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Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

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los mundos ficticios con el real. La ficción creada por<br />

quienes adoptan en la vida actitudes que nos parecen<br />

infantiles o tediosas cansa enseguida.<br />

La máscara del optimismo ingenuo es sólo una de las<br />

muchas formas comunes de evadirse de la realidad. Ob<strong>ser</strong>vemos<br />

el párrafo siguiente, obra de un conocido autor de ficción<br />

científica:<br />

La gente no acostumbra a decir lo que de verdad piensa de<br />

las cosas viscerales como dios o el miedo que tiene de volverse<br />

loca como su abuelo o el sexo o lo asqueroso que es que te<br />

hurgues la nariz y te limpies el dedo en los pantalones. Hace<br />

buen papel porque a nadie le gusta caer mal, y porque la verdad<br />

a grandes dosis, venga de los labios que venga, suele convertir<br />

a quien lleva puestos los labios en persona non grata. Sobre<br />

todo si te ha pescado hurgándote la nariz y limpiándote el dedo<br />

en los pantalones. Y más aún si te pesca comiéndotelo.*<br />

Éste no es el estilo optimista empleado por los escritores<br />

comerciales de los años veinte y treinta, sino el de los que<br />

los sustituyeron, el antioptimista. El optimismo risueño, con<br />

su debilidad por la cursiva, cede su lugar a un cinismo sin<br />

auténtico fundamento, que también emplea profusamente la<br />

cursiva («La gente no suele decir lo que de verdad piensa»),<br />

en el que los «anchos hombros» ceden su lugar a las «cosas<br />

viscerales» o a algo peor. El lenguaje se vulgariza (medio<br />

habitual de intensificar falsamente la emoción de lo que se<br />

dice) y desaparecen las comas («abuelo o el sexo o lo<br />

asqueroso que es») en un intento de imitar retóricamente a<br />

William Faulkner, que también pisaba terreno resbaladizo.<br />

(Eliminar las comas de una frase es correcto si esta forma<br />

de acrecentar el ritmo de la misma, y por tanto de conferirle<br />

mayor emoción, está justificado por lo que en ella se dice.)<br />

* Harlan Ellison, Over the Edge (New York,; Belmont Books, 1970),<br />

pág.18.<br />

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