Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias
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IBEROdiálogo <strong>intercultural</strong>_examen<br />
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Cuando se habla de democracia normalmente se hace referencia<br />
a la forma en que las autoridades llegan al poder<br />
o bien en la manera en la que se conducen una vez que<br />
comienzan a ejercer sus funciones. De acuerdo con lo<br />
anterior, un régimen político será más o menos democrático<br />
si hay un proceso electoral creíble y transparente por medio del<br />
que se decida quién debe gobernar, y si además en el ejercicio de sus<br />
facultades la autoridad es respetuosa de los derechos de las personas<br />
que viven en un determinado territorio. Por el contrario, si se llega al<br />
poder mediante fraudes y maquinaciones, o bien si se ejerce en franca<br />
violación de los derechos humanos, entonces no se podrá decir que un<br />
régimen político es democrático. Todo eso forma parte ya del sentido<br />
básico compartido por millones de personas en el mundo acerca de la<br />
democracia 1 . Nadie duda que el sistema democrático requiere, cuando<br />
menos, elecciones confiables y respeto a los derechos humanos 2 .<br />
Ahora bien, eso tiene que ver fundamentalmente con los partidos<br />
políticos y con las autoridades, pero ¿qué sucede cuando son los propios<br />
ciudadanos los que no tienen demasiado aprecio por los derechos<br />
humanos? ¿Se puede construir una democracia sin demócratas?<br />
¿Qué solidez puede tener un sistema político en el que un porcentaje<br />
importante de ciudadanos tiene ideas francamente regresivas y contrarias<br />
a los derechos humanos?<br />
El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM levantó en el<br />
año 2003 la primera Encuesta sobre Cultura Constitucional en nuestro<br />
país 3 , obteniendo resultados tan interesantes como dramáticos; en<br />
esa ocasión se hicieron entrevistas de fondo a 1,794 personas mayores<br />
de 15 años, la mitad hombres y la mitad mujeres.<br />
En el año 2011 se hizo el segundo ejercicio del mismo tipo y, de<br />
nuevo, el ejercicio arrojó resultados que nos ofrecen un marco excepcional<br />
de comprensión no solamente de nuestro sistema constitucional,<br />
sino sobre todo de nuestras propias expectativas y limitaciones en<br />
cuanto al papel de ciudadanos que cada uno de nosotros debe asumir.<br />
En esta segunda ocasión se aplicaron 2,208 cuestionarios en vivienda,<br />
siguiendo una metodología científica que permitiera cubrir todo el<br />
territorio nacional y que tuviera en cuenta variables socioeconómicas<br />
que evitaran obtener información sesgada 4 .<br />
Voy a comentar enseguida algunos datos concretos, pero adelanto<br />
una posible conclusión: nos gusta quejarnos de lo mal que lo hacen<br />
Miguel Carbonell_Licenciado en Derecho por la UNAM y doctor en Derecho por la Universidad<br />
Complutense de Madrid. Es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y coordinador<br />
del Área de Derecho Constitucional y de la Unidad de Extensión Académica y Proyectos Editoriales<br />
del mismo instituto. Es autor y coordinador de una amplia bibliografía sobre su especialidad, en la cual<br />
destacan los títulos Cartas a un estudiante de derecho, Los derechos fundamentales en América Latina,<br />
Los juicios orales en México, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos comentada, Los<br />
derechos fundamentales en México y El canon neoconstitucional, este último en coautoría con Leonardo<br />
García Jaramillo y publicado en España por la prestigiada Editorial Trotta.<br />
Construyamos una<br />
ciudadanía democrática<br />
y comprometida_<br />
nuestros gobernantes, pero no se observa que la ciudadanía sea un<br />
portento de virtudes ni que esté dispuesta a participar directamente<br />
en la construcción de la democracia constitucional mexicana. Sin<br />
duda hay un déficit de talento gubernativo, pero también hace falta<br />
una ciudadanía más crítica y participativa.<br />
De hecho, hay actitudes francamente regresivas y autoritarias entre<br />
los ciudadanos del país, algunas de ellas con probabilidad son producto<br />
de la inaudita ola de violencia que hemos sufrido en los años recientes<br />
y que ha dado como resultado una muy extendida sensación de<br />
inseguridad (además de miles y miles de muertos, como se sabe). En<br />
todo caso, los datos disponibles nos advierten la necesidad ineludible y<br />
urgente de construir una ciudadanía mucho más robusta, que se comprometa<br />
a fondo con la construcción de la democracia y que asuma<br />
a los derechos humanos como el parámetro de la vida civilizada. Sin<br />
esa calidad de ciudadanía la democracia mexicana no va a poder salir<br />
del estado de permanente precariedad en el que lleva años instalada.<br />
Un primer dato, que podría suscitar diversas reflexiones: cuando<br />
se les pregunta a las personas si les interesan los asuntos públicos el<br />
resultado es decepcionante. Un 30% dice que se interesa poco y un<br />
18% que no se interesa nada. Solamente un 13% afirma estar muy<br />
interesado en los asuntos públicos.<br />
A la luz de los datos anteriores, no resulta sorprendente que al 49%<br />
no le interesen los asuntos que se discuten en el Congreso de la Unión.<br />
Esto demuestra el profundo desapego de una parte de la población<br />
respecto a sus representantes. Es posible que muchos mexicanos no<br />
se sientan bien representados, aunque también resulta probable que<br />
muchos no puedan seguir con facilidad los debates congresionales,<br />
debido a que muchas veces en ellos se utiliza un lenguaje excesivamente<br />
técnico o se tratan asuntos muy específicos que les resultan<br />
ajenos a la mayor parte de la población.<br />
Como sea, el hecho de que a la mitad de la población simplemente<br />
no le interese lo que se discute en el Congreso supone, de por sí, una<br />
fuerte llamada de atención respecto al funcionamiento de la democracia<br />
mexicana.<br />
Otro dato para la reflexión: la encuesta que estamos comentando<br />
nos indica que para el 59% de los mexicanos, la obediencia y el respeto<br />
a la autoridad son los valores más importantes que un niño debe<br />
aprender. No cabe duda que el cumplimiento de las reglas sociales,