Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias

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14.11.2014 Views

Roberto Sánchez de la Vara_Coordinador de Posgrados en Negocios del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. IBERO el viajero ilustrado_ 46 Viaje en tren a Teotihuacán_ Foto: Corbis Antecedentes históricos Por decreto del 22 de agosto de 1837 el general Anastasio Bustamante, en su segundo período como Presidente de la República Mexicana, otorgó al acaudalado comerciante veracruzano, don Francisco de Arrillaga el privilegio de establecer un “camino de hierro” de dos carriles desde el puerto de Veracruz a la ciudad capital con un ramal a la ciudad de Puebla, por un término de 30 años (hay que recordar que el primer ferrocarril se construyó en 1830 entre Manchester y Liverpool en el Reino Unido). El decreto establecía un total de doce años de plazo para la construcción y puesta en marcha del moderno proyecto. Sin embargo, en dicho tiempo no se construyó nada por lo que la concesión se declaró sin validez alguna quedando como un mero intento. El presidente Antonio López de Santa Anna vio una oportunidad de negocio personal en la construcción del ferrocarril y así en 1842 firmó un decreto para el tendido de la vía férrea de Perote (casualmente a una de sus propiedades, el rancho de El Lancero, hoy museo y donde a mitad del siglo pasado nuestro país diera hospedaje a la Premio Nobel de Literatura, la chilena Gabriela Mistral) a Veracruz. Sin embargo la construcción sólo avanzó siete kilómetros, antes de la primera invasión de los Estados Unidos a nuestro país. Para 1850 la vía tenía una extensión de 13 kilómetros, mismos que fueron solemnemente inaugurados el 16 de septiembre de 1850, aunque el servicio al público se inició dos semanas después. Foto: Corbis

_ Cuando pasaba el tren por las calles realmente se extrañaban las personas que volteaban y lo veían. El mismo Santa Anna otorgó otra concesión a los hermanos Mosso para que se trazara la línea de ferrocarril que uniera a Veracruz con Acapulco (proyecto que hasta la fecha está inconcluso), y se comenzó el tramo de la ciudad de México hacia Veracruz, por un lado, y hacia Acapulco por el otro. En 1857 se inicia el servicio de Tlatelolco a la Villa de Guadalupe con la presencia del presidente Ignacio Comonfort. En 1861 el presidente Benito Juárez renueva la concesión a don Antonio Escandón para unir ambos litorales, pero es realmente el emperador Maximiliano quien impulsa y da las facilidades necesarias para la construcción ferroviaria creando la Compañía Imperial Mexicana. En la época de la restauración de la República se había completado casi el 60% de la superficie hacia el Golfo de México, y en 1869 el presidente Juárez puso en marcha casi todos sus tramos, pero es hasta enero de 1873 cuando el presidente Sebastián Lerdo de Tejada inaugura, con toda solemnidad, el tramo completo, haciendo el viaje en ferrocarril con una gran comitiva y un mareo extremo. La explotación comercial de los ferrocarriles se inició al mes siguiente con un portento de ingeniería que incluía diez viaductos, 148 puentes y 30 estaciones sin terminar a excepción de la de Puebla (la de Buenavista y Veracruz se comenzaron en 1873, y es hasta 1906 cuando todas las estaciones se concluyeron). México entraba así a la modernidad, con 36 años de retraso (1837-1873) con el denominado Ferrocarril Mexicano. A finales de 1876 asume por primera vez el cargo de Presidente de la República el general Porfirio Díaz Mori. Él y su ministro de Fomento, el también general Vicente Riva Palacio, fueron dos entusiastas convencidos de que el progreso llegaría a México por medio del ferrocarril, el telégrafo y la energía eléctrica. Así, en 1877 se otorgan las primeras concesiones a inversionistas mexicanos, se comunica a las ciudades de Toluca, Guanajuato, Oaxaca, Celaya, León, Salamanca, Irapuato, Cuautla, Cuernavaca, Lagos, Aguascalientes, y en la Península de Yucatán se comienza a conectar desde Mérida a poblados cercanos y se tiene línea hasta Campeche. Poco a poco el territorio nacional quedaba comunicado. Al terminar el primer periodo presidencial del general Porfirio Díaz se otorga la primera concesión a inversionistas estadounidenses. Se crea la empresa Ferrocarril Central Mexicano en septiembre de 1880 con sede en Boston, para construir una línea de vía ancha desde Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) hacia el sur, así como el ferrocarril que conectaría Guadalajara con la ciudad capital. Ese mismo año se otorgó una concesión a otra empresa fundada en Denver, Colorado, denominada Compañía Constructora Nacional, que se encargaría de los tramos de Manzanillo a Morelia. Finalmente también se otorgó otra concesión a una tercera empresa, la Compañía de Fierro Nacional Mexicana Tren Ejecutivo KCSM. Fotografía: Cortesía de Kansas City Southern de México. (ésta y la Compañía Constructora Nacional se fusionarían más tarde), que tenía el tramo de Nuevo Laredo a la capital del país. Se construyó también una estación en San Lázaro en la ciudad de México, cuya concesión fue otorgada a don Delfín Sánchez, yerno de Benito Juárez. La línea ferroviaria de México a Teotihuacán fue iniciada en 1892, cuando el presidente Díaz dio impulso a las expediciones arqueológicas y se recorrió buena parte del centro del país para descubrir el pasado indígena enterrado por los conquistadores a su paso. En 1895 se llevó a cabo la XI Reunión del Congreso de Americanistas, motivo por el cual el Presidente obsequió a los participantes con un viaje precisamente a la zona arqueológica. La excursión partió muy temprano desde la recién construida estación de Buenavista, ubicada cerca del nuevo y lujoso barrio de Santa María la Ribera (al lado del Río Consulado) a donde se habían mudado algunos de los ricos del momento. Antes de comentar mi interesante viaje en tren a la zona arqueológica de Teotihuacán, he querido ofrecer a los lectores estos antecedentes históricos, y, para concluirlos, únicamente añadiré que el ferrocarril va de la mano del progreso en todas las economías y que México no debería estar tan rezagado en ello. Cuando se nacionalizan las empresas y pasan a ser del Estado mexicano se deja de invertir. Sólo hay que imaginar cómo sería México si contáramos con una red ferroviaria de pasajeros, con trenes de alta velocidad que unieran nuestros principales destinos. Es deseable y muy necesario que esto ocurra. En nuestro país, ya hay participación privada desde 1997 en ferrocarriles de carga, no así de pasajeros porque simplemente no los tenemos, a excepción de las líneas turísticas del Expreso Maya, el de Tequila (que comentaremos en una siguiente entrega), el de la Sierra Tarahumara y éste, que ahora me ocupa, a la Ciudad de los Dioses. 47

