Discusiones-entre-un-protestante-y-los-catolico-romanos

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un sentido carnal, sino en sentido espiritual.
Los apóstoles,
cuando oyeron á Jesús decir, que si no comían
su carne y bebian su sangre, no tendrían vida, bailaron
sus palabras ásperas y cbocantes; se escandalizaron,
porque era un crimen comer la
carne ó beber la
sangre de un hermano, y Jesús las explica: «El espíritu
es el que da vida, la carne nada aprovecha: las
palabras que yo os he hablado, son espíritu y son
vida.»
III.
Como la iglesia romana profesa tan gran veneración
á los padres y á los santos de los tiempos
primitivos, es nuestro deber recordarle que muchos
de ellos han consignado de la manera más t-splícita la
interpretación de esas palabras en sentido espiritual.
Eusebio, en el lib. 8.° Kccl. Theol. dice: «Tvn verdad,
en verdad oh digo: el que come mi carne y bebe mi
sangre, mora en mí y yo en él.
Al paso que Jesús hablaba
místicamente estas y otras cosas semejantes, algunos
de sus discípulos decían: 'Duro es este razonamiento,
¿y quién lo puede oir?' En contestación nuestro
Salvador les dice: '¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué
si viéreis al Hijo del hombre subir, á donde .estaba
antes? El espíritu es el que da vida, la carne nada
aprovecha: las palabras que yo os he dicho, espíritu
y vida son.' Con estas palabras
quiso Jesús enseñarles,
que lo
que le habían oido decir de su carne y de
su sangre, debia entenderse en un sentido espiritual;
como si les hubiera dicho: 'No penséis que voy hablando
de la carne de que estoy revestido, como si
hubiérais de comer de ella, ni os imaginéis que habéis
de beber de mi sangre sensible y corporal; sino que
debéis entender claramente que las palabras que os