Universidad Alberto Hurtado

familias, todos nos conocíamos… No había nada en el morro. Imagínese que ni
azúcar se podía comprar acá”.
Hoy la realidad es otra, en primer lugar los terrenos fueron comprados por el
Municipio de Niterói, y por lo tanto las tierras ya no son propiedad privada.
Esta situación les permitió a las autoridades gubernamentales realizar las
obras de urbanización mínima, así como el reconocimiento oficial de la
comunidad.
En contraste a sus orígenes, actualmente la población cuenta con
diversos servicios públicos y privados. (Detallados en el apartado siguiente).
Millane, moradora de 15 años de edad, e hija del presidente de la Asociación
de Moradores, explica que no siente ningún tipo de carencia y siente que todo
lo que necesita puede conseguirlo en la comunidad: “hasta ropa podemos
comprar acá”. Ello debido a que una ex moradora de la comunidad, “Regina”
todos los viernes, sábados y domingos abre un local improvisado en un garaje
que arrendó a un vecino sobre la calle principal de la favela. Este
emprendimiento es visto con buenos ojos por la adolescente ya que se puede
pagar hasta en dos cuotas y las prendas que traen son las mismas que se
venden “abajo” en San Francisco. Así mismo, cuenta que en su casa tiene
“Internet”, y cualquier persona que pueda pagar el servicio puede acceder a él,
porque desde que la comunidad es segura muchas empresas están accediendo
a brindar sus servicios.
Renata, moradora de 32 años y actual estudiante universitaria (cursa el
2 año de pedagogía), recuerda su infancia, en cambio, de manera muy similar
a los moradores de avanzada edad. Su niñez está llena de imágenes de
precariedad y sacrificio: “todavía me parece mentira no tener que ir a buscar el
agua hasta abajo. Subíamos el agua en la cabeza, era un trabajo de todos los
días y debíamos hacerlo varias veces al día”. Pese a su juventud, nació en
1974, su infancia transcurrió sin luz eléctrica, sin cloacas y por supuesto sin
calles asfaltadas. Pese a todo dice: “vivíamos felices, íbamos a la playa, todos
nos ayudábamos. (…) Hasta que empezó lo de la droga, igual éramos felices”.
El presidente de la Asociación de Moradores, Marcos da Conceição
“Marquinho” coloca el punto de inflexión en la gestión del prefecto Jorge
Roberto Veira. Ya que “él se apropia del terreno y éste pasa a ser parte de la
prefectura.” Siendo el momento en que el morro comienza a crecer y pierde
ese carácter de pequeño núcleo poblacional, para adquirir el actual perfil de
barrio densamente poblado.
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