Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
Gardner, John - Para ser novelista (Ensayo)
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conoce de antemano su intención, es fácil que crea que sus<br />
frases dicen más de lo que en realidad expresan. Por ejemplo,<br />
puede ocurrir que imagine que el bulto que se nota en el abrigo<br />
de su personaje femenino indica claramente que éste lleva un<br />
arma, mientras que el oyente, desconocedor de la imagen<br />
mental que el escritor se ha creado, cree que la mujer está<br />
embarazada. Después de haber visto los efectos de sus errores,<br />
el escritor se vuelve más cuidadoso, más precavido contra las<br />
trampas que pueden tender las palabras. Por otro lado, los<br />
comentarios en clase sirven también para que el escritor tome<br />
conciencia de sus prejuicios inconscientes; por ejemplo, creer<br />
que los gordos son gente plácida, o que todos esos virulentos<br />
fundamentalistas son unos malvados, o que todos los homosexuales<br />
andan detrás de los niños para seducirlos. Dada la<br />
variedad de opiniones que existe en una clase, el escritor tiene<br />
grandes posibilidades de que se le escuche con deferencia<br />
–sobre todo aquél cuyo estilo, objetivo y talante difieren<br />
radicalmente de los del profesor–, y puesto que toda la clase<br />
presta atención a su trabajo es menos probable que sus errores<br />
o sus planteamientos equivocados pasen inadvertidos. El<br />
aspecto más positivo de los comentarios en clase, siempre<br />
que se hagan fundamentalmente con generosidad, es que la<br />
clase entera se beneficia de ellos. La crítica agresiva lleva al<br />
bloqueo tanto de la víctima como del agresor.<br />
El mal profesor empuja a sus alumnos a escribir como él.<br />
Esta tendencia es natural, pero no excusable. El profesor ha<br />
trabajado durante años para crearse su estilo y para ello ha<br />
tenido que estar continuamente rechazando alternativas. Como<br />
resultado de ello, si no tiene cuidado es probable que<br />
oponga cierta resistencia a lo escrito de forma decididamente<br />
distinta de la suya o, lo que es peor aún, en un estilo opuesto<br />
al suyo, como en el caso del estilista que ha de juzgar prosa<br />
escrita en crudo lenguaje popular. La meta del profesor debe<br />
<strong>ser</strong> ayudar a sus alumnos a encontrar su manera de escribir.<br />
Esto es lo que pretende hacer comprender el profesor y poeta<br />
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