universidad de buenos a i r e s fa c u ltad de odonto l o g i a

fundas como para abarcar las coronas de los dientes.
Al ajustarlo, los dientes se ubican en ellas y se mantienen
en posición por la compresión del mentón y un
vendaje occípitofrontal... Su ventaja es su pulcritud; la
facilidad con que permite a los pacientes alimentarse,
su certeza casi total de no desplazarse; y la preservación
del perfecto antagonismo de los dientes, con la
ausencia consecuente de deformidad luego de la reunión
de los huesos.
En su preparación, Bean tomaba una impresión de
cera de un maxilar intacto, e impresiones separadas de
cada porción de un maxilar roto, tan inmediatamente
después de producida la lesión como fuese posible. El
modelo del maxilar intacto se colocaba en el articulador
que había inventado y luego se adaptaban los modelos
del maxilar roto y se fijaban al articulador. De estos
modelos articulados se hacía una férula.
En seis meses se reunieron para su estudio más de
cuarenta casos documentados. ¡Los pacientes tratados
tuvieron una tasa de recuperación fenomenal! Ve i n t e n a s
de soldados confederados heridos que recibieron este
tratamiento se salvaron de la desfiguración, si no de la
m u e r t e .
De resultas de esta innovadora intervención se estableció
en el Atlanta Medical College una guardia especial
para tratar exclusivamente fracturas de los maxilares.
Tras el éxito inicial de Bean, se ordenó a las autoridades
médicas militares enviar todos los casos futuros
de lesiones de los maxilares al Servicio de Bean
en Atlanta; éste trató efectivamente más de cien.
Además, el Cirujano General Confederado, Dr.
Samuel Preston Moore, ordenó a todos los hospitales
militares designar una guardia específicamente para
emplear el aparato de Bean.
Así, a través de los esfuerzos de los Dres. Bean y
Moore la odontología y su especialidad, la cirugía
bucal comenzaron a ser reconocidas y respetadas
como proveedoras legítimas y esenciales de tratamiento
de emergencia, salvador de vidas. Muchos
dentistas de la Guerra Civil, tanto del Norte como del
Sur trabajaron en el frente de batalla y en los hospitales
para aliviar el sufrimiento de los soldados. Pero,
duranto otros 40 a 50 años, ni el Ejército ni la Armada
los aceptaron totalmente. En la década de 1860,
muchos de los 5.000 dentistas de los EE.UU. carecían
de educación formal odontológica. Bean estuvo
entre la minoría que la tenía.
Actividades odontológicas en la posguerr a
Tras la guerra Bean se instaló en Baltimore, donde
llegó a ser un odontólogo privado exitoso económicamente.
En 1866 fue cofundador de la Sociedad Dental
de Maryland y, dos años después, su presidente.
Aún comprometido con la exploración de problemas
técnicos de la odontología, Bean experimentó con el
uso del aluminio como material de base para dentaduras.
Para ese fin se había empleado vulcanita desde
su descubrimiento, en 1851. Pero ahora se requería,
críticamente, un sustituto, por problemas y litigios con
la patente. A medida que aumentaba la necesidad,
Bean trabajaba febrilmente en perfeccionar un método
para colar aluminio.
El 30 de noviembre de 1866 presentó sus investigaciones
a la Asoc. de Dentistas de Maryland, y en 1866
y 1867 publicó su informe y patentó una base dental
de aluminio; pero no pudo eliminar ciertos defectos:
menor adherencia y generalmente más dificultad para
trabajar que el oro o la vulcanita. Además, las dentaduras
de aluminio transmitían el calor de los alimentos
y bebidas directamente a la boca, con la consiguiente
incomodidad.
2 0 Revista del Museo - Año 22 Nº 39 - Diciembre de 2007