universidad de buenos a i r e s fa c u ltad de odonto l o g i a

Aún así, el método de Bean para el colado de placas
de aluminio iba a ser un paso esencial en el desarrollo
posterior del proceso de colado odontológico.
Fue el cimiento básico para la invención, en 1907 de
la máquina para colar de Taggart. Además, sus esfuerzos
reforzaron la necesidad de hallar un material para
dentaduras más fuerte y liviano. Esta búsqueda llevaría
más tarde al uso de acero inoxidable, comparativamente
mucho más efectivo.
En otro esfuerzo científico, el Dr. Bean también
inventó un aparato completo para la producción y
administración de gas de óxido nitroso.
Viaje a Euro p a
En el otoño de 1870, a los 36 años, Bean decidió
tomar unas vacaciones de trabajo en Europa.
Deseaba visitar museos científicos y recolectar especímenes
geológicos. Obtuvo una carta de presentación
de la Smithsonian Institution y viajó como su
representante oficial.
Su esposa no tuvo interés en acompañarlo. Ya en
Europa, junto con su socio, el Dr. A. H. Balderston,
visitaron diversos museos. Tras separarse en París,
Bean viajó a Suiza, vía Chamonix, a los pies del
Monte Blanco. Este, la montaña más alta de Europa,
ocupa el rincón noroeste de los Alpes, donde confluyen
las fronteras de Francia, Italia y Suiza. Domina un
paisaje extraordinario, con 71 glaciares y otros 26
picos de más de 4.000 metros de altura. Es bella,
pero amenazante y, hasta cerca del año 1750 se la
llamaba "la montaña maldita". Fue escalada por primera
vez en 1786.
Según los residentes en la zona, sólo nueve personas
habían muerto en ella hasta 1870. Desde 1832,
los científicos habían determinado la velocidad del
movimiento de los glaciares en los Alpes. Así pudieron
predecir con exactitud la fecha de reaparición de los
cuerpos de tres montañistas sepultados por una avalancha,
en la base del glaciar, 41 años después de
perdidos. Los cuerpos se desplazaron seis millas
hacia abajo, con una velocidad de 500 pies por año.
El Dr. Bean podía no haberse propuesto escalar el
Mont Blanc al llegar a Chamonix: sufría de artritis reumatoide
más bien seria y dolores en las piernas. Sin
embargo, luego de contemplarlo desde un pico más
bajo, conoció a un compatriota: John Chace Randall,
apasionado por el Mont Blanc y con grandes conocimientos
teóricos, pero sin experiencia en montañismo.
Él persuadió a Bean para acompañarlo en el ascenso.
Ambos, junto con un clérigo escocés que tampoco
tenía experiencia, tres guías que no eran de los mejores
y cinco porteadores, emprendieron el viaje.
Tras su exitosa ascensión, no pudo verse la cumbre
durante ocho días debido a una aullante ventisca, con
el gran telescopio instalado en la plaza de Chamonix.
Revista del Museo - Año 22 Nº 39 - Diciembre de 2007
Diez días después de su partida, el telescopio reveló
cinco puntos negros sin movimiento, justo debajo de la
cumbre. Eran cuerpos. En los días siguientes se recuperaron
los cadáveres del Dr.. Bean, del clérigo, y de
tres porteadores, helados; no había trazas de los
demás. Más tarde se halló evidencia de que éstos se
habían separado, extraviado y caído del lado italiano
del Mont Blanc.
Durante las tareas de rescate se encontró el diario
del Dr. Bean, que se describió como "uno de los más
patéticos documentos en la historia del montañismo".
Los expedicionarios habían sido sorprendidos por la
terrible tormenta inmediatamente después de llegar a
la cumbre, y perdieron el camino. Sus últimas líneas,
dirigidas a su esposa e hijo, les explicaban que care -
cía de provisiones, estaba exhausto y con los pies
helados. Escribía a su esposa: Moriré en buena fe en
Jesucristo, y con muchos pensamientos en ti y en
Chapin (su hijo). Si perezco, espero que nos encontre -
mos en el Cielo.
Vuestro como siempre, James B. Bean."
P o s t s c r i p t
Al recibir las noticias de la tragedia, Mr. Charles H.
Upton, Cónsul de los Estados Unidos en Ginebra,
viajó a Chamonix, asistió al funeral del Dr. Bean y se
ocupó de sus pertenencias.
La autopsia reveló que tenía el brazo izquierdo roto,
y que su muerte debió haber sido rápida. Fue sepultado
en Chamonix.
Su viuda perdió la razón y falleció poco después. Su
único hijo, Chapin, no vivió más allá de la infancia.
En 1909 y 1910 aparecieron en los glaciares objetos
de los expedicionarios; el último, un hacha para hielo
con el nombre del Dr. Bean en el mango, se halló
recién en 1927.
Los últimos vestigios conocidos del peor desastre
registrado en el Mont Blanc –con once vidas perdidas–
habían tardado 57 años para descender 9.000 pies.
Nunca se encontraron trazas de Randall ni de los cinco
guías faltantes. Aunque el Mont Blanc ha reclamado
relativamente pocas víctimas a través de los años, ninguna
tragedia en él fue más dramática que ésta. Mark
Twain la llamó "una de las calamidades más lamentables
en que ha resultado la disposición de los hombres
a trepar montañas peligrosas."
Pese a su prematura muerte, el Dr. Bean dejó un
impresionante legado a su profesión. Su trabajo pionero
en cirugía bucal y prostodoncia ha llegado a ser
una base durable, tanto para los avances presentes
como los futuros en estas vitales áreas.
Traducción y resumen:
Alfredo José Brezina.
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