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Revista Voces Libres, de la Pastoral Penitenciaria de Córdoba Revista Voces Libres, de la Pastoral Penitenciaria de Córdoba

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E N B Ú S Q U E D A CURIOSO… . Hace unos días, me comentaba una persona su gran preocupación por tantas enfermedades y que angustiada por ello, había ido al médico, para una valoración de su organismo. Buscamos la medicina de la inmortalidad, que no existe y rechazamos el tratamiento que nos permite estar en Gracia de Dios, los Sacramentos y la vida de Piedad. Hoy en día vivimos preocupados por vivir. Una gripe, nos llena de angustia. Un pecado, nos da igual. Nos asusta la muerte, pero no la condenación. Curioso… ¿Nuestra esperanza está fundada en la vida terrenal, o en la Vida eterna? Nos vamos a operar y nos entra miedo a morir, como si superar la operación, nos garantizara la inmortalidad. Sin embargo, no vamos a confesarnos y a comulgar antes de entrar al quirófano y si alguien nos lo sugiere, respondemos con mala disposición. Cuando hay un enfermo en una casa o en un hospital, se llama al médico, ante cualquier pequeña variación en la temperatura corporal, pero, al Sacerdote, sólo se le llama, cuando ya no está consciente o incluso, cuando ya ha fallecido. ¿Qué Sacramento puede recibir uno, después de muerto? Ninguno. Nuestros miedos, sólo revelan una falta de Fe absoluta. Deberíamos de cuidar nuestra alma, como hacemos con nuestro cuerpo. ¿Acaso no es importante el beneficio que nos supone vivir en Gracia de Dios? Vemos la televisión, pero no dedicamos tiempo a la meditación espiritual. Comemos y dormimos, pero dejamos de lado lo más importante, nuestra relación con Dios. Es cierto que hay crisis, ¡pero de Fe! Descuidamos el preparar nuestra alma para el Juicio final y es ahí donde de verdad deberá preocuparnos que el “reconocimiento médico” sea perfecto, ya que si no hemos tomado la medicina a tiempo, después ya no habrá remedio. Sonia Vázquez. Extraido y adaptado de CATOLICIDAD El Señor nos bendice Normalmente somos los sacerdotes los que bendecimos. a la gente, las casas, los coches las tiendas o recibimos la bendición del Obispo o del Papa. Pero quiero compartir con vosotros que mi me bendice la gente. Un día en Fátima, Portugal fui a confesar a la capilla de la explanada y estaba tan llena que no pude. Me senté en un banco del pasillo y se acerco una señora y me pregunto si “falaba” portugués, le dije que no. Pero ella empezó a confesar. En portugués. Despacio pero sin pausas. Yo comprendía a medias. Al final le di la absolución y la penitencia. Y ella me bendijo. Sí, como suena. Me hizo la señal de la cruz en la frente y me bendijo pidiendo al Señor y a María que me protegiesen. Otro día, en la Parroquia tuve un bautismo. El padre era camionero. Yo tuve en cuenta ese hecho al poner el día y la hora del bautizo. Y en las letanías puse a San Cristóbal. Pues al llegar el momento de bautizar al niño, después de haberle bautizado el padre cogió agua de la pila y me puso en la frente: “…que el Señor lo bendiga y le proteja”. Aquel gesto sencillo, sincero y directo me emocionó. Pero tuve que seguir la ceremonia. Pero me hizo reflexionar. Tengo que decir que ha habido algún otro caso relacionado con el perdón. Esas situaciones en las que he recibido una expresión de cariño bajo un aspecto religioso no me han dejado indiferente. Yo recibo el perdón sacramental con frecuencia, y doy bendiciones a la gente. Y me santiguo cuando bendice el Obispo y el papa u otro sacerdote. Pero aquí es la gente la que me lo ofrece a mi. Con absoluta sinceridad. Y no me sobra, para nada. Al contrario tenga la absoluta certeza de que el Señor me/ nos bendice. Rafael Ruiz capellán Hoja informativa del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria secretariadopastoralpenitenciaria@diocesisdecordoba.com Centro Penitenciario de Córdoba Diciembre 2014 - Nº 27 DIRECTOR: P. José Antonio Rojas Moriana ♦ REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Jose Ángel Gómez Estrada ♦ COLABORADORES: P. Antonino del Pino, P. Rafael Ruiz Olivares, Manuel Castro Medina, Mariano Aguilar Aguayo ♦ TAMBIÉN COLABORAN: Agentes de la Pastoral e Internos del Centro Penitenciario. ♦ IMPRIME: Ámbito Gráfico

