Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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ninguna urgencia personal; saben por experiencia que la<br />
buena ficción que les llega al despacho se venderá tarde o<br />
temprano. Normalmente, no les importa que el escritor trate<br />
de vender algo por su cuenta (se quedan igualmente con el<br />
diez por ciento), y puede haber escritores con temperamento<br />
para ello que prefieran ocuparse de la venta y re<strong>ser</strong>var al<br />
agente para la negociación del contrato. Por otro lado, el<br />
agente puede ahorrarle agobios al escritor. Mientras que éste,<br />
después de un cierto número de negativas, probablemente<br />
renunciará a seguir intentando vender el libro o relato, la<br />
agencia insiste, imparcial como un pulsar: lo envía, se lo<br />
devuelven, lo vuelve a enviar... (Los agentes saben mejor que<br />
los escritores cuándo renunciar.) Y mientras que al escritor<br />
las negativas probablemente le humillarán y le enfurecerán,<br />
con todos esos tal vez necios consejos sobre cómo arreglar<br />
el libro, a los agentes no suelen impresionarles. Por indicación<br />
del propio escritor, el agente no le dirá lo que le aconsejan<br />
los directores literarios, menos cuando crea que alguien ha<br />
hecho alguna sugerencia importante. Los escritores pueden<br />
sentirse inseguros –con veinte libros publicados, me sigo<br />
preguntando a menudo si soy escritor– y los editores tienen<br />
responsabilidades muy <strong>ser</strong>ias, pero lo del agente son meros<br />
síes y noes, más dólares o menos dólares. Ya que tiene razones<br />
para confiar en su juicio (puesto que vende habitualmente los<br />
libros de sus clientes), espera que los directores literarios lo<br />
tengan en cuenta, y su convicción contribuye a que todo salga<br />
bien. El agente, en resumen, es un buen elemento para tener<br />
del lado de uno.<br />
Conseguir un buen agente puede <strong>ser</strong> casi tan difícil como<br />
conseguir editor. Hay que evitar tratar con los agentes que<br />
cobran tarifa de lectura. Suele ir en contra de la política de<br />
las asociaciones de agentes literarios y puede <strong>ser</strong> señal de que<br />
se trata de un timador dedicado a desplumar a escritores<br />
aficionados. (Cobrando tarifas de lectura se puede llegar a no<br />
tener necesidad de vender libros.) <strong>Para</strong> recibir información<br />
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