Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
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_ Cuando pasaba el tren<br />
por las calles realmente se<br />
extrañaban las personas que<br />
volteaban y lo veían.<br />
El mismo Santa Anna otorgó otra concesión a los hermanos<br />
Mosso para que se trazara la línea de ferrocarril que uniera a Veracruz<br />
con Acapulco (proyecto que hasta la fecha está inconcluso),<br />
y se comenzó el tramo de la ciudad de México hacia Veracruz,<br />
por un lado, y hacia Acapulco por el otro. En 1857 se inicia el<br />
servicio de Tlatelolco a la Villa de Guadalupe con la presencia del<br />
presidente Ignacio Comonfort.<br />
En 1861 el presidente Benito Juárez renueva la concesión a don<br />
Antonio Escandón para unir ambos litorales, pero es realmente el<br />
emperador Maximiliano quien impulsa y da las facilidades necesarias<br />
para la construcción ferroviaria creando la Compañía Imperial<br />
Mexicana. En la época de la restauración de la República<br />
se había completado casi el 60% de la superficie hacia el Golfo de<br />
México, y en 1869 el presidente Juárez puso en marcha casi todos<br />
sus tramos, pero es hasta enero de 1873 cuando el presidente Sebastián<br />
Lerdo de Tejada inaugura, con toda solemnidad, el tramo<br />
completo, haciendo el viaje en ferrocarril con una gran comitiva<br />
y un mareo extremo.<br />
La explotación comercial de los ferrocarriles se inició al mes<br />
siguiente con un portento de ingeniería que incluía diez viaductos,<br />
148 puentes y 30 estaciones sin terminar a excepción de la de<br />
Puebla (la de Buenavista y Veracruz se comenzaron en 1873, y es<br />
hasta 1906 cuando todas las estaciones se concluyeron). México<br />
entraba así a la modernidad, con 36 años de retraso (1837-1873)<br />
con el denominado Ferrocarril Mexicano.<br />
A finales de 1876 asume por primera vez el cargo de Presidente<br />
de la República el general Porfirio Díaz Mori. Él y su ministro<br />
de Fomento, el también general Vicente Riva Palacio, fueron dos<br />
entusiastas convencidos de que el progreso llegaría a México por<br />
medio del ferrocarril, el telégrafo y la energía eléctrica. Así, en<br />
1877 se otorgan las primeras concesiones a inversionistas mexicanos,<br />
se comunica a las ciudades de Toluca, Guanajuato, Oaxaca,<br />
Celaya, León, Salamanca, Irapuato, Cuautla, Cuernavaca, Lagos,<br />
Aguascalientes, y en la Península de Yucatán se comienza a conectar<br />
desde Mérida a poblados cercanos y se tiene línea hasta Campeche.<br />
Poco a poco el territorio nacional quedaba comunicado.<br />
Al terminar el primer periodo presidencial del general Porfirio<br />
Díaz se otorga la primera concesión a inversionistas estadounidenses.<br />
Se crea la empresa Ferrocarril Central Mexicano en<br />
septiembre de 1880 con sede en Boston, para construir una línea<br />
de vía ancha desde Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) hacia<br />
el sur, así como el ferrocarril que conectaría Guadalajara con la<br />
ciudad capital. Ese mismo año se otorgó una concesión a otra<br />
empresa fundada en Denver, Colorado, denominada Compañía<br />
Constructora Nacional, que se encargaría de los tramos de Manzanillo<br />
a Morelia. Finalmente también se otorgó otra concesión a<br />
una tercera empresa, la Compañía de Fierro Nacional Mexicana<br />
Tren Ejecutivo<br />
KCSM. Fotografía:<br />
Cortesía de Kansas<br />
City Southern de<br />
México.<br />
(ésta y la Compañía Constructora Nacional se fusionarían más<br />
tarde), que tenía el tramo de Nuevo Laredo a la capital del país.<br />
Se construyó también una estación en San Lázaro en la ciudad<br />
de México, cuya concesión fue otorgada a don Delfín Sánchez,<br />
yerno de Benito Juárez.<br />
La línea ferroviaria de México a Teotihuacán fue iniciada en<br />
1892, cuando el presidente Díaz dio impulso a las expediciones<br />
arqueológicas y se recorrió buena parte del centro del país para<br />
descubrir el pasado indígena enterrado por los conquistadores a<br />
su paso. En 1895 se llevó a cabo la XI Reunión del Congreso de<br />
Americanistas, motivo por el cual el Presidente obsequió a los<br />
participantes con un viaje precisamente a la zona arqueológica.<br />
La excursión partió muy temprano desde la recién construida<br />
estación de Buenavista, ubicada cerca del nuevo y lujoso barrio<br />
de Santa María la Ribera (al lado del Río Consulado) a donde se<br />
habían mudado algunos de los ricos del momento.<br />
Antes de comentar mi interesante viaje en tren a la zona arqueológica<br />
de Teotihuacán, he querido ofrecer a los lectores estos<br />
antecedentes históricos, y, para concluirlos, únicamente añadiré<br />
que el ferrocarril va de la mano del progreso en todas las economías<br />
y que México no debería estar tan rezagado en ello. Cuando<br />
se nacionalizan las empresas y pasan a ser del Estado mexicano<br />
se deja de invertir. Sólo hay que imaginar cómo sería México si<br />
contáramos con una red ferroviaria de pasajeros, con trenes de alta<br />
velocidad que unieran nuestros principales destinos. Es deseable y<br />
muy necesario que esto ocurra.<br />
En nuestro país, ya hay participación privada desde 1997 en ferrocarriles<br />
de carga, no así de pasajeros porque simplemente no los<br />
tenemos, a excepción de las líneas turísticas del Expreso Maya, el de<br />
Tequila (que comentaremos en una siguiente entrega), el de la Sierra<br />
Tarahumara y éste, que ahora me ocupa, a la Ciudad de los Dioses.<br />
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