Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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sin red. Y también es generoso en el sentido de que, a pesar de<br />
su dominio de las técnicas narrativas, sólo recurre a las que<br />
convienen a la historia: es, literalmente, el <strong>ser</strong>vidor de ésta, y<br />
no un doncel que utiliza la historia como mera excusa para<br />
alardear. Aunque esto no quiere decir que el escritor no conceda<br />
importancia a la realización. Las técnicas que emplea porque<br />
la historia lo exige las emplea con brillantez. Trabaja<br />
totalmente al <strong>ser</strong>vicio de la historia, pero con elegancia. Más<br />
adelante seguiremos hablando de esto.<br />
Es la importancia de esta cualidad, de la generosidad, lo que<br />
reclama cierta dosis de puerilidad por parte del escritor. Las<br />
personas centradas y con objetivos vitales muy claros, quienes<br />
respetan lo que los adultos suelen respetar (ganarse bien la<br />
vida, la bandera nacional, el sistema docente, los ricos, los<br />
famosos y admirados, como las estrella de cine), probablemente<br />
no llegarían a hacer las numerosísimas revisiones<br />
necesarias para poder contar bien una historia, sin trucos evidentes,<br />
ni <strong>ser</strong>ían capaces de resistir la tentación de alcanzar<br />
fama y fortuna como quienes cuentan historias de forma estúpida,<br />
a fuerza de trucos y más trucos de sobras conocidos y sin<br />
interés para quien tiene criterio. Primero, el buen escritor, con<br />
su mezcla de aspereza y terquedad, se mofa de lo que los<br />
adultos alaban y después, puerilmente olvidadizo e indiferente,<br />
vuelve a su absurdo pasatiempo habitual: crear auténtico arte.<br />
Sobre las restantes cualidades de la buena novela y sobre<br />
aquellos rasgos de carácter que ayudarán al escritor a dotar de<br />
dichas cualidades a lo que escribe no tenemos que detenemos<br />
demasiado. La buena novela, como ya he dicho, tiene hondura<br />
intelectual y emotiva, lo cual significa que una historia cuya<br />
idea central sea estúpida, por brillantemente contada que esté,<br />
lo <strong>ser</strong>á igualmente. Tomemos un ejemplo sencillo. Un joven<br />
periodista descubre que su padre, que es el alcalde de la ciudad<br />
y ha sido siempre un héroe para él, en secreto posee burdeles<br />
y sex shops y practica la usura, ¿Descubrirá el pastel el hijo?<br />
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