Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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tal como yo he hecho antes, hace hincapié en que los<br />
argumentos cuyos puntos de partida son el personaje y su<br />
conflicto <strong>ser</strong>án siempre más interesantes que los que no<br />
comienzan así, principio aplicable incluso a las novelas de<br />
misterio, a los dramones y a las historias de horror. Además,<br />
la sensibilidad para saber qué cuestiones son realmente<br />
interesantes y de cuáles se ha de prescindir puede cultivarla<br />
el escritor por medio de la lectura y de la conversación con<br />
gente inteligente, así como proponiéndose <strong>ser</strong>, como dijo<br />
James, «persona que no deja escapar nada».<br />
En general, la capacidad de percibir lo importante es un<br />
don. Siempre ayuda, desde luego, no <strong>ser</strong> un bobo; y mejor<br />
aún si se posee un carácter independiente y no se deja uno<br />
influir ni llevar por las modas; quizá sea más conveniente<br />
también <strong>ser</strong> persona de mente lenta y profunda que lista e<br />
ingeniosa. Si el joven escritor es simple por naturaleza, tiene<br />
pocas posibilidades de triunfar, aunque, a decir verdad, tal<br />
vez no tan escasas como muchos creerían. Cualquier profesor<br />
con experiencia puede citar casos de ex alumnos suyos que<br />
han triunfado indiscutiblemente y que en la universidad<br />
parecían aquejados de estupidez supina sin la menor esperanza<br />
de recuperación. La gente cambia, a veces forzada por los<br />
acontecimientos –una enfermedad, un fracaso matrimonial,<br />
la muerte de un familiar querido, la aparición del amor o la<br />
conquista del éxito–, a veces a causa de un proceso gradual<br />
de maduración y replanteamiento de las cosas.<br />
En cuanto a la necesidad de que intervenga lo extraño, es<br />
difícil saber qué se puede decir. Según el poeta Coleridge, no<br />
puede haber arte sin dicha intervención. La mayoría de los<br />
lectores reconocerán inmediatamente que tiene razón. Hay<br />
momentos en toda gran novela en que nos vemos sorprendidos<br />
por algo que encaja perfectamente en el desarrollo de la<br />
misma pero que es al mismo tiempo completamente inespe-<br />
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