Roberto Sánchez de la Vara_Coordinador de Posgrados en<br />

Negocios del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad<br />

Iberoamericana Ciudad de México.<br />

IBERO el viajero ilustrado_<br />

46<br />

Viaje en tren a<br />

Teotihuacán_<br />

Foto: Corbis<br />

Antecedentes históricos<br />

Por decreto del 22 de agosto de 1837 el general Anastasio Bustamante,<br />

en su segundo período como Presidente de la República<br />

Mexicana, otorgó al acaudalado comerciante veracruzano, don<br />

Francisco de Arrillaga el privilegio de establecer un “camino de<br />

hierro” de dos carriles desde el puerto de Veracruz a la ciudad<br />

capital con un ramal a la ciudad de Puebla, por un término de<br />

30 años (hay que recordar que el primer ferrocarril se construyó<br />

en 1830 entre Manchester y Liverpool en el Reino Unido). El<br />

decreto establecía un total de doce años de plazo para la construcción<br />

y puesta en marcha del moderno proyecto. Sin embargo,<br />

en dicho tiempo no se construyó nada por lo que la concesión<br />

se declaró sin validez alguna quedando como un mero intento.<br />

El presidente Antonio López de Santa Anna vio una oportunidad<br />

de negocio personal en la construcción del ferrocarril y así en 1842<br />

firmó un decreto para el tendido de la vía férrea de Perote (casualmente<br />

a una de sus propiedades, el rancho de El Lancero, hoy museo<br />

y donde a mitad del siglo pasado nuestro país diera hospedaje a la<br />

Premio Nobel de Literatura, la chilena Gabriela Mistral) a Veracruz.<br />

Sin embargo la construcción sólo avanzó siete kilómetros, antes de<br />

la primera invasión de los Estados Unidos a nuestro país. Para 1850<br />

la vía tenía una extensión de 13 kilómetros, mismos que fueron<br />

solemnemente inaugurados el 16 de septiembre de 1850, aunque<br />

el servicio al público se inició dos semanas después.<br />

Foto: Corbis

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