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Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

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lágrimas a la revelación y la decisión. (No hay nada malo en<br />

que el argumento de una novela sea relativamente previsible.<br />

Lo que importa es cómo ocurren las cosas, y lo que significa<br />

que ocurran, a las personas que intervienen directamente en la<br />

situación y, en definitiva, a la humanidad, que es a quien los<br />

personajes representan. Ni que decir tiene que siempre es mejor<br />

que lo previsible llegue de manera sorpresiva.)<br />

En casi toda buena novela, la forma básica –casi ineludible–<br />

de la trama es: Un personaje central quiere algo, lo persigue<br />

a pesar de la oposición que encuentra (en la que quizá se<br />

incluyan sus propias dudas), y gana, pierde o se inhibe. Los<br />

pros y contras de la empresa del protagonista se complican<br />

(cada fuerza, favorable o desfavorable, dramatizada por medio<br />

de personajes y argumentos secundarios), pero la forma, aunque<br />

disfrazada en mayor o menor medida, prevalece. Las «historias<br />

de víctimas», como antes las he definido, no pueden<br />

resultar bien porque la víctima no puede saber lo que ocurre y,<br />

de ahí, actuar en consecuencia. (Si el deseo de la víctima es no<br />

<strong>ser</strong>lo y ésta actúa con este objetivo, la historia deja de <strong>ser</strong> «de<br />

víctimas».) El que antes haya dicho «casi toda buena novela»<br />

se debe a que hay excepciones. Ya he aludido al uso que Kafka<br />

y Beckett hacen del protagonista-bufón condenado a la derrota,<br />

y debo citar de paso el caso especial del género creado por<br />

Joyce en Dublineses, en el cual, a efectos prácticos,el papel de<br />

protagonista convencional pasa a manos del lector: es el lector<br />

quien persigue el objetivo, quien, en el clímax de la historia,<br />

obtiene una «victoria», y lo que consigue con ella es un súbito<br />

cambio de visión, una nueva compresión, una «epifanía»*<br />

*....... En el sentido en que la emplea Joyce, que, basándose en la etimología de la<br />

palabra (en griego, «manifestación»), la utiliza para describir la repentina «revelación<br />

de la esencia de una cosa», el momento en que «el alma del objeto más<br />

vulgar aparece ante nosotros radiante». (N. del T,). Naturalmente, no en todas<br />

las historias de Dublineses ocurre lo mismo; por ejemplo, en «Los muertos». De<br />

todos modos, nadie niega la eficacia de esta modalidad de ficción literaria; pero<br />

si mi análisis de cómo funciona es correcto, está más cerca de lo convencional<br />

de lo que a primera vista parece.<br />

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