Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo) Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

19.11.2014 Views

– y en el mundo ya no digamos – que casi cualquiera, si pone empeño, puede conseguir que tarde o temprano le publiquen un relato; y una vez que el escritor principiante ha publicado en una revista (pongamos que en cierta modesta publicación trimestral), con lo que en su carta de presentación a otros editores puede poner: «Mis escritos han aparecido en tal y tal revista», sus posibilidades de publicar en otras publicaciones aumentan. El éxito engendra éxito. Por un lado, el haber publicado en cinco o seis revistas modestas virtualmente garantiza el éxito en otras revistas no tan modestas, porque los editores, en la duda, suelen dejarse convencer por la certificación de que se ha publicado, sea donde sea. Y por otro lado, cuanto más escribe y publica el escritor novel (especialmente si publica tras haber mantenido correspondencia con un editor inteligente y dispuesto a dar consejo), más seguridad y habilidad adquiere. En cuanto a publicar una novela no muy buena, la posibilidades son mayores de lo que se podría pensar, aunque puede que la paga tampoco sea buena. Siempre hay editores que buscan nuevos talentos y están dispuestos a correr riesgos, y entre ellos abundan los que buscan específicamente ficción de mala calidad (pornografía, novelas de horror, etc.). Hay escritores jóvenes que, debido a una peculiaridad de su forma de ser, no se sienten tales si no han conseguido publicar algo, como sea, donde sea. Probablemente, dichos escritores harán bien en conseguirlo y acabar con ello de una vez, pero harían aún mejor si, con las miras puestas en el futuro, mejoraran su nivel y lograran aparecer en publicaciones de mayor prestigio. Es difícil borrar esta clase de baldones, como también lo es desembarazarse de técnicas burdas una vez que han dado resultado, Es como intentar dejar de hacer trampas en el golf o de engañar en el matrimonio. Para poder responder de forma responsable a la pregunta del joven escritor, el profesor o quien sea tiene que tomar en consideración diversos indicadores que no son seguros, pero que ofrecen indicios válidos. Algunos de estos indicadores 28

están relacionados con las facultades del individuo, evidentes o potenciales, y otros, con su carácter. El que ninguno de ellos sea infalible se debe en parte a que son relativos y en parte a que el escritor puede mejorar –abandonando hábitos técnicos o de su personalidad, mejorando por mera obstinación– o simplemente, con el tiempo, pasar de ser un probable no escritor a convertirse en un probable escritor de éxito. 1 La lista podría iniciarse con cualquiera de los mencionados indicadores; por conveniencia, permítaseme empezar con la sensibilidad verbal. Las buenas notas en lengua pueden o no indicar sensibilidad verbal, es decir, las dotes del escritor para comprender los usos del lenguaje y su interés en ello. Quizá estén más relacionadas con la competencia, la sensibilidad y la sutileza del profesor que con las facultades del alumno. No es del todo cierto que todo escritor tenga un agudo sentido del ritmo de la frase –la música del lenguaje– o de las connotaciones y del registro lingüístico (ámbito de uso) de las palabras. Hay grandes escritores que lo son a pesar de sus ocasionales deslices: frases malsonantes, metáforas inadecuadas e incluso empleo disparatado de palabras. Theodore Dreiser puede escribir: «La encontró intelectualmente extremadamente interesante», construcción tan poco lograda y cacofónica que cualquier buen escritor huiría de ella; y, sin embargo, pocos lectores negarían que Nuestra hermana Carrie y Una tragedia americana sean obras de arte. El escritor con mal oído, si es bueno en otros aspectos, puede acabar escribiendo novelas más profundas y mejores que el más elocuente virtuoso verbal. 29

– y en el mundo ya no digamos – que casi cualquiera, si pone<br />

empeño, puede conseguir que tarde o temprano le publiquen<br />

un relato; y una vez que el escritor principiante ha publicado en<br />

una revista (pongamos que en cierta modesta publicación trimestral),<br />

con lo que en su carta de presentación a otros editores<br />

puede poner: «Mis escritos han aparecido en tal y tal revista»,<br />

sus posibilidades de publicar en otras publicaciones aumentan.<br />

El éxito engendra éxito. Por un lado, el haber publicado en<br />

cinco o seis revistas modestas virtualmente garantiza el éxito<br />

en otras revistas no tan modestas, porque los editores, en la<br />

duda, suelen dejarse convencer por la certificación de que se<br />

ha publicado, sea donde sea. Y por otro lado, cuanto más<br />

escribe y publica el escritor novel (especialmente si publica<br />

tras haber mantenido correspondencia con un editor inteligente<br />

y dispuesto a dar consejo), más seguridad y habilidad adquiere.<br />

En cuanto a publicar una novela no muy buena, la posibilidades<br />

son mayores de lo que se podría pensar, aunque puede que la<br />

paga tampoco sea buena. Siempre hay editores que buscan<br />

nuevos talentos y están dispuestos a correr riesgos, y entre ellos<br />

abundan los que buscan específicamente ficción de mala calidad<br />

(pornografía, novelas de horror, etc.). Hay escritores jóvenes<br />

que, debido a una peculiaridad de su forma de <strong>ser</strong>, no se<br />

sienten tales si no han conseguido publicar algo, como sea,<br />

donde sea. Probablemente, dichos escritores harán bien en<br />

conseguirlo y acabar con ello de una vez, pero harían aún mejor<br />

si, con las miras puestas en el futuro, mejoraran su nivel y<br />

lograran aparecer en publicaciones de mayor prestigio. Es<br />

difícil borrar esta clase de baldones, como también lo es desembarazarse<br />

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Es como intentar dejar de hacer trampas en el golf o de<br />

engañar en el matrimonio.<br />

<strong>Para</strong> poder responder de forma responsable a la pregunta<br />

del joven escritor, el profesor o quien sea tiene que tomar en<br />

consideración diversos indicadores que no son seguros, pero<br />

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