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Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

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los idilios). Ello se debe sin duda al frenético ambiente que<br />

se crea a causa de la brevedad del evento –el ansia del<br />

estudiante por aprender todo lo que pueda, la actitud solícita<br />

del profesor que se hace cargo de ello y las ocasionales juergas<br />

con que se aprovechan los escasos momentos de evasión–.<br />

Desde cualquier perspectiva, excepto desde la del mal escritor<br />

que se siente arrinconado por profesores y alumnos –es decir,<br />

del que sale psicológicamente más débil de como llegó–, las<br />

jornadas literarias son auténticas inyecciones de moral para<br />

los noveles.<br />

En el ámbito profesional, el mejor apoyo con que cuenta<br />

el <strong>novelista</strong> es su agente. Los poetas y los escritores de relatos<br />

cortos no lo necesitan tanto y, probablemente, tampoco se<br />

pueden permitir tenerlo: normalmente, ninguno de los dos<br />

géneros da suficiente dinero como para que al agente le salga<br />

a cuenta invertir su tiempo en ellos. Si el escritor de relatos<br />

cortos consigue publicar unos cuantos en revistas que pagan<br />

bien, como The New Yorker, quizá consiga que algún agente<br />

se le ofrezca, pero es evidente que no lo necesita. Se puede<br />

ocupar él mismo de vender su trabajo y con las revistas uno<br />

no puede <strong>ser</strong>virse de un agente para que intente subir el precio.<br />

Pero en el caso del joven <strong>novelista</strong>, el agente es indispensable,<br />

aun cuando, gracias a amigos influyentes o a un capricho de<br />

la suerte, logre vender él mismo su novela. Un buen agente<br />

está enterado de los precios que se pagan, conoce personalmente<br />

a los directores literarios y sabe hasta qué punto se les<br />

puede apretar. Al escritor inocente se lo pueden comer vivo<br />

a la hora de establecer las condiciones del contrato. Es<br />

corriente que los editores intenten quedarse con una parte de<br />

los derechos cinematográficos, de los de publicación en el<br />

extranjero... Arramblan con lo que pueden, y el agente experto<br />

es el único que sabe cuándo plantarse.<br />

Los agentes, como es lógico, también le sirven al <strong>novelista</strong><br />

para vender lo que escribe, aunque en esto quizá no trabajan<br />

tanto como trabajaría él. Llevan a varios escritores y no tienen<br />

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