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EL CENTRO POR DENTRO
EL CENTRO POR DENTRO
Carta
del director
Ángel Bizcarrondo
Director del Centro de Estudios Garrigues
Tal vez la característica más destacada de la
madurez personal sea, junto a la capacidad de
aceptar la realidad sin falsearla, asumir las propias
responsabilidades. La persona madura se siente responsable
de lo que hace, de lo que no hace e, incluso,
de lo que le sucede. En otros términos, se constituye en
protagonista de su propia existencia, sin pretender trasladar
a otros las causas de sus errores, sus desaciertos
o sus infortunios.
Naturalmente, la madurez no se adquiere de modo
instantáneo, sino que suele contruirse en un proceso vital
más bien prolongado que incluye una considerable dosis
de contrariedades y experiencias dolorosas.
Esta refl exión puede también ser aplicada a los pueblos.
Es posible que una sociedad se dote de instituciones
democráticas en un periodo relativamente corto de
tiempo y así sucedió en España de modo paradigmático,
pero ello no convierte automáticamente a los ciudadanos
en demócratas. Las sociedades se mueven por otros impulsos
y a diferente ritmo del curso de la política, de modo
que el proceso de segregar actitudes, usos, costumbres
y hábitos democráticos tiene otros plazos y plantea diferentes
exigencias.
Acostumbra a decirse que en España la llamada sociedad
civil tiene escaso peso. Es decir, que la capacidad
de iniciativa de sus ciudadanos para hacer frente a distintos
retos sociales es muy débil. Un dilatado periodo
histórico con un Estado omnipresente en los distintos
aspectos de la vida pública, y frecuentemente también
de la privada, ha generado hábitos muy arraigados de
desentendimiento de las cuestiones colectivas, que no es
sencillo erradicar.
Lo realmente decisivo para mejorar la convivencia pública
no es tanto cambiar las normas como modifi car las
conductas, especialmente cuando exigen enfrentarse a
actitudes negligentes. Después de todo, la condición de
súbdito puede ser considerada como confortable pues
está basada en una taimada transacción que asegura la
despreocupación a cambio de la obediencia.
Tan largo preámbulo no tiene otro objeto que reseñar
una importante y oportuna aportación a la refl exión sobre
el futuro de nuestra universidad que ha publicado el Círculo
de Empresarios bajo el expresivo título “Una universidad
al servicio de la sociedad”.
Dejaremos para otra ocasión el comentario sobre el informe;
quede constancia del interés del estudio que propone
enriquecer el debate abierto y polémico sobre la función
de la universidad con un nuevo análisis que procede de
uno de los sectores sociales más directamente afectados
por el curso de la formación e investigación universitaria.
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