universidad de buenos a i r e s fa c u ltad de odonto l o g i a

abril de 1912 un artículo breve y sin ilustraciones
denominado “Diagnóstico de caries ocultas por medio
de radiografías”, en el que señalaban las dificultades
para detectar caries incipientes en caras proximales
de dientes posteriores. Como se sabe, no siempre es
posible descubrirlas con explorador o seda dental,
pero ya pueden causar síntomas al portador sin que
sepa su origen. Para ello habían construido un sostenedor.
Raper, preocupado por la prevención, de la que
era ferviente cultor, buscando la solución a este problema
utilizó radiografías, pero deseaba que mostraran
las piezas superiores e inferiores a la vez y con
ayuda de la firma Eastman Kodak ideó, en 1924 las
películas de aleta mordible o “bite-wing” y al año
siguiente dio origen a la tan famosa “Técnica de Bite
Wing, aleta mordible o de Raper” (Fig. 3).
Esta técnica facilita por ejemplo, la detección de
caries interproximales, patología de crestas alveolares,
coronas desadaptadas marginalmente, obturaciones
desbordantes (Fig. 4). Permite un buen paralelismo
entre dientes y película, y al emplear una angulación
menor que la técnica de la bisectriz, mejora la
calidad de la imagen obtenida. Además, cabe destacar
la economía al usar una sola película radiográfica
para la misma zona de ambos arcos dentarios y –más
importante- el ahorro en la dosis de rayos X necesaria
para el estudio. El descubrimiento valió a Raper el
otorgamiento de la Medalla de Oro Callahan en 1927.
Fig. 4
Todavía es importante recalcar que esta modalidad
del diagnóstico por imágenes no es una mera forma de
radiografiar más, sino que se integra en una filosofía
centrada en la prevención. Raper, en un artículo publicado
en la revista argentina “Radiodoncia”, señaló: “El
trabajo de encontrar las cavidades y repararlas cuando
son todavía pequeñas, contribuye no sólo a limitar el
deterioro en los dientes, sino también la tendencia a
deteriorarse de otros dientes de la misma boca”.
Cualquier colega lector que haya tenido que lidiar con la
reconstrucción de una pieza con amplia destrucción,
cuya amplitud hasta puede dificultar su aislamiento
para el tratamiento endodóntico, pero que el paciente
exige conservar sí o sí, y reclama al profesional movilizar
todos sus recursos, habilidad e ingenio, habrá añorado
haber podido detener su evolución con un diagnóstico
precoz. Ello explica la persistencia de este
método radiográfico hasta nuestros días.
Lamentablemente, pero sin que ello pueda achacársele
a Raper, su técnica no se practica en la medida
en que sus méritos y los beneficios para el paciente
aconsejarían. Una prueba elocuente de esto es que
Fig. 3
uno de los autores de este trabajo realizó una consulta
sobre la cantidad de exámenes efectuados por el
método de Raper con respecto a otros procedimientos
retroalveolares habituales (técnicas de la bisectriz y
del paralelismo) en consultorios privados dedicados
exclusivamente a la radiología odontológica. El porcentaje
fue sorprendente en virtud de que la técnica
de bite-wing sólo alcanzaba a menos del 1% de la
totalidad de las prestaciones. Raper preconizaba también:
“El examen radiográfico dental con películas Bite
Wing debe empezar en la niñez y continuar periódicamente
mientras el individuo tenga dientes que conservar.
Sólo así puede el paciente recibir el beneficio
completo de la odontología preventiva y el dentista la
recompensa total de cada caso”.
En 1918, Raper se trasladó de Indianápolis, Indiana, a
Albuquerque, Nuevo México. El motivo de esta mudanza
a un lugar distante 1.900 kilómetros, en una época en
que los transportes no tenían el desarrollo que hoy conocemos
fueron razones de salud. Sin embargo, siguió
vinculado con la Institución que lo formó: nunca olvidó a
su Alma Mater. Su profesor de radiología, Dr. Jack Carr
lo calificó como “nuestro alumno más distinguido”. La
Escuela de Odontología de la Universidad de Indiana
guarda sus ficheros, su biblioteca y su correspondencia
en una sala a la que llamó con su nombre.
Raper se casó en tres oportunidades, la segunda de
las cuales terminó en divorcio. Pero su última esposa,
Thelma Harwood lo acompañó durante cuarenta años
y le ayudó en su actividad hasta su muerte.
Los aportes de Raper a la radiología y a la odontología
en general continuaron desde Albuquerque. En
1921 publicó un segundo libro: “Electro-Radiographic
Diagnosis”, en el que hacía conocer la importancia de
las pruebas eléctricas pulpares para un diagnóstico
correcto, e insistía en que se complementara el diagnóstico
radiográfico con el eléctrico y que ambos compensaran
sus limitaciones respectivas. Dedicó esta
obra a su madre, y la encabezó con el siguiente pensamiento:
“Nada es más infructuoso que un diagnóstico
incorrecto, y por mejor que se aplique el tratamiento
erróneo, sigue siendo el tratamiento erróneo. Entonces,
antes que nada, haga un diagnóstico correcto”.
2 4 Revista del Museo - Año 22 Nº 39 - Diciembre de 2007