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Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias

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_Carmen se casó, aquí en la ciudad de México,<br />

a principios de los años veinte con el poeta<br />

asturiano Alfonso Camín (1890-1982, a quien<br />

recordamos especialmente por el poema “Aguafuerte”<br />

que le dedicara López Velarde y por ser el autor<br />

del poema “Macorina” que muchos años después<br />

popularizara con tanto éxito Chavela Vargas.<br />

Julio Romero de<br />

Torres. El cohete,<br />

1931. Modelo: Carmen<br />

Gabucio.<br />

La construcción del pesebre con ramas y enredaderas siempre<br />

estuvo presente en la arquitectura navideña de Pellicer. La repetición<br />

de los dos versos finales de la primera cuarteta, justamente<br />

para cerrar el soneto, nos dicen que a sus diecisiete años, Pellicer<br />

conocía y releía la obra de Díaz Mirón. Pero queda otro detalle: la<br />

persona a quien está dedicado el soneto. El poco común apellido<br />

—Gabucio— quedó en mi memoria en espera de algo, de alguna<br />

pista que encadenara y desencadenara otros recuerdos.<br />

Años después, al visitar el museo de Julio Romero de Torres, en<br />

Córdoba, España, encuentro que la placa de la entrada agradece<br />

a su viuda —Francisca Pellicer— la donación de la gran casa y<br />

colección que ahí se expone. Sonrisa por el encuentro de una<br />

“pariente”, casada con el gran pintor y nada más. Al salir, compro<br />

un libro, ni tan voluminoso ni tan caro, para cargarlo el resto del<br />

viaje y poder disfrutar en calma las reproducciones.<br />

En efecto, algún día reviso el libro y, de pronto, en las notas de uno<br />

de los cuadros leo que la modelo que ahí aparece se llama Carmen<br />

Gabucio. Hay mas información: Carmen Gabucio era “mejicana”<br />

y fue tan admirada por el pintor, que entre los cuadros que pintó<br />

de ella como modelo está nada menos que el de La Virgen de los<br />

Faroles, que por muchos años se exhibió en un nicho sobre el muro<br />

norte exterior de la Mezquita-Catedral, para el homenaje diario<br />

de los feligreses que lo mantenían entre flores y veladoras.<br />

Por las fechas de poema y cuadros, Carmen y Ana María pudieran<br />

ser hermanas. Algún otro día, cuando mi relación con la<br />

computadora es menos distante, decido buscar los nombres clave:<br />

Julio Romero de Torres y Carmen Gabucio. En el primero encuentro<br />

pocas sorpresas, pero en el segundo aparece el cofre del<br />

tesoro, bajo el nombre del autor del artículo: Benjamín Flores<br />

Hernández, descendiente de la familia Gabucio, catedrático de<br />

la Universidad de Aguascalientes, quien asistió o mandó un recuento<br />

sobre su familia al Simposio de América Latina y España<br />

celebrado en las Islas Azores el año de 2002.<br />

La primera sorpresa de tantas fue confirmar que Ana María y<br />

Carmen sí fueron hermanas, hijas de don Manuel Gabucio y doña<br />

Berta Sánchez Mármol. Mientras don Manuel fue tipógrafo, maderero<br />

y naviero hasta acabar en la ruina por sus malos negocios,<br />

doña Berta, luego de procrear diez hijos y enviudar, tuvo ánimo<br />

para venir a la ciudad de México e inscribirse en la Escuela de<br />

Altos Estudios de la Universidad. Por su amistad con José María<br />

Pino Suárez conoce a don Francisco I. Madero y participa activamente<br />

en su gobierno. (Fue nombrada por Madero directora de<br />

la Escuela Josefa Ortiz de Domínguez.)<br />

Vale la pena recordar que su padre, don Manuel Sánchez Mármol,<br />

fue un distinguido intelectual tabasqueño, director fundador<br />

del Instituto Juárez. Y, en el terreno familiar, recordar que otra hija<br />

de don Manuel —Consuelo— se casó con mi tío abuelo Tomás<br />

Pellicer Marchena. Así que los Gabucio resultan ser nuestros parientes<br />

indirectos y por esto, el joven poeta Pellicer habrá querido<br />

y admirado a su prima Ana María.<br />

Otra pieza del rompecabezas queda al descubierto, al leer que<br />

Ana María fue la primera reina de la Asociación Nacional de<br />

Charros, probable iniciadora de la suerte ecuestre conocida como<br />

“la escaramuza”. Aunque no encuentro fotografías, imagino la figura<br />

de una mujer guapa y atractiva. Pero queda Carmen Gabucio<br />

Sánchez Mármol que tiene, como digna modelo de Romero de<br />

Torres, una inquietante belleza.<br />

Carmen nació en 1902, en Palma de Mallorca, de donde era<br />

originario su padre y donde pasó dos temporadas la familia. Por<br />

extrañas razones vivió su primera infancia en Palma, hasta que<br />

regresó, sola, a Tabasco, en 1909. Siempre guardó especial cariño<br />

por su ascendencia balear.<br />

Carmen se casó, aquí en la ciudad de México, a principios de los<br />

años veinte con el poeta asturiano Alfonso Camín (1890-1982).<br />

Este desigual poeta viajó y vivió desde su juventud por las islas y<br />

tierra firme del Caribe. Lo recordamos especialmente por el poema<br />

“Aguafuerte” que le dedicara López Velarde y por ser el autor<br />

del poema “Macorina” que muchos años después popularizara<br />

con tanto éxito Chavela Vargas.<br />

El matrimonio de Carmen y Alfonso tuvo un solo hijo —Manuel—<br />

y pronto acabó en divorcio. Carmen regresó a España en<br />

1925 y, sin saber qué hacer con su belleza, ingresó como corista al<br />

célebre teatro Apolo de Madrid. Ahí, por una compañera amante<br />

de José Antonio Primo de Rivera llegó a conocer al pintor Romero<br />

de Torres. Así las cosas, cuando la insurrección franquista<br />

desata la guerra, Carmen está claramente identificada con los<br />

golpistas. Parece ser que su simpatía por el movimiento falangista<br />

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