14.11.2014 Views

7 - Chinchilla de Montearagón

7 - Chinchilla de Montearagón

7 - Chinchilla de Montearagón

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Álvaro Toepke. www.laperlarural.com<br />

<strong>Chinchilla</strong> para mí era libertad.<br />

Y <strong>Chinchilla</strong> para mi era la Estación y sus trenes. Allí crecí en un mundo <strong>de</strong> bicicletas<br />

y bocadillos <strong>de</strong> chorizo, <strong>de</strong> polos <strong>de</strong> fresa y botellas <strong>de</strong> “pesicola” <strong>de</strong> las que ahora se ven<br />

en los museos y <strong>de</strong> veranos interminables al sol saliendo a robar girasoles. Yo era el nieto<br />

<strong>de</strong>l médico, Don Santiago, y algunos hijos <strong>de</strong> ferroviarios me miraban como si fuera<br />

un poco rarito por venir <strong>de</strong> la ciudad. Pero a los pocos días mi cara llena <strong>de</strong> tierra y mis<br />

rodillas ensangrentadas me <strong>de</strong>lataban como uno más. En los muelles, entre vagones <strong>de</strong><br />

mercancías llegaron el primer cigarro, la primera pelea a puñetazos y el primer beso a<br />

una chica que vivía en la última casa… a don<strong>de</strong> yo íba a comprar huevos <strong>de</strong> los que aún<br />

recuerdo el sabor.<br />

En los años noventa, en algún <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Madrid se <strong>de</strong>cidió cerrar la Estación <strong>de</strong><br />

<strong>Chinchilla</strong>, y con ella el restaurante <strong>de</strong> la Estación, que era mi casa y había sido la <strong>de</strong> mi<br />

familia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l siglo XIX. Aquello me dolió <strong>de</strong>masiado y a<strong>de</strong>más me tocó cerrarla<br />

a mí con apenas veinte años. Mi abuelo ya estaba <strong>de</strong>masiado mayor y ya no podía<br />

ocuparse y a mí me tocó rebuscar entre arcones, seleccionar muebles, retirar cortinas<br />

y comerme los recuerdos <strong>de</strong> varias generaciones en <strong>Chinchilla</strong>. Pensé que era el final,<br />

que una vez <strong>de</strong> vuelta en la ciudad ya no habría razón para volver a esta pedanía polvorienta<br />

en mi vida… Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tirar mucho aún me quedaron 80 cajas <strong>de</strong> cartón<br />

y suficientes muebles para llenar dos casas. Entonces fue cuando alguien me dijo que<br />

vendían La Perla, un edificio medio en ruinas que siempre estuvo frente a nuestra casa y<br />

que mi madre pintó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su ventana estando embarazada <strong>de</strong> mí. Lo primero que pensé<br />

es que era gran<strong>de</strong> y que me gustaban los azulejos <strong>de</strong> la escalera, y la compré para po<strong>de</strong>r<br />

meter los trastos viejos. Con los años, entre viajes y estudios empecé a restaurar la casa,<br />

poco a poco, sin dinero, pero con ilusión y amigos. Y como si fuera una fotografía en la<br />

cubeta <strong>de</strong> revelado fui viendo con el tiempo como el majestuoso edificio <strong>de</strong> la Estación<br />

abandonado agonizaba al tiempo que <strong>de</strong> las ruinas <strong>de</strong> enfrente La Perla volvía a la vida.<br />

Como todo parto no fue fácil, me costó quince años y tres novias pero ahora ahí está. De<br />

Cantina y Casa <strong>de</strong> Viajeros a Casa rural. Y por ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se abrió al público hace 5<br />

años ha pasado ya mucha gente. Raro es quien en <strong>Chinchilla</strong> e incluso en Albacete no ha<br />

estado ya o ha oído hablar <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong>l jacuzzi y <strong>de</strong>l billar. Allí se han hecho <strong>de</strong>spedidas <strong>de</strong><br />

solteras y solteros, fiestas <strong>de</strong> cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones, celebraciones <strong>de</strong><br />

divorcio y funerales. Esta vieja dama <strong>de</strong> más <strong>de</strong> un siglo ha vuelto a la vida y se lleva bien<br />

con los jóvenes. Y a mí me ha quitado el apodo. Del “nieto <strong>de</strong> Don Santiago” he pasado a<br />

ser “el dueño <strong>de</strong> La Perla”. Y treinta años más tar<strong>de</strong> por aquí sigo volviendo, entre viajes,<br />

proyectos y trozos <strong>de</strong> otras vidas. Alguno hay que aún me sigue mirando rarito por venir<br />

<strong>de</strong> la ciudad pero que se vaya acostumbrando, porque por ancho que sea el mundo y<br />

extraño que parezca a quien no me conozca para mí La Perla y <strong>Chinchilla</strong> siguen siendo,<br />

como cuando era niño, mi trocito <strong>de</strong> libertad.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!