Tomo Completo 60.8 MB - Grupo Leon Jimenes
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Capítulo 1 | El tránsito de la década de 1940 a 1950 |74|<br />
|75| El tránsito de la década de 1940 a 1950 | Capítulo 1<br />
|53|<br />
Colson, Jaime.<br />
El Caribe,<br />
septiembre<br />
24 de 1950.<br />
Pág. 11.<br />
originalidad», argumenta el crítico Manuel Valldeperes, al referirse a la intensidad emotiva<br />
en la pintora, galardonada en 1948, y dos años después con el Primer Premio del concurso<br />
para ilustrar la obra «Toeya», novela de Virginia Peña de Bordas.También en 1950, fue<br />
beneficiada con las adquisiciones oficiales de las obras que presentó en la V Bienal. Después<br />
sumó en bienales sucesivas un premio en pintura (1952) y otro en dibujo (1954).<br />
Pintora muy activa durante el período 1950, Noemí Mella celebra la primera exposición<br />
individual en la Galería de la Unión Panamericana (Washington, 1952), a invitación de<br />
su director, José Gómez Sicre. En posesión de su estilística, ofreció un conjunto de obras<br />
que expresaban «raíces verdaderamente nacionalistas», opina Darío Suro, quien resalta la<br />
solidez de su técnica caracterizada por gruesos empastes y soluciones cromáticas, imaginativas<br />
y escriturales que «dejan ver claramente su mensaje expresionista y cubista al misde<br />
Puerto Plata. Porque esta pintora, al igual que muchos jóvenes artistas dominicanos, va<br />
descubriendo a través de una innegable influencia mexicana (importada sin duda por Darío<br />
Suro) el color de Quisqueya, a la que si tuviéramos que personificar no vacilaríamos en<br />
pintarla del color de Noemí (…). La obra de esta muchacha tan inteligente y sosegada puede<br />
ya ser considerada como una hermosa realidad y esperamos que el estudio y la experiencia<br />
le enseñen lo que aún pueda faltarle.|53|<br />
|55|<br />
Suro, Darío.<br />
Arte Dominicano.<br />
Pág. 63.<br />
|54|<br />
Valldeperes,<br />
Manuel.<br />
El Caribe.<br />
13 de octubre<br />
de 1963.<br />
Valldeperes establece que «preocupaba a la artista, en sus obras iniciales (…) la solución<br />
de los más sutiles problemas pictóricos y esta preocupación es la que ha hecho posible<br />
la rápida integración de la artista a un mundo pictórico que, en cierto modo, le pertenece<br />
totalmente».|54|<br />
La aparición artística de Noemí Mella, o más bien, la presentación de sus obras en expo-<br />
siciones colectivas e individuales constató el impulso de una mirada personal, antepuesta a<br />
la visión de la realidad. Se trataba de una mirada lúcida, un tanto fría, pero emotiva, sacada<br />
desde dentro; mirada que se manifiesta claramente hacia el 1952, cuando «exhibió,entre<br />
otras obras similares, el paisaje «Lago del Fondo», en el cual, sin pretendida trascendencia<br />
metafísica, la visión pictórica ya no es la simple mirada, sino la invención de otra mirada<br />
nueva. Es un cuadro realmente significativo dentro de su proceso de integración y de<br />
mo tiempo».|55| Hacia esta mezcla de lenguajes evidenciados sobre gruesos empastes,<br />
transita la pintora de manera ordenada y tranquila.<br />
Una observación anota que la pintora dotó a su obra de amplias posibilidades. Sin embargo,<br />
artista inteligente, avanzó con cautela por el peligroso campo de las conquistas<br />
formales. Su «Naturaleza Muerta» (1953) y su «Muñeca de Trapo» (1954) son la evidencia<br />
de ello, a pesar de que en este último ya se advierte cierto cambio hacia la manera<br />
Noemí Mella|Retrato|Gouache/papel|1952|64 x 50 cms.|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Noemí Mella|La fábrica|Óleo/tela|79 x 100 cms.|1948|Col. Museo de Arte Moderno.<br />
Noemí Mella|Cabeza|Óleo/cartón|31.5 x 25.5 cms.|1950|Col. Museo Bellapart.<br />
Noemí Mella |Composición|Óleo|98 x 76 cms.|1950|Col. Museo de Arte Moderno.