Universidad Alberto Hurtado

La discusión sobre violencia y criminalidad en Brasil adquirió en los
últimos años una gran importancia en el seno de la sociedad. La escalada de
los índices de crímenes violentos y homicidios, en la mayoría de los estados
brasileros, han puesto a la población civil y a los gobiernos en particular,
frente a la necesidad de construir una solución. Estudio realizado por IBGE
(2004) -Instituto Brasilero de Geografía y Estadística- indica que desde el año
1980 hasta el 2000, aproximadamente 600 mil personas fueron asesinadas;
esto hace a Brasil el cuarto país que tiene la mayor tasa de mortalidad en el
mundo por armas de fuego. Así mismo, el Sistema de Informaciones de
Mortalidad (MS) señala que entre 1980 y 1995 la tasa de mortalidad por
armas de fuego subió de 10 (por 100.000 habitantes) a 38,18 entre los
hombres de 15 a 19 años y de 21,66 para 63,68 entre los hombres de 20 a 24
años. Al igual que en el resto del mundo se trata básicamente de un fenómeno
masculino, no obstante en Brasil se registra un aumento significativo (5 % al
año) en el número de mujeres víctimas de este tipo de delito (armas de fuego)
La organización político-administrativa de la República Federal del
Brasil comprende la unión del Distrito Federal, cede del Gobierno Federal
(Brasilia), los Estados (26) y los Municipios (5.507), todos ellos autónomos
según los términos de la Constitución Federal de 5 de octubre de 1998. Luiz
Soares, ex secretario de Seguridad de Rio de Janeiro y antropólogo, en el texto
“Seguranca tem saída” 13 destaca que la Constitución de 1998 consagra la
transición del régimen dictatorial al democrático; y que en ella se reflejan las
nuevas condiciones para las Instituciones del Estado de Derecho. Sin
embargo, las policías y las prisiones quedaron al margen del proceso de
transformación. Dicho “olvido” no es exclusividad de Brasil, según el autor
arriba mencionado, esta omisión puede encontrarse en África del Sur, Rusia y
de manera general en los países de Europa del Este que se democratizaron en
la década de 1990. Esto ha significado un grave problema para las
democracias, ya que las instituciones del orden han mantenido los marcos
normativos, reglamentaciones y códigos (formales e informales) de los
regímenes dictatoriales donde su misión fue la de generar “orden” a cualquier
costo. 14 Este hecho ha permitido, según el autor y expertos del tema, que en
Brasil las policías sigan actuando al margen de la sociedad civil, cuando no
“en contra de ella”. Este antiguo modelo de seguridad se rige por un patrón
13 Soares, Luiz Eduardo; “Segurança tem saída”, Editorial Sextante, Rio de Janeiro, 2006, p. 111
14 Ibidem p.117
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