Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Jorge Ibargüengoitia. Dibujo de Rogelio Naranjo.<br />
_Jorge Ibargüengoitia encarna<br />
la frase del escritor francés<br />
Jules Renard: “El humorista es<br />
un hombre de buen mal humor”.<br />
“Periñón descolgó la imagen de la Virgen Prieta que estaba en<br />
el cuadrante, arrancó tres palos del bastidor y amarró el cuadro a<br />
una lanza, convirtiéndola en estandarte.<br />
“—Esta será nuestra bandera —dijo— y con ella venceremos.<br />
“Cuando la iglesia se llenó, salió el presbítero y gritó:<br />
“—¡Viva México! ¡Viva la Independencia! ¡Viva la Virgen Prieta!<br />
“El pueblo le contestó:<br />
“—¡Viva el señor cura Periñón!<br />
“Ni él gritó ‘¡vamos a matar españoles!’ ni matamos a ninguno<br />
aquella noche. Periñón abrió una barrica del vino que él mismo<br />
hacía y nos dio a probar. Estaba agrio. Después dispuso guardias y<br />
nos fuimos a dormir”. (Los pasos de López.)<br />
Respecto a si sus textos eran humorísticos o no, el propio Ibargüengoitia<br />
escribió un artículo en Excélsior que tituló “¿Usted<br />
también escribe?”: “Los artículos que escribí son los únicos que<br />
puedo escribir; si son ingeniosos es porque tengo ingenio, si son<br />
arbitrarios es porque soy arbitrario, y si son humorísticos es porque<br />
así veo las cosas. Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es<br />
un cándido, y quien creyó que todo fue en broma, es un imbécil”.<br />
Aquí me parece está la clave del humor autonegado de Ibargüengoitia.<br />
Veo en él a un hombre cuya lucidez extrema hace<br />
refulgir la estupidez del mundo tanto que lo deslumbra, le molesta.<br />
Jorge Ibargüengoitia encarna la frase del escritor francés Jules<br />
Renard: “El humorista es un hombre de buen mal humor”.<br />
Un ejemplo de esto es la famosa conferencia del ciclo “Los narradores<br />
ante el público”, celebrada en la sala Manuel M. Ponce<br />
del Palacio de Bellas Artes, el 12 de agosto de 1966, y organizado<br />
por el INBA, donde Ibargüengoitia aclaró que iba a responder a<br />
tres preguntas que él mismo se haría porque “creía que el público<br />
era incapaz de hacer preguntas atinadas”, hecho que confirmó<br />
poco más tarde:<br />
“Un joven que estaba en primera fila: Quiero hacer una crítica<br />
de su novela y de lo que usted nos acaba de decir. Sus intereses son<br />
completamente egoístas; usted sólo piensa en sí mismo. Ha escrito<br />
una novela sólo para divertirse. Yo creo que un escritor que no se<br />
interesa en los problemas de su época está condenado al fracaso. Su<br />
novela está destinada a quedarse en el cuarto de los cachivaches.<br />
“El conferenciante: (Haciendo a un lado la circunstancia de que aquello<br />
no era una pregunta): Dígame una cosa, ¿ha leído usted mi novela?<br />
“El joven que estaba en primera fila: No.<br />
“El conferenciante: Si no ha leído mi novela, no ha entendido<br />
nada de lo que he dicho en mi conferencia. Sepa usted que mi<br />
novela ha ganado un premio internacional, ha tenido una edición<br />
cubana de 10,000 ejemplares, una edición mexicana de 4,000<br />
ejemplares, ha sido publicada en forma condensada en una revista<br />
que tira 80,000 ejemplares, ha sido traducida al checo, al rumano<br />
y al polaco, así que no se puede decir de ella que esté entre los<br />
cachivaches y si puede interesarle a un polaco es porque refleja<br />
algunos de los problemas de nuestra época.”<br />
Acerca del mal humor de Ibargüengoitia, su esposa, la pintora<br />
Joy Laville, declaró que “no era sarcástico, pero si algo no le gustó,<br />
lo dijo, ya que era crítico y su crítica le permitía jugar con el<br />
absurdo. Él era muy directo, por eso mismo tenía reputación de<br />
tener mal humor, pero esto es una mentira, él era muy alegre”. (La<br />
Jornada Semanal, diciembre de 2008).<br />
En el número 100 de la revista Vuelta, Jorge Ibargüengoitia le<br />
dedica a Joy Laville un texto llamado “Mujer pintando en cuarto<br />
azul”. Tras comentar las vicisitudes ante las que se enfrentó la pintora<br />
para encontrar materiales para pintar en Londres y cómo fueron<br />
empacados sus lienzos para regresar a México, Ibargüengoitia hace<br />
un descubrimiento con el que quisiera redondear este breve texto:<br />
“Cuando regresamos a México, mi mujer pospuso durante semanas<br />
el momento de abrir la caja de los guaches y desenrollar las<br />
pinturas. Por fin, un día se hizo de ánimo, yo cogí un desarmador,<br />
subimos al estudio y abrimos la caja de madera.<br />
“No podíamos creer lo que veíamos: los colores oscuros, confusos,<br />
que habíamos visto en la luz invernal del semisótano londinense,<br />
eran vivos, definidos y alegres en el estudio de Coyoacán. Lo<br />
que ella había hecho en Londres había resultado un experimento<br />
exitoso. Con los cuadros de Roquetas pasó algo semejante: lo que<br />
parecía aspereza a secas de la tela le dio al color una profundidad<br />
que los pintores muchas veces buscan y rara vez obtienen.<br />
Me quedé pensando: el pintor, lo mismo que el escritor, no sabe<br />
lo que hizo hasta que es demasiado tarde”.<br />
45