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Untitled - Roche Trasplantes

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BIOPSIA DE PROTOCOLO EN EL TRASPLANTE RENAL<br />

Siguiendo de nuevo a Nankivell y Chapman en una publicación reciente, podemos<br />

decir que existen tres posibles estrategias que las Unidades de Trasplante tienen<br />

que considerar: no realizar biopsias de protocolo, efectuar biopsias sólo en pacientes<br />

de alto riesgo o seguir un protocolo universal en todos los pacientes de la serie.<br />

En cuanto a la primera, se trata de la posición que han adoptado hasta el momento<br />

la mayoría de las Unidades de Trasplante Renal del mundo, que asumen que el rechazo<br />

subclínico es poco importante y puede ignorarse, o bien que es relevante pero<br />

que se puede controlar mediante altas dosis de esteroides o aumentando la terapéutica<br />

inmunosupresora. Los aspectos negativos de esta inmunosupresión incluirán<br />

un aumento de la nefropatía BK, infecciones nosocomiales y, probablemente,<br />

un incremento de los trastornos linferoproliferativos postrasplante. Sin embargo,<br />

evita los problemas de aceptación de esta técnica por parte del paciente cuando se<br />

encuentra asintomático, los costes económicos y de organización y, además, es<br />

acorde con las reglas para el seguimiento de los pacientes trasplantados editadas<br />

en el año 2000, que exponen que se requieren más datos antes de indicar de una<br />

forma generalizada la biopsia de protocolo.<br />

La biopsia, en algunas situaciones, precisa realizar una selección de cuáles son los<br />

pacientes de alto riesgo y llevarla a cabo en algunos momentos determinados con un<br />

intervalo desde luego menor que las biopsias de protocolo seriadas generalizadas.<br />

Esto supone que es más económica y tiene claras desventajas como la selección de<br />

los pacientes y la definición de alto riesgo, que puede ser difícil o arbitraria. Esta selección<br />

se basa en que el rechazo subclínico puede ocurrir con mayor frecuencia y<br />

ser más severo que en los pacientes de riesgo normal o bajo; es muy clara cuando<br />

se eligen pacientes de extremo riesgo inmunológico; mientras que, en situaciones<br />

intermedias, esta predicción es mucho más imperfecta.<br />

La decisión de aplicar una política de generalización y convertir la biopsia de protocolo<br />

en un estándar de seguimiento –lógicamente, incluyendo excepciones o contraindicaciones,<br />

como cuando hay un campo quirúrgico infectado o una obstrucción<br />

del sistema urinario, o bien el paciente está anticoagulado– tiene claras ventajas en<br />

la apreciación del rechazo subclínico no sospechado, ayuda a la toma de decisiones<br />

terapéuticas y descubre patologías encubiertas; sin embargo, presenta evidentes<br />

desventajas respecto del coste, el consumo de recursos y los inconvenientes para<br />

los pacientes, a pesar de que por cada procedimiento el coste y el riesgo no son excesivos.<br />

De cualquier forma, la decisión de aplicar de una forma más o menos generalizada<br />

las biopsias de protocolo en la rutina clínica exige unos criterios previos que tienen<br />

que seguirse estrictamente en la opinión de autores con tanta experiencia como los<br />

del grupo australiano.<br />

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