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Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)

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ambos sabían las mismas cosas; la diferencia estaba en la<br />

manera de hacerlas. Bob Gottlieb se limita a insinuar lo que<br />

está mal, y a veces expresa el problema en forma metafórica.<br />

(El <strong>novelista</strong> Harry Crews escribió una vez un mordaz artículo<br />

en Esquire, en el que se burlaba de Gottlieb por haberle dicho<br />

que debía dejar que su novela «respirara». Algunos de quienes<br />

han leído la obra de Crews habrían dado la razón a Gottlieb.)<br />

Otros directores literarios trabajan de otra forma. Algunos<br />

escriben dilatadas y exhaustivas cartas tras la primera lectura;<br />

los hay que prefieren tener una charla informal con el escritor;<br />

y otros (pocos) se limitan a aceptar el libro sin comentarios.<br />

Y todos ellos, aunque a veces puedan desvariar un poco,<br />

son personas <strong>ser</strong>ias y concienzudas.<br />

Una vez que la novela ha sido aceptada, el director literario<br />

repasa el manuscrito varias veces haciendo indicaciones y<br />

proponiendo supresiones, posibles mejoras, mayor desarrollo<br />

en determinados pasajes, reelaboraciones. A este respecto me<br />

he encontrado con directores literarios de manga más bien<br />

ancha a la hora de preparar el texto y con otros capaces de<br />

poner en cuestión casi cada línea. A mí, de todos modos,<br />

cualquiera de las dos actitudes me parece bien. Rara vez se<br />

topa uno con un director literario dispuesto a imponer criterios<br />

erróneos, pero en tal caso, se verá en dificultades. Cierto<br />

director literario que iba a publicar una de mis novelas (ni<br />

Gottlieb ni Segal) insistía en cambiarme la puntuación, para<br />

que se atuviera a cierta regla que había aprendido en Yale, y<br />

negaba categóricamente que la puntuación pudiera <strong>ser</strong> un arte.<br />

Uno de los personajes de la novela era incapaz de recordar<br />

los nombres de la gente y siempre decía el primero que se le<br />

venía a la cabeza. El director literario puso las cosas en su<br />

sitio. Cuando yo, hecho una furia, se lo eché en cara, no dijo<br />

nada y se negó a volver a dejar el libro como antes. No sé<br />

qué tiene que hacer el escritor en tal situación; supongo que<br />

recuperar el original y marcharse. Y desde luego, no volver<br />

a tratar con dicha persona. Las experiencias como ésta son<br />

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