Untitled - Roche Trasplantes
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INTRODUCCIÓN<br />
Pero, independientemente de que el rechazo subclínico esté condicionado por el<br />
régimen utilizado, otro aspecto importante –y no del todo resuelto– es si una vez<br />
observada la infiltración celular en el injerto estable esto es significativo de daño<br />
actual o futuro, y si esta manifestación histológica y su posible modificación por la<br />
intervención terapeútica tiene incidencia o no en la supervivencia del paciente y<br />
del injerto a largo plazo. Existe muy poca experiencia en estudios controlados que<br />
analicen si el tratamiento o no del rechazo subclínico diagnosticado por biopsia de<br />
protocolo se sigue de una mejoría después de aplicar un tratamiento, y hay que referirse<br />
casi siempre a las publicaciones iniciales de David Rush y Shisido, en las<br />
que la rama tratada con corticoides comparada con la rama no biopsiada y no tratada<br />
tenía una mejor evolución.<br />
Por lo tanto, la biopsia de protocolo es una clarísima situación de balance riesgo-beneficio<br />
en la que hay que colocar en el platillo de la balanza del beneficio la posibilidad<br />
de mejorar el daño histológico, la supervivencia del injerto y del paciente, y los<br />
beneficios indirectos como reducir la inmunosupresión si se excluye el rechazo subclínico,<br />
la posible estratificación del riesgo inmunológico con la graduación de la inmunosupresión<br />
y el descubrimiento de diagnósticos no sospechados como glomerulonefritis<br />
recurrente, nefrotoxicidad por anticalcineurínicos o infección viral del tipo<br />
de la infección por virus BK.<br />
Como cabe esperar, este balance también depende del procedimiento en sí mismo<br />
y del riesgo de complicaciones, que son difíciles de comparar con el beneficio absoluto<br />
obtenido del tratamiento del rechazo subclínico, porque no está bien cuantificado;<br />
las estimaciones se basan, en general, en el trabajo de Rush, en el que transcurridos<br />
cuatro años los pacientes a los que se les realizaron biopsias de protocolo<br />
presentaron 17 pérdidas de injerto menos por cada 100 pacientes. Si aplicamos<br />
aquí el NNT (número necesario de pacientes a tratar para obtener el beneficio) para<br />
prevenir una pérdida de injerto a los cuatro años, habría que incluir en el seguimiento<br />
por biopsia de protocolo a seis pacientes siempre haciendo el cálculo de la prevalencia<br />
de rechazo subclínico de la época de la ciclosporina, aproximadamente un<br />
30%. No obstante, en la actualidad, el factor confundente para calcular este beneficio<br />
es la prevalencia descendente del rechazo agudo y del rechazo subclínico con la<br />
inmunosupresión actual que, con tacrolimus y MMF, se estima en un 2,6% de rechazo<br />
subclínico y un 11% de rechazo borderline a los tres meses en receptores de<br />
raza blanca y de donante vivo.<br />
Lo más generalmente aceptado es que la vigilancia mediante biopsias de protocolo<br />
es ética y clínicamente aceptable en Unidades de Trasplante en determinadas circunstancias,<br />
como la función retrasada del injerto que precisa diálisis, pacientes hipersensibilizados,<br />
trasplantes ABO incompatibles o cuando se está utilizando un<br />
end-point subrogado en los ensayos clínicos controlados.<br />
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