Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
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IBEROtrivium_prosa poética<br />
42<br />
Mariana<br />
Bernárdez_Poeta y<br />
ensayista, realizó estudios de<br />
posgrado en Letras Modernas<br />
y en Filosofía en la Universidad<br />
Iberoamericana Ciudad de<br />
México. Sus más recientes<br />
libros publicados en poesía son<br />
Trazos de esgrima (<strong>Ediciones</strong><br />
Sin Nombre/UAM, 2011) y<br />
Don del recuento (Parentalia,<br />
2012), y en ensayo: Sendas<br />
del olivo (<strong>Ediciones</strong> Coyoacán,<br />
2011) y Después de los mares<br />
(Instituto Mexiquense de<br />
Cultura, 2012), ganador de<br />
la convocatoria abierta en el<br />
género de ensayo.<br />
El león con ojos<br />
de fuego_<br />
La letra oscura, la perdida por los tiempos y la siempre<br />
buscada por alquimistas y hieráticos de las tradiciones<br />
herméticas; la que abre las puertas del templo aún<br />
vedadas para el políglota iniciado en el misterio de la<br />
creación; la inexistente por no habérsele nunca pronunciado<br />
aunque oville la vocal con la consonante y esconda su<br />
paso en el detrás de la palabra pronunciada. Ésa.<br />
Se aduce que es velada por mecanismos diversos a la razón, pero<br />
de ser cierto, alguna naturaleza intrínseca habrá de personificar,<br />
más allá de una pura negatividad. Otros le refieren la capacidad de<br />
atar y desatar los vericuetos de la memoria. Quizá su falta derive<br />
en la demencia que sobreviene cuando el anhelo de lo justo es<br />
un exceso.<br />
Poco se sabe, por no decir que su posibilidad es acechada por la<br />
charlatanería y las prohibiciones que alejan el alma de la superstición.<br />
A veces, se le adivina en el crepitar de la madera o en el rastro<br />
del agua sobre la piedra, seduce en su forma y los heridos por el<br />
amor la invocan para sanar su carencia; pero ella, no da testimonio<br />
de su hálito, murmura con voz entrecortada durante el sueño o la<br />
duermevela, y tiene a buen recaudo que nada permanezca de su<br />
marcha, salvo la sospecha que arremete contra aquellos, quienes<br />
brillados por su azar, manifiestan la enfermedad virulenta de la<br />
melancolía negra, o los que azuzados creen haber descendido a los<br />
infiernos tras los acordes de Orfeo.<br />
Letra, por no decir “voz”, que insufla su caudal y deja una luminosidad<br />
confusa, por lo que también se le conoce como “la<br />
siempre pura”. Otra historia que la ronda le aduce como origen<br />
haberse desprendido del árbol sefirotal, sino rama quizá hoja…,<br />
se dice que gracias a su evanescencia los ojos entreverados en el<br />
texto conservan su velo.<br />
Entonces, no es una letra ni es una línea, sino un enigma que<br />
hilvana el límite del silencio: no es la pausa ni su blanco, no es el<br />
nombre ni el deseo por el que es invocada, pero los síntomas de su<br />
aparición son innegables: no es el trastabille ni las ideas deshiladas,<br />
no es la neblina ni el gemido que se arropa tras sus pliegues, es<br />
la virulencia que deja el rastro interminable del abandono y una<br />
fiebre tenue que acompaña por días como si el sol hubiera sido<br />
engullido por el doliente.