Número 1 - EII al dÃa
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mente, un factor ambient<strong>al</strong> común a ambas enfermedades,<br />
el tabaquismo, proporciona un interesante modelo<br />
de interacción genética-ambient<strong>al</strong> en la AR, ya que<br />
en presencia del epítopo compartido en DRB1 se asocia<br />
con una respuesta autoinmune muy específica, los anticuerpos<br />
anti-péptidos citrulinados (11) . La diferente asociación<br />
HLA y la ausencia de estos anticuerpos en la EC,<br />
pone de manifiesto importantes divergencias genéticas<br />
y patogenéticas incluso en la respuesta a un factor común<br />
a ambas como el tabaco.<br />
Por último, una variante genética de una tirosín-fosfatasa<br />
(PTPN22), uno de los factores más ampliamente confirmados<br />
como factor de riesgo en la AR, tampoco parece<br />
ser un factor de susceptibilidad a la EC, subrayando<br />
el diferente fondo genético de ambas enfermedades (12) .<br />
Mecanismos patogénicos<br />
De forma muy gener<strong>al</strong> podríamos señ<strong>al</strong>ar que en ambas<br />
enfermedades elementos de la inmunidad innata y<br />
adaptativa parecen participar por igu<strong>al</strong> en la respuesta<br />
inflamatoria crónica. El iniciador exógeno o endógeno<br />
de estas respuestas no ha sido completamente confirmado<br />
en ninguna de las dos enfermedades, aunque parece<br />
más claro el papel de los microorganismos de la flora<br />
intestin<strong>al</strong> como factor exógeno relacionado con una<br />
respuesta inapropiada en la EC, mientras que en la AR<br />
se desconocen factores antigénicos o proinflamatorios<br />
exógenos y es en cambio más prominente una respuesta<br />
autoinmune humor<strong>al</strong> inespecífica (13) .<br />
Independientemente de su inicio, ambos procesos comparten<br />
el reclutamiento a través del endotelio de una<br />
población de células mieloides y linfoides que se organizan<br />
loc<strong>al</strong>mente, y crean un medio rico en citoquinas<br />
y otros factores proinflamatorios que perpetúan el proceso<br />
inflamatorio y de agresión crónica a la mucosa o <strong>al</strong><br />
tejido óseo y cartilaginoso.<br />
La importancia de la participación de la inmunidad adaptativa<br />
en la AR se ha visto reforzada en la última década<br />
por varias observaciones. En primer lugar, junto <strong>al</strong><br />
factor reumatoide se han descrito nuevos autoanticuerpos<br />
fuertemente asociados a la enfermedad, los<br />
anti-péptidos cíclicos citrulinados (anti-CCP), y se ha demostrado<br />
una buena respuesta de la enfermedad a la<br />
terapia deplecionante de células B (14) . Otra terapia cuyo<br />
éxito subraya la importancia de la respuesta inmune adquirida<br />
es el inhibidor específico de la coestimulación<br />
de células T, abatacept (15) . Sin embargo, los factores iniciadores<br />
de esta respuesta o la polarización articular del<br />
daño inflamatorio, supuestamente derivado de la misma,<br />
permanecen oscuras. La respuesta de células residentes<br />
y macrófagos a través de la activación de cascadas<br />
intracelulares inespecíficas como NF-kB o MAPK, resulta<br />
en la producción de citoquinas, quimioquinas, y<br />
proteasas responsables de la inflamación crónica y del<br />
daño tisular.<br />
En la EC en cambio existen pruebas clínicas indirectas,<br />
como la mejoría con antibióticos, o el empeoramiento<br />
inducido por los AINES que deterioran la barrera intestin<strong>al</strong>,<br />
y sobre todo procedentes de modelos anim<strong>al</strong>es,<br />
que sugieren que el elemento motor de la enfermedad<br />
es una interacción anóm<strong>al</strong>a del sistema inmune con la<br />
flora intestin<strong>al</strong> norm<strong>al</strong> (13,16) . La respuesta innata a elementos<br />
o “patrones” moleculares microbianos a través<br />
de la activación de receptores específicos, sobre todo<br />
los denominados toll like (TLR), vía en la que se integra<br />
CARD15, resulta en la activación de vías intracelulares<br />
proinflamatorias NF-kB o MAPK y en la expresión de citoquinas,<br />
quimioquinas y otros múltiples factores capaces<br />
de perpetuar el proceso inflamatorio. La intensa infiltración<br />
de la mucosa por células con patrón Th1, caracterizado<br />
por la expresión de IL-12 e interferón gamma,<br />
y la disfunción de las células T reguladoras, posiblemente<br />
relacionada con una defectuosa señ<strong>al</strong>ización<br />
de TGF-beta, sugieren qué elementos de la respuesta<br />
adaptativa también están presentes en esta patología (17) .<br />
Una prueba indirecta de ello es la respuesta observada<br />
a la terapia neutr<strong>al</strong>izante de IL-12 (18) ; aunque del mismo<br />
modo que en la AR, las relaciones jerárquicas entre respuesta<br />
innata y adaptativa son oscuras.<br />
Quizás el elemento más novedoso que nos han revelado<br />
las nuevas terapias es la importancia centr<strong>al</strong> en este<br />
proceso de la cascada de las citoquinas proinflamatorias<br />
IL-1, TNF-α e IL-6. Independientemente de los mecanismos<br />
que llevan a activar su producción, su importancia<br />
en mantener el proceso es crítica, y entre ellas la<br />
relevancia de TNF-α tanto en la EC como en la AR han<br />
sido indirectamente demostradas por el uso clínico de<br />
sus antagonistas.<br />
Conceptos derivados de la terapia<br />
A lo largo de la historia pasada y reciente, la AR ha representado<br />
el banco de pruebas de todas las terapias<br />
posteriormente empleadas en otras enfermedades inflamatorias,<br />
pero este desarrollo ha sido particularmente<br />
fructífero en el caso de la EC. La síntesis y utilización de<br />
la s<strong>al</strong>azopirina en 1938 y de los glucocorticoides en 1949<br />
para tratar la AR fueron seguidos de un notable éxito<br />
inici<strong>al</strong> que condujo inmediatamente su ensayo en otras<br />
enfermedades inflamatorias (1,19) .<br />
Paradójicamente, los efectos colater<strong>al</strong>es de los esteroides<br />
y las dificultades en confirmar el efecto terapéutico<br />
de la s<strong>al</strong>azopirina, llevaron <strong>al</strong> abandono de ambos<br />
fármacos en la AR hasta la década de los 80 en que nuevos<br />
estudios demostraron la utilidad de la s<strong>al</strong>azopirina<br />
y de los esteroides utilizados a dosis bajas. Sin embargo,<br />
ambos fármacos y sus derivados más modernos se<br />
han mantenido y siguen siendo la terapia de elección<br />
en la EC.<br />
Ambos fármacos muestran efectos de amplio espectro<br />
sobre la inmunidad y la inflamación, coincidentes en la<br />
inhibición de NF-kB, en efectos variados sobre la activación<br />
linfocitaria, la síntesis de citoquinas o la migración<br />
celular. Los mecanismos de acción verdaderamente<br />
relevantes a los que atribuir los efectos terapéuticos<br />
de ambos fármacos no han sido aún definidos con precisión.<br />
Una paradoja más, mientras en la AR la parte ac-<br />
44 • Enfermedad Inflamatoria Intestin<strong>al</strong> <strong>al</strong> día - Vol. 6 - Nº. 1 - 2007