Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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sitaria, no leen novelas únicamente por leer palabras. Abren<br />
una novela esperando encontrar una historia, confiando en<br />
que aparezcan personajes interesantes, posiblemente algún<br />
paisaje atrayente aquí y allá y, como mínimo, alguna que otra<br />
idea –y un abundante y sugestivo cargamento de ideas como<br />
máximo–. Aunque hay excepciones, la principal preocupación<br />
del buen <strong>novelista</strong>, por regla general, no es la brillantez<br />
lingüística –por lo menos, en su forma más llamativa y<br />
evidente–, sino contar su historia de forma que provoque<br />
reacciones en el lector, que le haga reír o llorar o sentirse<br />
intrigado, lo que sea que dicha historia concreta, explicada<br />
de la mejor manera posible, le incite a hacer.<br />
Cuando llevamos leídas cinco palabras de la primera<br />
página de una buena novela, nos olvidamos de que estamos<br />
leyendo palabras impresas en una página y comenzamos a<br />
ver imágenes: un perro husmeando entre cubos de basura, un<br />
avión volando en círculo sobre las montañas de Alaska, una<br />
señora mayor lamiendo furtivamente su <strong>ser</strong>villeta en una<br />
fiesta... Nos deslizamos en un sueño y olvidamos la habitación<br />
en que nos encontramos o que es hora de comer o de ir al<br />
trabajo. Reproducimos, con mínimos cambios y nimios en su<br />
mayor parte, el sueño vívido y continuo que el escritor forjó<br />
en su imaginación (revisándolo una y otra vez hasta que<br />
consigue plasmarlo con exactitud) y encerró en el lenguaje<br />
para que otras personas pudieran abrir su libro y volver a tener<br />
ese sueño siempre que quisieran. Si el sueño ha de <strong>ser</strong> vívido,<br />
las señales del lenguaje del escritor –las palabras, los ritmos,<br />
las metáforas y demás– han de <strong>ser</strong> nítidas y suficientes; si son<br />
vagas, descuidadas, confusas, o si no bastan para hacemos<br />
ver claramente lo que se nos presenta, nuestro sueño <strong>ser</strong>á<br />
nebuloso, desconcertante, y acabará molestándonos y aburriéndonos.<br />
Y si el sueño tiene que <strong>ser</strong> continuo, tenemos que<br />
poder leerlo con atención y no vernos obligados a releer las<br />
palabras impresas porque el lenguaje empleado nos distrae.<br />
Así, por ejemplo, si el escritor comete una falta gramatical,<br />
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