Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
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galería_homenaje<br />
IBERO<br />
36<br />
Pasión, 1998.<br />
¿Cómo se relaciona la música con su pintura?<br />
Cuando encerré mi violín en su estuche (léase sarcófago), caí<br />
en una cierta depresión. Me entró una gran tristeza por todas esas<br />
tarde luminosas en las que estuve practicando el violín, pues sentí<br />
que había desperdiciado mi existencia. Con el tiempo descubrí<br />
que eso fue lo más importante que hice: no aprendí a tocar bien el<br />
violín, pero aprendí armonía: armonía para ver la vida, el tiempo,<br />
la muerte, el color, y sobre todo la relación de las emociones con<br />
los colores. Hoy sé que todas mis experiencias con la música —a<br />
la que sigo amando profundamente— tienen que ver de algún<br />
modo con mi búsqueda en los colores.<br />
¿Es la emoción lo más importante en el arte?<br />
Todo el arte tiene que ver con las emociones. Unas entran por<br />
los ojos, otras por los oídos, otras van directo al corazón por el<br />
ombligo. Hace poco, con un querido amigo mutuo, Bruno Estañol,<br />
al que respeto de la cabeza a los pies y a quien considero uno<br />
de los hombres más inteligentes de México, coincidimos en un<br />
concierto en la Sala Nezahualcóyotl, y después nos fuimos a cenar.<br />
A la hora del café me preguntó: “¿Qué te pareció el concierto?”<br />
Le dije: “Mira, Bruno, esa sinfonía de Mendelssohn obviamente<br />
_Hoy inclusive disfruto<br />
profundamente repintar cuadros y<br />
añadir esa bruma o ese claro de luna<br />
que les faltaban o ese chispazo que<br />
en un principio no surgió.<br />
la escribió un gran músico, pero su Concierto para violín y orquesta<br />
Opus 64 en mi menor lo escribió un ángel. Hay una enorme<br />
distancia. Ese concierto para violín te captura desde los primeros<br />
tres compases y no te suelta hasta el final”. Se quedó callado un<br />
momento, y luego me dijo: “Y esto que acabas de expresar, ¿en<br />
qué forma te afecta?”. “Me afecta —le dije— en que yo ya acepto<br />
no saber si un cuadro es bueno o es malo, si una sinfonía es buena<br />
o es mala, pero lo que sí sé es si me emociona o no me emociona,<br />
y si un cuadro que yo pinto no me emociona no lo firmo, porque<br />
si no me emociona a mí no tiene por qué emocionar a nadie<br />
más”. Ésta fue como una iluminación en mi forma de ver el arte,<br />
y la descubrí justamente al conversar con Bruno Estañol. Hay manifestaciones<br />
plásticas sorprendentes que puedo reconocer como