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universidad de buenos a i r e s fa c u ltad de odonto l o g i a

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Revista <strong>de</strong>l Museo - Año 22 Nº 39 - Diciembre <strong>de</strong> 2007<br />

compra pero no realizó a cuenta <strong>de</strong> ella <strong>de</strong>scuentos en<br />

el mo<strong>de</strong>sto sueldo <strong>de</strong> Raper, para sorpresa <strong>de</strong> éste.<br />

Ya <strong>de</strong>cidido cultor <strong>de</strong> la radiología, lo vemos introducir<br />

y dictar al año siguiente en el curriculum <strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> su<br />

Escuela un curso <strong>de</strong> Radiología Dental, con la <strong>de</strong>nominación<br />

que él acuñó: “Radiodontia”. Duraba un<br />

semestre y comprendía técnica y diagnóstico radiológico.<br />

También diseñó una sala especial para la práctica<br />

<strong>de</strong> la radiología <strong>de</strong>ntal.<br />

El Congreso Internacional <strong>de</strong> Odontología reunido<br />

en Berlín en 1909 había aprobado la siguiente resolución:”La<br />

radiología <strong>de</strong>be ser incluida en el programa<br />

oficial para el estudio <strong>de</strong> la <strong>odonto</strong>logía, como disciplina<br />

especial”. Esa fue la i<strong>de</strong>a por la que tanto luchó<br />

Raper. Luego <strong>de</strong> haber logrado introducirla en su propia<br />

institución, en la que fue “Junior Deán” (“Decano<br />

Joven)” entre 1914 y 1917, urgió al Instituto Nacional<br />

<strong>de</strong> Pedagogía Dental <strong>de</strong> los Estados Unidos para que<br />

todas las escuelas <strong>de</strong> <strong>odonto</strong>logía <strong>de</strong>l país dictaran<br />

también cursos <strong>de</strong> “Radiodontia”.<br />

Para compren<strong>de</strong>r mejor el carácter pionero <strong>de</strong> la<br />

visión educativa <strong>de</strong> Raper, creemos necesario <strong>de</strong>stacar<br />

que, en aquellos años iniciales, la radiología estaba<br />

plagada <strong>de</strong> peligros e incertidumbre. Citaremos<br />

algunos: las altas tensiones eléctricas necesarias para<br />

la obtención <strong>de</strong> los rayos X eran conducidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

transformadores, situados en cuartos aparte, hasta el<br />

tubo (<strong>de</strong> Crookes o <strong>de</strong> Hittorf, todavía no el <strong>de</strong> cátodo<br />

incan<strong>de</strong>scente <strong>de</strong> Coolidge, hoy<br />

universal) por alambres <strong>de</strong> cobre<br />

<strong>de</strong>snudos y aéreos: no se disponía<br />

entonces <strong>de</strong> un material aislante<br />

estable; la gutapercha<br />

usada con ese propósito se resquebrajaba<br />

y permitía fugas <strong>de</strong><br />

corriente. Por lo tanto, el más leve<br />

contacto con los cables exponía<br />

al operador o al paciente a una<br />

<strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> 40.000 a 50.000 voltios,<br />

obviamente mortal. En esa<br />

época, los tubos generadores<br />

contenían aire u otro gas a baja<br />

presión, por lo que su emisión<br />

radiógena era inconstante, por no<br />

<strong>de</strong>cir errática, y <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> su<br />

vejez y <strong>de</strong> las fluctuaciones <strong>de</strong> la<br />

corriente –que, a<strong>de</strong>más, en ciertas<br />

localida<strong>de</strong>s sólo se suministraba<br />

<strong>de</strong> noche-. En tales condiciones<br />

el tiempo <strong>de</strong> exposición<br />

era un enigma, que <strong>de</strong>bía resolver<br />

empíricamente cada operador en base a su experiencia<br />

y al zumbido (“canto”) <strong>de</strong>l tubo.<br />

No menos importante era la muy baja sensibilidad <strong>de</strong><br />

las “placas radiográficas”, que obligaba a exposiciones<br />

muy prolongadas. Deseamos aclarar que ese término<br />

era apropiado sólo en los primeros tiempos <strong>de</strong> la radiología,<br />

cuando se usaba una base <strong>de</strong> lámina <strong>de</strong> vidrio<br />

