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Arriba, restos de la abadía<br />
benedictina de San Giorgio in<br />
Conca en Morciano.<br />
Abajo, el ábside de la iglesia<br />
parroquial de San Giovanni in<br />
Marignano, antes de los<br />
Benedictinos.<br />
12<br />
en el mismo en 1547. Mientras un monje “literato” transcribía y corregía<br />
el manuscrito de las Vite de’ più eccellenti architetti, pittori, et scultori<br />
italiani, impreso luego en Florencia en 1550, el pintor, acompañado<br />
por numerosos ayudantes realizó para la iglesia abacial, que aún conserva<br />
el ábside del s. XVII, una espléndida Adoración de los Reyes<br />
Magos, quizás la obra maestra del artista y uno de los mejores cuadros<br />
del manierismo italiano. El origen benedictino de la iglesia es todavía<br />
perfectamente evidente gracias a la presencia de cuatro imponentes<br />
estatuas de santos, monjes del orden del Monte de los Olivos, que dan<br />
vida a la airosa nave y que fueron modeladas con estuco por el P.<br />
Tommaso da Bolonia en 1650, así como de dos hermosos retablos pintados<br />
a mediados del s. XVII por el P. Cesare Pronti y que representan<br />
a unos santos monjes vestidos de blanco y al mismo S. Benito.<br />
En esa zona, sólo el valle del Conca ha mantenido aún alguna<br />
huella de las numerosas abadías benedictinas que surgieron en el<br />
Medievo, a las que se debe el primer saneamiento y la primera organización<br />
del valle. De la más antigua, consagrada a San Gregorio y<br />
fundada por S. Pier Damiani hacia el año 1060, restan unas importantes<br />
y nobles ruinas, hoy casi ahogadas por modernas construcciones,<br />
en las afueras de Morciano. Este pueblo, con toda probabilidad, atribuye<br />
sus propios orígenes precisamente a la protección de la abadía<br />
y debido a que era lugar de mercado para todo el valle. Todavía hoy<br />
se celebra una gran feria en la semana de San Gregorio (12 de marzo).<br />
Entre las iglesias de origen monástico que han quedado en el<br />
valle, hay que señalar la parroquia de San Giovanni in Marignano,<br />
dedicada a San Pedro, que perteneció a los benedictinos negros, o<br />
“monjes de Cassino”, y que dependía del monasterio de San Vitale de<br />
Ravenna. Hoy se nos presenta bajo formas del s. XVIII y con buenas<br />
obras de arte; pero ha perdido su carácter monástico y todo recuerdo<br />
benedictino, a excepción del retablo del segundo altar a la izquierda,<br />
que representa a los Santos Benito y Mauro, pintado por Gian Andrea<br />
Lazzarini en 1753.<br />
Los hechos napoleónicos condujeron a la supresión, a finales del<br />
s. XVIII y principios del XIX, de todas las comunidades religiosas de<br />
Romaña: no se reconstruyó ningún monasterio benedictino de la provincia<br />
de Rímini cuando se procedió a la restauración y ello fue debido<br />
incluso al hecho de que los edificios habían sido demolidos rápidamente<br />
o transformados de raíz, vendiéndose o destruyéndose los<br />
objetos que contenían. Incluso otras muchas órdenes religiosas, antes<br />
muy florecientes y numerosas, no regresaron a la zona de Rímini.