Teoría e Imagen - José Luis González Recio

• Aristóteles ya había convertido a la teleología en la justificación
última de la dinámica natural. Entender para qué existe cierta
estructura morfológica nos brinda su auténtica razón de ser, nos da
la medida de su función en el animal o la planta, nos acerca a su
dimensión más esencial. Kant rompió, desde el criticismo, con la
antigua inocencia gnoseologíca según la cual podemos conocer las
cosas tal y como son en sí mismas; por lo que el acercarnos a las
creaciones del Arte o de la Naturaleza, apoyándonos en la idea de
fin, es algo que se origina en nuestra forma de conocer, sin que
podamos asegurar si la finalidad posee una presencia real en el
universo que nos rodea. La idea de fin nos guía en nuestros deseos
de entender la Naturaleza y el Arte, mas no podemos estar seguros
de que sea una idea con realidad más allá de su presencia en
nuestros juicios. El conocimiento, para Kant, es algo muy distinto a
una representación incontaminada del mundo externo, y se
convierte ─en gran parte─ en un acto creativo de nuestro
entendimiento. Si acaso, podemos establecer o deducir cuáles son
las formas y principios que rigen nuestras capacidades
cognoscitivas, pero hasta ahí nos está permitido llegar cuando
lanzamos las redes y queremos sumergirnos en ese mar
desconocido que es el mundo que nos rodea.