Teoría e Imagen - José Luis González Recio

• En una misma obra, la Crítica del juicio de 1790, reunió Kant
dos de las apelaciones filosóficas de más antigua raigambre en el
pensamiento de Occidente: las que se referían al ámbito de la
Estética y las que provenían del dominio de la Biología. Kant creyó
que la idea de finalidad en el Arte y en las ciencias de la vida era un
elemento regulativo que nos permite orientarnos en nuestros juicios
sobre los productos que hallamos en el mundo artístico y en el
mundo vivo. Lo que se revelaba, pues, dentro de semejante
conjunción era en último término que el Arte pertenece a la esfera
de lo vivo y que los productos naturales dotados de vida muestran
un desconcertante orden artístico. En ambos dominios reina cierta
unidad admirable. En la obra de arte, como en el ser vivo,
encontramos la clase de disposición que llamamos orgánica,
porque cada trazo, cada huella en la piedra cobran su sentido y su
valor sólo por referencia al todo a que pertenecen; de modo análogo
a como cada miembro o cada entidad anatómica adquieren su
justificación por el papel que cumplen en la economía vital del
organismo del que son partes.