Universidad Alberto Hurtado

El presidente de la Asociación de Moradores narra que entre los años
1983- 1984 llegó el agua potable al morro, gracias al prefecto “Brizola”. “Ese
fue un cambio muy importante, ya que antes la gente tenía que ir a buscar el
agua allí bajo y cargarla hasta aquí”. Así mismo, nos cuenta que gracias al
programa “Vida nueva en el morro” en el año 1989 “llega el cemento (…) antes
todo esto era de tierra, esta fue otra obra de Veira, él hizo casi todo lo que hay
aquí, incluso nos ayudó a formar la escuela de Zamba”. Estas obras de
asfaltado formaron parte de un proceso de por lo menos cinco años,
finalizándose la mayor parte en el año 1994. La luz eléctrica llega a la
comunidad en el año 1986; siendo el sistema cloacal el último servicio recibido
(1990-1992)
Luego de las obras de infraestructura la calidad de vida de la
comunidad creció enormemente, pero en el mismo momento la población vive
la radicalización de la violencia ejercida por las facciones del narcotráfico. Esta
situación es recordada por la mayoría de los pobladores entrevistados, como
“un verdadero infierno”. Según sus relatos, la comunidad estaba sometida al
poder del narcotráfico, y padecían además la violencia policial; ya que cada
“incursión” de las fuerzas policiales significaba una balacera a cielo abierto.
Esto llevó a los pobladores a recluirse paulatinamente en sus casas; “los niños
no podían jugar en la calles, nadie podía andar de noche por el morro porque
se arriesgaba a morir…” “En cualquier momento podía llegar la policía y
comenzaba el intercambio de tiros con los narcos”. Las víctimas por “balas
perdidas” eran un acontecimiento tristemente común para los pobladores.
Existe un consenso generalizado a la hora de identificar a los
narcotraficantes, todos ellos eran: “hijos de la comunidad” (Renata), “eran los
hijos de mis amigos y vecinos de toda la vida” (Joan Cabral) que fueron
cooptados desde muy jóvenes por los narcotraficantes e incluidos en el
rentable crimen-negocio de la venta de drogas. Esta situación de violencia
armada e inseguridad fue padecida por la comunidad por más de 15 años; sin
embargo en diversas entrevistas fue posible observar al momento de las
comparaciones entre el “viejo y nuevo narcotráfico” un dejo de idealismo y
romanticismo. María de la Concepción antigua moradora, recuerda con
tristeza la muerte de “Robinho”. Un narcotraficante importante que según la
leyenda prefirió la muerte antes que ir preso. En su relato, María de la
Concepción afirma que “él ayudaba a los pobres, siempre daba dinero para
comprar leche al que no tenía…” y que todo cambió cuando él murió. Esta
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