muy <strong>de</strong>lgada, sobre la que se extendía una emulsión<br />

sensible <strong>de</strong> gelatinobromuro <strong>de</strong> plata. De allí, probablemente,<br />

la persistencia <strong>de</strong>l término “placa” en el lenguaje<br />

<strong>de</strong> los radiólogos y <strong>de</strong> los estudiantes. Luego <strong>de</strong> las<br />

láminas <strong>de</strong> vidrio se usaron películas <strong>de</strong> nitrato <strong>de</strong> celulosa<br />

o “nitrocelulosa”, sustancia no explosiva pero altamente<br />

inflamable.Y en 1913 existían películas radiográficas<br />

<strong>de</strong> triacetato <strong>de</strong> celulosa, poco sensibles, que<br />

se empaquetaban a mano. Llamar “placas” a las películas<br />

radiográficas actuales es incorrecto.<br />

A la luz <strong>de</strong> estos datos históricos se hace evi<strong>de</strong>nte<br />

que, al menos en materia <strong>de</strong> Radiología, no todo tiempo<br />

pasado fue mejor.<br />

Con esta tecnología primitiva tenían que lidiar a diario<br />

los profesionales <strong>de</strong> la época, nuestro biografiado<br />

entre ellos. Pero, aún así, en 1913, en la revista “Oral<br />

Hygiene”, Raper recomendó a los odontólogos jóvenes<br />

como prioridad el comprar un equipo radiológico,<br />

antes que una vulcanizadora para prótesis <strong>de</strong> caucho<br />

y una máquina para colar, ambas muy en boga entonces.<br />

Y aún antes, en 1909, había instalado un consultorio<br />

<strong>de</strong>dicado exclusivamente a radiografías <strong>de</strong>ntales<br />

y a diagnóstico radiológico.<br />

En 1911, Raper había comenzado a publicar artículos<br />

sobre radiología en la revista “Dental Ítems of<br />

Interest”. Su continuidad en escribir y la fecha temprana<br />

en que empezó a hacerlo aña<strong>de</strong>n méritos a su perfil<br />

profesional, ya que <strong>de</strong>muestran que en él no fue<br />

éste un empeño tardío ni aislado. Dos años más tar<strong>de</strong>,<br />

compiló esos artículos en un libro.<br />

Esa memorable obra:<br />

“Elementary and Dental<br />

Radiology” (Fig. 2) merecería un<br />

estudio en sí misma. Raper la<br />

<strong>de</strong>dicó “con afecto y respeto” y<br />

“como uno <strong>de</strong> sus muchachos” al<br />

Dr. Hunt, el <strong>de</strong>cano que lo había<br />

apoyado y comprendido el valor<br />

<strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as. El propósito <strong>de</strong> su<br />

publicación fue, según palabras<br />

<strong>de</strong>l mismo Raper, “llevar a un uso<br />

más amplio <strong>de</strong> la radiografía por<br />

los odontólogos”. Señaló un hito<br />

en la historia <strong>de</strong> la radiología<br />

<strong>de</strong>nto-máxilo <strong>fa</strong>cial. Fue adoptado<br />

como texto por la A s o c i a c i ó n<br />

Nacional <strong>de</strong> Faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

Odontología <strong>de</strong> los Estados<br />

Unidos, reimpreso dos veces en<br />

1916 y objeto <strong>de</strong> una segunda edición<br />

en 1918, con 500 páginas,<br />

Fig. 2<br />

527 ilustraciones –acreditadas<br />

con gran honestidad por Raper a<br />

sus colaboradores cuando no eran suyas– 64 indicaciones<br />

<strong>de</strong> la radiografía en <strong>odonto</strong>logía y 41 “errores<br />

en la interpretación radiográfica”. Su utilidad se proyecta<br />

incluso al lector <strong>de</strong> hoy y asombra la sentencia<br />

<strong>de</strong>l autor: “El uso <strong>de</strong> la radiología no es una moda<br />

pasajera, es una necesidad si se quiere prestar el<br />

mejor servicio <strong>de</strong>ntal”.<br />

En su libro, Raper citó al pasar que los Dres.<br />

Boe<strong>de</strong>cker habían publicado en “Dental Review” en<br />

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