ENMANUEL, DIOS CON NOSOTROS travesamos tiempos difíciles de crisis sociales y de falta valores. Pero Dios está con nosotros. Cada día nos duele el alma con nuevos casos de corrupción y de escándalos, incluso en la Iglesia. Pero Dios está con nosotros. Surgen desconocidas enfermedades mortales que se llevan por delante poblaciones enteras. Pero Dios está con nosotros. Crecen las familias rotas, donde los hijos son los rehenes de las venganzas de los padres. Pero Dios está con nosotros. Se pisotean los derechos de los más débiles e indefensos, incluso desde el seno materno. Pero Dios está con nosotros. Las guerras y el terrorismo se ciernen sobre grandes extensiones del planeta. Pero Dios está con nosotros. ¿Cómo que Dios está con nosotros? Porque lo está desde hace dos mil años, cuando un niño indefenso nació en una pobre cueva de una tierra en donde, ya entonces, había crisis social y falta de valores, había enfermedades mortales, había familias rotas, había débiles e inocentes masacrados, había guerra y destrucción. Y así nos convenció de que para que Dios esté en medio de nosotros, no importa que ocurran todas estas cosas. Es más, Dios viene hasta nosotros precisamente porque ocurren todas estas maldades. Porque Dios viene a poner luz en medio de nuestras tinieblas, reconciliación en medio de nuestras luchas, esperanza en medio de nuestras amarguras, paz en cada corazón yerto. Esa es la fuerza de la Navidad. La de un niño que es Enmanuel, el Dios con nosotros, más fuerte que el odio, más que la injusticia, más que la muerte. ¡Abramos nuestra casa al Señor y que brille su luz en todos los rincones de la tierra! P. José Antonio Rojas Moriana Director del Secretariado de Pastoral Penitenciaria N A C I M I E N T O D E L S E Ñ O R Los modernos medios de comunicación social son vehiculo incansable de noticias, que nos colocan al instante en órbita de actualidad. Pero ,si analizamos el contenido de los acontecimientos difundidos por télex, satélites, ondas y pantallas, prevalece el signo negativo: terrorismo, catástrofes, guerras...En medio de este aluvión noticioso, la Iglesia nos anuncia en Navidad, en un texto de su liturgia este texto maravilloso:"Os anuncio la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo." Esta noticia venturosa, dos mil catorce años repetida, es el acontecimiento que abre la era cristiana: el nacimiento de Jesús en Belén:"Hoy os ha nacido un Salvador".Por su parte, san Pablo, confirma la noticia:"Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación a todos los hombres."La gran noticia de la historia humana es que estamos salvados, ya que "el Hijo del Hombre-Jesús-no ha venido para condenar, sino para salvar". Pero ¿quién es ese Niño que, entre todos los millones de pequeños que alegran los hogares humanos, llena de gozo la inmensa casa de la tierra? Es el hijo "nacido de una mujer", María,"que dio a luz a su primogénito" históricamente en Belén. ¿Y por qué Jesús es causa de tan gran gozo, la mejor noticia de la historia humana? Porque "un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado".El Niño de María, el Hijo de Dios que ha nacido para nosotros, y se nos ha entregado para nuestra salvación". Jesús salva en la historia con su imperio de equidad y rectitud, basado en el amor entre todos. ¿Cuál debe ser nuestra reacción ante la buena nueva de la Navidad? Ante todo, aceptar a Jesús como la noticia más venturosa, superior a los productos, ideologías y personas que anuncian la publicidad y la propaganda comercial y política. Aceptar a Jesús como fue: pobre y desprendido, libre como nadie. No hemos de hacer un Cristo a nuestra imagen y semejanza, sino hacernos nosotros a la suya. Y él nos dice:"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón." En la Navidad y siempre, aceptemos la buena nueva del Hijo eterno del Hijo de Dios, nacido de María en el tiempo. Así obtendremos la salvación de nuestras culpas, la luz de nuestras tinieblas y la alegría de nuestras tristezas. Jesús nacerá con cierta prioridad en el Centro Penitenciario de Córdoba, en el chavolo y en cada uno de los faltos de libertad. El es AMOR, nos quiere, nos ama. P. Antonino del Pino Capellán

