Discusiones-entre-un-protestante-y-los-catolico-romanos

XVII.
El Purgatorio.
I. Estaba yo á la cabecera de un enfermo, hombre
humilde y religioso. Su esposa y sus hijos se hallaban,
como él, bajo la influencia de los motivos y las
esperanzas de la religión de Cristo. Sus dias se iban
acercando á su fin, y todo le prometía un ocaso feliz.
Habia sido cristiano alegre, cuyos pensamientos en
cuanto á lo pasado eran siempre lisonjeros, por el recuerdo
de las misericordias de Dios, y en cuanto al
porvenir eran siempre gozosos, con la anticipación de
sus promesas. Convei*sábamos sobre su muerte cercana,
y sobre el modo de quitar su aguijón á la muerte,
trocando sus temores en esperanzas, y aniquilando
sus terrores, por la realización de las promesas divinas.
Les habia repetido yo las palabras de San Pablo:
«Deseo ser desatado de la carne y estar con Cristo,
que es mucho mejor.» (Fil. 1. 23.) Y en otra parte:
«Porque ya estoy á punto de ser sacrificado, y cerca
está el tiempo de mi partida. He peleado la buena
batalla, he acabado mi carrera, he guardado la fe;
por lo demás, me está reservada la corona de justicia,