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Diálogo intercultural - Ediciones Universitarias

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IBEROdiálogo <strong>intercultural</strong>_examen<br />

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por los hablantes de la lengua en cuestión como consecuencia<br />

de revelaciones o inspiraciones divinas. Versan generalmente sobre<br />

los orígenes de los dioses, el mundo, los seres humanos y de cuanto<br />

existe en la tierra, el cielo y el inframundo; en suma, cuanto<br />

abarca la cosmovisión de un pueblo.<br />

Tales creaciones literarias, unas veces asumen la forma, de cantos<br />

o himnos sagrados, o de grandes poemas épicos, poesía, plegarias,<br />

discursos y narraciones sobre aconteceres pasados o presentes y<br />

aun con lo que está por venir.<br />

Todo esto cambia tan sólo cuando todas esas expresiones textualizadas<br />

se han reiterado incontables veces y la comunidad da<br />

el paso que lleva a la invención o adopción de una escritura que<br />

puede ser ideográfica, logosilábica, meramente silábica o alfabética.<br />

Es este un proceso que se ha repetido muchas veces de maneras<br />

distintas en tiempos y lugares diferentes debido a factores asimismo<br />

distintos. Consta en cambio, que ello ha ocurrido en forma<br />

original e independiente en el contexto de pocas culturas: las de<br />

Egipto, Mesopotamia, el Valle del río Indo, el Valle del río Amarillo<br />

y Mesoamérica. La creación literaria en sus diversas formas como<br />

hoy la conocemos en textos escritos, ha tenido como su más antiguo<br />

antecedente la oralidad. Tal es el caso de los relatos bíblicos,<br />

algunos con raíces en el contexto cultural del Cercano Oriente.<br />

Los célebres poemas que, acompañados de música entonaban los<br />

rapsodas griegos durante mucho tiempo, tuvieron como soporte<br />

la memoria comunicada a través de la tradición oral. Y algo muy<br />

semejante puede decirse de poemas como los Upanishads de la<br />

India o aquellos que se conocen como de los Nibelungos entre<br />

los pueblos germánicos.<br />

_La raíz de la oralidad sigue<br />

propiciando renuevos. Son los de la<br />

que he llamado “la Nueva Palabra”.<br />

Ésta continúa transcribiéndose en más de<br />

treinta lenguas de Mesoamérica.<br />

En el caso de los amerindios, en particular los de Mesoamérica,<br />

también fue la oralidad apoyada en la memoria el primer soporte<br />

de sus creaciones literarias. Esto que sabemos por la investigación,<br />

también lo reiteran antiguos testimonios que hasta hoy se conservan.<br />

Y como en los relatos bíblicos y en otros textos, entre ellos el<br />

Corán de los musulmanes, la antigua expresión de los amerindios<br />

es considerada palabra divina. Así lo expresan, por ejemplo, el<br />

Popol Vuh, libro sagrado de los maya-quichés y no pocos cantos<br />

y poemas en náhuatl, como aquel que describe al supremo Dador<br />

de la vida como un pintor-escribano que, con flores y cantos, da<br />

vida en un gran libro o códice a todos los seres humanos.<br />

Desde algunos milenios antes de la era cristiana en el caso de<br />

los egipcios y los mesopotámicos, y algún tiempo más tarde entre<br />

los olmecas, los zapotecas y mayas, la difusión de la escritura vino<br />

a ser nuevo soporte de la antigua palabra. Ésta, mientras vivía en<br />

el canto y la tradición, se modificaba a veces para adaptarse a las<br />

circunstancias en que se trasmitía. Al quedar ya fijada por medio<br />

de jeroglíficos, representación de signos silábicos y morfológicos,<br />

quedó —como lo expresó Ángel María Garibay— “en la luminosa<br />

prisión del alfabeto”.<br />

En Mesoamérica la escritura se desarrolló a partir del segundo<br />

milenio antes de la era cristiana, como lo muestran varias estelas<br />

en Monte Albán, Oaxaca, y poco después, en otros muchos lugares<br />

del mundo maya fue atrapada, por así decirlo, “la mariposa<br />

del canto.” Un rico conjunto literario fue así surgiendo como<br />

lo muestran centenares de inscripciones y, asimismo, los códices<br />

o libros de pinturas con caracteres. En los nuevos soportes en<br />

piedra, barro, papel de amate y piel de mamíferos, se combinaron<br />

las imágenes talladas en la piedra o pintadas en los códices y piezas<br />

de cerámica, lográndose obras que en sí mismas hoy consideramos<br />

arte y, a la par, soporte de la palabra.<br />

Nuevos cambios se produjeron con la llegada de hombres venidos<br />

de más allá de las aguas inmensas. Gracias a frailes humanistas<br />

se repitió un proceso que ya se había desarrollado en Europa,<br />

incluyendo de modo particular a España. Allí, durante los siglos<br />

de la Edad Media la oralidad se transmitió en los romances que<br />

siglos después se transcribieron con el alfabeto. En Mesoamérica,<br />

frailes humanistas como Andrés de Olmos, Bernardino de<br />

Sahagún entre otros, con apoyo en la antigua oralidad, hicieron<br />

paralela transcripción en un alfabeto adaptado para representar<br />

los fonemas del náhuatl y de otras lenguas indígenas hasta reunir<br />

un rico caudal de antiguas expresiones. Gracias a ellos conocemos<br />

ahora los relatos acerca de las sucesivas creaciones del mundo, los<br />

orígenes de los seres humanos, el hallazgo del maíz y de todo lo<br />

que es nuestro sustento; y también los discursos portadores de<br />

la ancestral sabiduría, los huehuehtlahtolli; el saber acerca de los<br />

tiempos pasados; los bellos cantos y poemas.<br />

En esta tarea participaron algunos indígenas. Los discípulos<br />

de Sahagún, como el sabio Antonio Valeriano de Azcapotzalco;<br />

entre los mayas el escribano y maestro Gaspar Antonio Chi y los<br />

recopiladores de los libros de los sacerdotes chilames de muchos<br />

pueblos; entre los purépechas, Antonio Huitzméngari, discípulo y<br />

a la vez maestro de Alonso de la Veracruz.<br />

Así se formó el gran corpus de las creaciones literarias de la<br />

antigua Mesoamérica en buen número de lenguas. Y hay que<br />

añadir que la raíz de la oralidad sigue propiciando renuevos. Son<br />

los de la que he llamado “la Nueva Palabra”. Ésta continúa transcribiéndose<br />

en más de treinta lenguas de Mesoamérica. Muchas<br />

de sus tradiciones han motivado a forjar nuevas composiciones a<br />

modernos escritores indígenas empeñados en la preservación de<br />

sus lenguas vernáculas.<br />

Hoy día se ha formado un nuevo corpus literario mesoamericano,<br />

más rico de lo que pudiera sospecharse. La oralidad, raíz<br />

última de la expresión literaria, lejos de desaparecer, continúa<br />

enriqueciendo la cultura de México, la de otros países y, por su<br />

valor perdurable, es también traducida a idiomas hablados en otros<br />

lugares del mundo.

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