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CURIOSO… .<br />

Hace unos días, me comentaba una persona su gran<br />

preocupación por tantas enfermedades y que<br />

angustiada por ello, había ido al médico, para una<br />

valoración de su organismo. Buscamos la medicina de<br />

la inmortalidad, que no existe y rechazamos el<br />

tratamiento que nos permite estar en Gracia de Dios,<br />

los Sacramentos y la vida de Piedad. Hoy en día<br />

vivimos preocupados por vivir.<br />

Una gripe, nos llena de angustia. Un pecado, nos da<br />

igual. Nos asusta la muerte, pero no la condenación.<br />

Curioso… ¿Nuestra esperanza está fundada en la vida<br />

terrenal, o en la Vida eterna?<br />

Nos vamos a<br />

operar y nos<br />

entra miedo a<br />

morir, como si<br />

superar la<br />

operación, nos<br />

garantizara la<br />

inmortalidad.<br />

Sin embargo,<br />

no vamos a<br />

confesarnos y<br />

a comulgar<br />

antes de entrar al quirófano y si alguien nos lo sugiere,<br />

respondemos con mala disposición.<br />

Cuando hay un enfermo en una casa o en un hospital,<br />

se llama al médico, ante cualquier pequeña variación en<br />

la temperatura corporal, pero, al Sacerdote, sólo se le<br />

llama, cuando ya no está consciente o incluso, cuando<br />

ya ha fallecido. ¿Qué Sacramento puede recibir uno,<br />

después de muerto? Ninguno.<br />

Nuestros miedos, sólo revelan una falta de Fe absoluta.<br />

Deberíamos de cuidar nuestra alma, como hacemos<br />

con nuestro cuerpo. ¿Acaso no es importante el<br />

beneficio que nos supone vivir en Gracia de Dios?<br />

Vemos la televisión, pero no dedicamos tiempo a la<br />

meditación espiritual. Comemos y dormimos, pero<br />

dejamos de lado lo más importante, nuestra relación<br />

con Dios. Es cierto que hay crisis, ¡pero de Fe!<br />

Descuidamos el preparar nuestra alma para el Juicio<br />

final y es ahí donde de verdad deberá preocuparnos<br />

que el “reconocimiento médico” sea perfecto, ya que si<br />

no hemos tomado la medicina a tiempo, después ya no<br />

habrá remedio.<br />

Sonia Vázquez.<br />

Extraido y adaptado de CATOLICIDAD<br />

El Señor nos bendice<br />

Normalmente somos los sacerdotes los que bendecimos. a la<br />

gente, las casas, los coches las tiendas o recibimos la<br />

bendición del Obispo o del Papa. Pero quiero compartir con<br />

vosotros que mi me bendice la gente.<br />

Un día en Fátima, Portugal fui a confesar a la capilla de la<br />

explanada y estaba tan llena que no pude. Me senté en un<br />

banco del pasillo y se acerco una señora y me pregunto si<br />

“falaba” portugués, le dije que no. Pero ella empezó a<br />

confesar. En portugués. Despacio pero sin pausas. Yo<br />

comprendía a medias. Al final le di la absolución y la<br />

penitencia. Y ella me bendijo. Sí, como suena. Me hizo la<br />

señal de la cruz en la frente y me bendijo pidiendo al Señor y a<br />

María que me protegiesen.<br />

Otro día, en la Parroquia tuve un bautismo. El padre era<br />

camionero. Yo tuve en cuenta ese hecho al poner el día y la<br />

hora del bautizo. Y en las letanías puse a San Cristóbal. Pues<br />

al llegar el momento de bautizar al niño, después de haberle<br />

bautizado el padre cogió agua de la pila y me puso en la<br />

frente: “…que el Señor lo bendiga y le proteja”. Aquel gesto<br />

sencillo, sincero y directo me emocionó. Pero tuve que seguir<br />

la ceremonia. Pero me hizo reflexionar.<br />

Tengo que decir que ha habido algún otro caso relacionado<br />

con el perdón. Esas situaciones en las que he recibido una<br />

expresión de cariño bajo un aspecto religioso no me han<br />

dejado indiferente. Yo recibo el perdón sacramental con<br />

frecuencia, y doy bendiciones a la gente. Y me santiguo<br />

cuando bendice el Obispo y el papa u otro sacerdote. Pero<br />

aquí es la gente la que me lo ofrece a mi. Con absoluta<br />

sinceridad.<br />

Y no me sobra, para nada. Al contrario tenga la absoluta<br />

certeza de que el Señor me/ nos bendice.<br />

Rafael Ruiz<br />

capellán<br />

Hoja informativa del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria<br />

secretariadopastoralpenitenciaria@diocesisdecordoba.com<br />

Centro Penitenciario de Córdoba<br />

Diciembre 2014 - Nº 27<br />

DIRECTOR: P. José Antonio Rojas Moriana ♦ REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Jose<br />

Ángel Gómez Estrada ♦ COLABORADORES: P. Antonino del Pino, P. Rafael Ruiz<br />

Olivares, Manuel Castro Medina, Mariano Aguilar Aguayo ♦ TAMBIÉN COLABORAN:<br />

Agentes de la Pastoral e Internos del Centro Penitenciario. ♦ IMPRIME: Ámbito Gráfico

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