Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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escribiendo desde los ocho años, edad en que descubrí el<br />
placer de componer versos malos; escribí poemas, relatos,<br />
novelas y obras de teatro en el colegio; en la universidad asistí<br />
a buenos cursos de análisis literario y de literatura creativa,<br />
algunos de ellos con escritores y editores famosos, y trabajé<br />
con auténtica devoción las otras materias que se necesitan<br />
para obtener el doctorado en filosofía; pero, a pesar de todo<br />
ello, no lo hacía muy bien. Trabajaba en lo que escribía más<br />
horas que cualquiera de quienes conocía, amigos y profesores<br />
me cubrían de elogios e incluso publiqué algo; pero no me<br />
sentía satisfecho, y sabía que mi insatisfacción no era gratuita.<br />
En el estudio en que me enterré vivo el año o los dos siguientes<br />
a la obtención del doctorado (un cuarto trastero tan pequeño<br />
que desde el centro del mismo llegaba a tocar las paredes con<br />
las manos, y tan mal ventilado que el humo de la pipa casi<br />
me impedía ver la máquina de escribir), llegó a haber tantos<br />
manuscritos y borradores que no me podía mover de la silla;<br />
y, sin embargo, a mí me parecía que nada de lo escrito valía<br />
la pena.<br />
<strong>Para</strong> entonces ya había afrontado la dolorosa verdad que<br />
todo joven escritor comprometido debe afrontar finalmente:<br />
que está solo. Los profesores y los editores pueden dar algún<br />
que otro buen consejo, pero normalmente el futuro del escritor<br />
no les importa tanto como a éste, y distan mucho de <strong>ser</strong><br />
infalibles; de hecho, estoy convencido, tras años de enseñar<br />
y editar, y de ob<strong>ser</strong>var a otros dedicados a las mismas tareas,<br />
de que si se pudiera verificar el acierto de los comentarios<br />
que profesores y editores, yo incluido, hacen sobre el trabajo<br />
de determinado escritor, se demostraría que, para éste, son<br />
más a menudo erróneos que acertados. Yo había trabajado<br />
con profesores que la mayoría considera destacados, me había<br />
esforzado todo lo que había podido en el vivero de los jóvenes<br />
escritores, el Taller de Iowa, y me las había arreglado para<br />
obtener toda la ayuda posible de otros escritores a quienes<br />
admiraba. Y aun así llegué a la conclusión de que debía<br />
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