<br />

dispuestos a dar sus vidas en combate leal y esperaban, además, los refuerzos de tropas regulares del ejército, fue<br />

para mí la conmoción final que me decidió a unirme a los nazistas. Allí habían sido sacrificados mis verdaderos<br />

cantaradas, también los de Jasón. Ellos creían en la lealtad, en los valores viriles, en la mujer amada, en la patria y<br />

en un Dios superior, en una vida divina. ¡Qué distante todo esto a los contubernios siniestros y oscuros del marxismo,<br />

del socialismo masónico, del capitalismo, de la Iglesia (que no dijo una palabra para condenar a los asesinos,<br />

ni a ese crimen horrendo)! Aquí no había agentes internacionales, encubiertos con nombres falsos, con identidades<br />

sospechosas. Los nombres de los muertos y de los que aún seguían vivos eran los propios. Nombres que nadie<br />

ahora recuerda, ni siquiera esos grupos dispersos, que se llaman nacionalistas y que prefieren cantar canciones de<br />

otras latitudes, porque desconocen las que fueron nuestras. Es un drama muy chileno, de esta patria invertebrada,<br />

de síncopes, olvidar o renegar de las verdaderas tradiciones, de todo lo grande que podría pertenecerle, de sus<br />

hyos más puros y valientes. Arrastra hacia abajo todo lo que sobresale, se asusta de toda grandeza, de toda<br />

superioridad auténtica, de toda lealtad a un ideal. Mas, por una vez en nuestra historia, esto no fue así, pudo no<br />

serlo, pues esos jóvenes nazistas estaban creando otro mundo, estaban empujando hacia arriba, admirando lo<br />

grande, lo superior, lo verdadero. Fue un cambio completo en nuestra idiosincrasia. Podría haber advenido la<br />

Raza, amalgamada en el "yunque de una vida mejor", de "otra vida". Por eso, soy yo ahora el único que les<br />

recuerda y les lleva en el centro de su corazón, porque sigo siendo de "ese otro mundo" y como ellos, nada tengo<br />

que hacer aquí, pues, juntos pertenecemos a ese Universo de los héroes sacrificados en el corazón del planeta<br />

Tierra, en las fronteras del País del Señor de las Tinieblas y del Caos. Sí, porque yo les recuerdo tal como ellos<br />

fueron y no con el lloriqueo afeminado de algunos fantasmones sobrevivientes, que los han vuelto a masacrar,<br />

renegando de sus ideales y de su verdadera fe.<br />

Veámoslo bien. ¿En qué otro país del mundo el nazismo tuvo mártires tan gloriosos? ¿Dónde se realizó un<br />

holocausto tan sangriento? Las órdenes dadas, "para que no se escucharan los disparos fuera del edificio donde<br />

estaban los rendidos y para que no rebotaran lasbalas en las paredes", eran de asesinarlos, golpeándoles las<br />

cabezas contra los muros, o a culatazos. El "putsch de Munich"" fue un juego de niños comparado con esto y<br />

también la matanza de los Guardias de Hierro en Rumania. ¡Sólo en Chile, este país trágico! Y todo esto se ha<br />

olvidado, esa sangre no ha salvado a Chile, ni a nadie aquí. Ese martirio soberbio se ha desperdiciado. Como si se<br />

prefiriera ignorar tanta oscuridad, tanta ignominia.<br />

Ahora bien, el Presidente que diera la orden de "matarlos a todos", a esos muchachos rendidos, terminado su<br />

período presidencial partió a Europa, para "limpiarse la sangre", o para compartirla con los gobernantes que le<br />

acogieron. Hasta Mussolini le recibió. Sólo un Jefe de Estado se negó: Hitler.<br />

Y aquí en Chile, sólo yo fui capaz de mantenerme en pie frente a él. Pasando el tiempo, ya en plena guerra mundial,<br />

me hizo llegar un libro sobre historia de Chile, que acababa de escribir, y con una dedicatoria. Se lo devolví,<br />

escribiendo debajo de esa dedicatoria: "No necesito leerlo, porque sé que usted ha sido el hombre más pernicioso<br />

para mi patria y el asesino de los sesenta muchachos rendidos en el Seguro Obrero". Tomé una fotografía de esa<br />

página del libro y la reproduje en mi revista de esos tiempos de guerra, "La Nueva Edad". Recibí un anónimo del ex<br />

Presidente, escrito en el mismo papel de mi revista, en el margen de una página.<br />

En aquellos años yo culpaba del gran crimen únicamente a Arturo Alessandri Palma, pero hoy sé que esto no pudo<br />

haber sucedido así. Detrás de él, estaba ese "gobierno invisible", al que hemos hecho referencias y que sólo con<br />

los años y mi experiencia diplomática pude llegar a reconocer mejor. Por eso, Alessandri se habrá sentido tan<br />

seguro después del crimen, siendo recibido en el exterior por los que "sabían" y aprobaban y por los que no sabían<br />

mucho, como Mussolini. Y no será casualidad, me digo, que sólo Hitler (el que nos trajo la luz al mundo) y sólo yo<br />

aquí en Chile hayamos permanecido incorruptibles. El, porque conocía, por gnosis; yo, únicamente gracias al<br />

ángel de mi sangre, que ahí va navegando desde antes de que naciera.<br />

En verdad, en este lejano rincón del mundo, en este pequeño país del sur polar, se estaba poniendo en práctica la<br />

"solución final" contra el nazismo, que ya se prefiguraba en las alianzas espúreas de los Frentes Populares y que<br />

luego ha sido aplicada, hasta nuestros días, contra las nuevas generaciones de idealistas sanos, para poder<br />

cumplir con un plan secreto y mundial, que la mayoría de los hombres desconoce.<br />

Hubo demasiados acontecimientos extraños, demasiados personajes misteriosos, como ese individuo de nombre<br />

Droguett, que aparece en las fotografías de los periódicos de la época, con su rostro típico de ave de rapiña<br />

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