Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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Mickelsson, acrecienta los deseos de éste de trasladarse a vivir<br />
lo más lejos posible de la universidad sin dejar del todo su<br />
trabajo. Y con estos dilatados episodios se pueden poner<br />
directamente ante los ojos del lector, mediante el diálogo y<br />
la acción (a veces con momentáneos flashbacks) las principales<br />
fuerzas que han arrastrado a Mickelsson a la situación<br />
en que se halla.<br />
Como ya he dicho, todo esto no lo resolví intelectualmente.<br />
Elaboré un plan tan bien como supe, lo revisé y finalmente<br />
lo descarté. Elaboré otro y luego otros, y así, avanzando lenta<br />
y confusamente, recobrando a veces uno o dos elementos de<br />
un planteamiento ya desechado, finalmente salió algo que, al<br />
menos para mí, <strong>ser</strong>vía. Excepto cuando se trata de novelas<br />
extremadamente sencillas –que, dicho sea de paso, casi no<br />
vale la pena escribir, en mi opinión–, se acaba por no respetar<br />
siquiera el plan que con mayor minuciosidad se pueda haber<br />
elaborado. Lo que se pretende que ocupe un capítulo acaba<br />
ocupando dos, y puesto que el ritmo general de la novela no<br />
permite esta división, hay que recomponer todo el esquema.<br />
Pero más vale plan inadecuado que ninguno. Escribir una<br />
novela es como adentrarse en el mar con una barca. Si se sabe<br />
adonde se quiere ir, es conveniente conocer el rumbo. Si se<br />
pierde el rumbo, se puede recobrar ob<strong>ser</strong>vando las estrellas.<br />
Si no se tiene mapa ni rumbo trazado, tarde o temprano la<br />
confusión obliga a ob<strong>ser</strong>var las estrellas.<br />
Cuando se tiene hecho el plan, ya sea garabateado de<br />
forma casi ininteligible en un cuaderno viejo, pulcramente<br />
distribuido con chinchetas por las paredes de la habitación o<br />
escrito en papel de envoltorio, se puede empezar a escribir,<br />
y sólo habrá que volver a la etapa de planificación cuando la<br />
desesperación empuje a ello. A quien se haya preparado bien,<br />
nadie tiene que decirle nada más. Si uno se ha esforzado en<br />
aprender a escribir frases hermosas y sólidas, si consigue<br />
evocar a voluntad el sueño vívido y continuo que genera la<br />
obra literaria, si tiene la generosidad de tratar con considera-<br />
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